Capítulo 28: Tres facciones un objetivo

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Los fríos y bastos bosques que pueblan el territorio del Pais del Rayo son testigos de la huida desesperada de una joven mujer de rubios cabellos. Acosada por un par de ninjas de poder y naturaleza aterradora decide que luchar no es la mejor manera de prevalecer; pues ya lo intentó previamente terminando sus esfuerzos en heridas y contusiones que aquejan su humanidad. Casi un día completo de ha pasado desde su escape de la aldea.

Creyéndose fuera del alcance o la vista de sus perseguidores decide recuperar el aliento deteniéndose. Se dejó caer entre las raíces de un viejo árbol. Aprvechó la situación para vender sus heridas, aplicando el ungüento que llevaba con ella.

—Esos sujetos son Akatsukis. Han venido a por mí y el Dos Colas. No sé qué pretenden, pero no debo dejarme capturar —Se quitó la blusa para rodear su torso vendas.

Logró vendarse las heridas, incluida el corte en su frente. Vió en todas direcciones para asegurarse que no había nadie cerca.

—¡Ven, gatita, gatita! —Se escuchó la singular voz de Hidan.

—¿Qué tan estúpido eres, Hidan? Si vas por el jodido bosque gritando su nombre nunca la encontraremos —Refunfuñó Kakuzu.

—Relájate, Kakuzu. Se lo que hago. —Aseguró y volvió a llamarla.

—Están cerca —Con cautela se asomó por un lado del árbol para verlos.

Estaban a algunos metros de ella. Miró la distancia y pensó que podía alejarse ágilmente ocultándose entre el follaje de los árboles. Dio un gran salto para subir a las ramas y comenzar a correr saltando de una a otra, y vanzó hasta que un cuchillo voló muy cerca de ella hiriendo su mejilla.

—¡¿A dónde vas, preciosa?! —Gritó Hidan—. ¡La fiesta apenas está comenzando!

Gruñó furiosa mientras contenía la herida en su mejilla que no tardó en sangrar. De un salto bajó del árbol y encaró a los dos ninjas siniestros.

—Parece que quiere jugar. No bajes la guardia —Adviortió Kakuzu haciendo salir a una de sus marionetas de elementos.

—Yo me ocuparé de esto —Sonrió Hidan tomando el frente.

—Tendremos que ayudarnos mutuamente —Susurró Yugito mientras se arrodillaba llevando sus manos al suelo.

Fue pues que una llama azul la cubrió por completo en un instante; sus ojos se tornaron blancos y su cabello se liberó de la cinta que lo ataba. La figura del poderoso Nibi apareció detrás de ella.

—Va a usar el poder del Dos Colas —Alertó Kakuzu—. ¡Atacaremos los dos!

—¿A caso no confías en mí? —Cuestionó Hidan, dejando de lado su típica sonrisa y tornándose más serio al ver el poder que Yugito invocaba.

Yugito fue la primera en saltar al ataque. Ambos Akatsukis no se andarían con rodeos e irían con todo para someterla.

No muy lejos de allí, en una pequeña aldea, los ninjas de la hoja se reunían en un restaurante para planear sus movimientos. Los jóvenes estaban sentados en una mesa, discutiendo sobre lo que debían hacer, por otro lado, fuera del recinto, Gai y Kakashi hablaban de algo más. Kakashi decidió confiarle a Gai el verdadero motivo de la misión, revelándole que buscan a un jinchuriki.

—Kakashi, esto es muy delicado —Decía la Bestia Azukl en un tono muy bajo—. Lo que estamos haciendo es invadir a otra nación para robarle a su jinchuriki. Se me ocurren muchos escenarios en los que esto sale mal.

—Lo sabemos, Gai. Pero son ordenes de la Hokage. Los Akatsuki son el principal de los problemas, si están recolectando jinchurikis no puede ser para algo bueno.

Naruto: El Resurgir del SamuráiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora