Siete

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Henry

-Vaya un lindo pescadito busca nadar entre las aguas del gran tiburón.

Volteo a ver a Max con algo de confusión ante la peculiar frase que acababa de salir de su boca.

-Si estás estudiando poesía dejarme decirte que te están haciendo perder tu tiempo.- río divertido terminando la última serie del ejercicio de bíceps.

-Idiota. Hablo de la sexy principiante que vimos ayer.-dirige su mirada hacia ella.- Aquella bella rubia no te ha quitado los ojos de encima.

Doy un escaneo un tanto descarado a la atractiva mujer que se encontraba del otro lado de las máquinas.
Para ser honestos, era demasiado sexy: rubia de aproximadamente 1.75, piel bronceada, piernas largas y torneadas, un tanto delgada para mi gusto, pero al fin y al cabo con un bonito cuerpo. Y por supuesto que su rostro no era la excepción. Tenía una mirada y unos rasgos seductores.

-No descarto la posibilidad que pueda ser una candidata.- tomo en mis manos la pequeña toalla para secar mi sudor sin despegar ni un segundo la vista sobre la rubia.

-Eres como un gran panal de miel que atrae a las sexys abejas, Cavill. Concuerdo contigo, le daría a esa chica y no precisamente consejos.-ríe y va hacia los demás usuarios del gimnasio.

Regreso a mi entrenamiento para posicionar unos discos en una barra, pero enseguida me doy cuenta que la insoportable chica de ayer los tiene. Camino hacia ella.

-¿No te enseñaron a pedir las cosas?.- escupo sin más. No tenía tiempo para ser amable y menos con ella.

-¿Disculpa? ¿De cuando acá estos son de tu propiedad? Que yo sepa todo esto pertenece al gimnasio.- descansa cada uno de sus brazos al lado de su cintura y me ve desafiante.

-Yo los estaba utilizando, además...

No deja ni siquiera terminar que hable.

-Oh, ahí está tu respuesta, Henry. Los estabas utilizando.- hace un pequeño movimiento de énfasis con sus dedos.

-Señor Cavill para ti, mocosa insolente.- me acerco a ella clavando mi mirada en sus ojos.

Deja salir una gran carcajada que provoca que algunas personas volteen a vernos.

-Yo no tengo porqué darte un respeto que no te has ganado. No después de burlarte de mí como lo hiciste ayer.

Sonrió cínicamente.

-Vaya, lastimé tus tiernos sentimientos de gordita.-sonrío ampliamente.-Eso es lo que eres ¿o qué? ¿A parte de gorda también eres ton...

Su mano choca directamente en mi mejilla. Unas cuantas gotas de sudor saltan debido a la fuerza con la que me había estampado. Esta chica sí que tiene mano dura.
Está a punto de darme otra cachetada cuando tomo su brazo y lo aprieto considerablemente.

-¡Suéltame estúpido!.- de sus ojos salen chispas y humo de la ira.

-Escúchame bien, niña. No vuelvas a tocarme. ¿Quién te crees para golpearme en la cara?.- me acerco cada vez más a su rostro.- Aléjate de mí.

-¡No te tengo miedo Henry Cavill!.- Responde de la misma forma retadora y valiente.

-Eres insoportable.

Señor ArroganciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora