Diez

2.7K 155 18
                                    

El lápiz con el cual escribo descansa sobre mis labios. Habían pasado ya 2 días desde aquel casi accidente en el gimnasio y aquí me tienen, en la mitad de una clase pensando aún en ese momento. Lo único que puedo entender es a la profesora decir "bla bla bla".

-¿Estás de acuerdo, ___?

-¿Perdón?.- frunzo el ceño en señal de confusión ante las palabras de Daisy.

-Pregunté si puedes mandarme esta tarde la mitad del trabajo que te tocó hacer.

-Sí, por supuesto...

-Ni siquiera sabes qué vas a hacer, ¿no?.- sonríe divertida.

-Yo...

Toma asiento en frente de mi pupitre.

-¿Qué pasa contigo, ___? Estas últimas semanas siempre andas pensativa, como en las nubes. ¿Todo bien?

-Sí, sabes cómo soy tan distraída.- sonrío algo tímida.

-No será que un galán te está robando suspiros.- arquea una ceja y pellizca mi mano.

-Hey, claro que no. Nadie puede robarme suspiros porque no estoy enamorada, ni mucho menos me gusta alguien...

-Si tú lo dices...

Se pone de pie y sale del salón dejándome más pensativa de lo normal.
Vaya que sí tenía razón, no entendía por qué siempre mi mente viajaba hasta el neandertal de Cavill.
Estos dos días no se apareció en el gimnasio, tal vez tenía asuntos importantes que hacer.

Henry

-¡Así Henry! Ah, por favor, no pares.

Mi noche estaba terminando gratamente con Hailey entre las sábanas. Era una chica bastante fogosa y apasionada. Hacía todo lo que le pedía en la cama, al igual que yo al complacerla. Nos entendíamos de maravilla, por supuesto no había nada de sentimientos dentro de nuestra extraña relación. Solo somos dos individuos que disfrutábamos que buen sexo.

-Oh Hailey ¡Maldición!.- Tomo su trasero y entro en ella de un solo movimiento. Se sentía tan bien.

Después de unos cuantos orgasmos terminamos acostados sobre la cama. Ella aún tiene la respiración agitada, al igual que yo. Me levanto para comenzar a vestirme.

-No te vayas Henry. Quédate esta noche, por favor.- toma mi mano.

-Sabes que yo jamás me quedo, Hailey. Además aceptaste los términos de todo esto.

-¿De nuestra relación?

-Yo no le llamaría de esa forma. Yo no sostengo relaciones, Hailey, y mucho menos sentimentalismos.- río descaradamente y continuo vistiéndome.

-¿Por qué no puedes abrirte al amor, Henry?

-El amor no existe Hailey. No el de pareja. Solo te hace sentir miserable y estúpido.

-Yo podría hacerte tan feliz, cariño. Solo dame una oportunidad.- se pone de pie aún enredada entre las sábanas.

-¿Quieres seguir acostándote conmigo?

-Por supuesto que sí Henry.

-Entonces será bueno que de una vez por todas te hagas a la idea que así será. Solo es sexo, Hailey. Entre nosotros dos no hay amor.- digo un tanto indiferente y frío.

___

Después de una noche de desvelos a causa de los incontables trabajos de la universidad, me encuentro en el gimnasio. Vaya que había madrugado, bueno, algo así... son las 8 de la mañana.

Señor ArroganciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora