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Los dorados rayos del sol se colaron por las pequeñas aberturas de la cortina, de pronto la luz me cegó la mirada. Abrí los ojos aún confundida de en dónde estaba me estiré sobre la cama, las sábanas estaban frías pero la textura no era la misma que la de mi...

Espabilé de pronto, seguía en la habitación de Baji-san.Me levanté como una completa loca por la habitación, tomé mi mochila y salí corriendo de allí.

—¡No, no, no, no!¡Me quedé dormida!—grité, frené frenética al encontrarme a Baji y a su madre comiendo tranquilamente.

—Buenos...¿Días?—me miró confundido.

—¡¿Por qué no me despertaste!?¡Teníamos que ir a la escuela!

Tomó un sorbo de su té, tomó otra taza que estaba a su izquierda; se levantó y caminó a paso lento hacia mí.

—Me acosté muy tarde anoche y me dio flojera—dijo con toda sinceridad.

—¿Acaso no tienes una mejor excusa?—alcé una ceja recibiendo la taza de té.

—¿Que tenía sueño?—entrecerré los ojos y le clavé una mirada acusadora.

La madre de Baji carraspeó.

—Bueno niños, tengo que ir a trabajar—tomó un maletín que estaba encima de la mesa, se acercó a Baji y depósito un beso en su frente.

—Te portas bien—le sonrió.

Baji se sonrojó. No dijo nada y evitó mirarme. Eso fue muy tierno.

La madre de Baji me sonrió, se dirigió hacia la puerta y se despidió de nosotros. Baji-san suspiró con cansancio y fue hacia la zona de lavado. Mientras que él hacía quién sabe qué, me enfoqué en terminar mi desayuno.

Sabía muy bueno, de verdad que la mamá de Baji-san cocinaba delicioso. Tomé un sorbo de té , a pesar de que tenía mil cosas que pensar, no podía enfocarme en nada; más que todo que no sabía que hacer en este tipo de casos.

—Pobre de mí cuando regrese a casa—mi madre no aceptaría que me quedara en casa de un extraño, para mí Baji-san ya no es un extraño, es mi amigo...pero mi mamá no lo conocía y la impresión que tiene de él es muy mala.

Unos pasos se fueron adentrando a la cocina, me sorprendió verlo de esa forma.

Recogió su cabello en una cola alta dejando por adelante dos mechones sueltos. Se cambió la pijama a una ropa más cómoda, tenía una escoba y usaba un delantal rosita con un corazón en el medio, y por su era poco unas pantuflas con orejas de gato.

Solté una risotada.

—¡DE SER EL CAPITÁN DE LA PRIMERA DIVISIÓN DE UNA PANDILLA A LIDER DE LA LIMPIEZA!—me removí en la silla de la risa, ya mi estómago empezaba a arder de tanto reirme. Baji se mostró apenado pero seguía con su mirada de completo orgullo, rodó los ojos y se dirigió a lavar los platos.

Me lanzó un trapo mojado a la cara.

—¡Oye!

—Me vas a ayudar a limpiar—comentó mientras lavaba los platos con total concentración y seriedad.

—¿Perdón?¿Acaso no soy una visita?—enarqué una ceja.

—Ya dejaste de ser visita desde que me hiciste está patética trenza en la cabeza—se la señaló.

—Pero, si no limpio en mi casa ¿Cómo pretendes que limpie la tuya?—lancé el ataque—Últimamente te estoy ayudando en muchas cosas—me arregosté en la silla con los brazos de forma relajada hacia atrás.

𝐀𝐦𝐧𝐞𝐬𝐢𝐚|𝐊𝐞𝐢𝐬𝐮𝐤𝐞 𝐁𝐚𝐣𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora