34

180 15 0
                                    

Había pasado la mitad de mi vida sintiéndome culpable por lo que le había hecho a Haru, solía visitarlo cada vez que podía en nuestra antigua casa; pero aún así siempre era distante. No tenía ni idea de cómo acercarme a él otra vez, como en los viejos tiempos.

Me escurría por las escaleras mientras él hablaba con personas de la banda que ahora formaba, siempre eran personas diferentes y cada vez me daban mala espina, más nunca trajo a casa a sus viejos amigos; nunca supe más nada de Mikey o Baji. Me dolía mucho las cosas que decía de mi y que les hacía creer a los demás.

Hubo una ocasión en la que invitó a Mucho aquí, era la primera vez que venía a la casa.

Recuerdo con completa claridad lo que dijo de mi aquella noche que me asomé por las escaleras. 

Si mal no recordaba bajé a la cocina por algo para beber, Haruchiyo estaba con Mucho tomando cerveza mientras jugaba un juego de mesa; la lasciva mirada de ese chico cuando pasé en frente de él me dejó muy incomodada.

—Oye Haruchiyo, ¿No piensas presentarme a tu amiga?—le preguntó con cierto tono mientras sorbía como un jodido alcólico la cerveza.

Como Haruchiyo nunca me presentaba, metí la cuchara.

—¡HOOOLAAAA!—repetí entusiasmada al asomarme nuevamente saliendo de la cocina—¡Soy la hermana de Haruchiyo, Sen...!

—Vete a tu habitación, ya hablaste lo suficiente—ordenó imponentemente hacia mi persona, me tiraba la misma mirada de odio que aquella vez.

—¡Pero Haru...!

—Vamos, no seas tan amargado—le contestó sonriente Mucho, tal vez un poco llevado por los efectos del alcohol, se talló los ojos y se enserió con Haru—¿Pero tú que no eras hijo único?

—¡QUE TE LARGUES A TU HABITACIÓN, MOSCA MUERTA!—me gritó.

Me quedé petrificada, le hice caso inmediatamente y subí las escaleras con velocidad. Sus palabras me hirieron con profundidad, aguantar esa humillación en frente de uno de sus superiores era indigna, me senté en el último escalón abrazando mis piernas. 

Haruchiyo soltó un gran suspiro.

—Diossss, qué fastidio con esa niña, nunca hace caso—se pasó las manos por la cara mostrando su obstinación.

Mucho tomó un largo trago de cerveza.

—Quién diría que hasta tú tendrías tus secretos.

Sanzu suspiró con desgano dejando su lata de cerveza en la mesa.

—Créeme que no es fácil de digerir esta noticia.

—¿Pasa algo?

—No te preocupes, no es necesario agobiarte con mis problemas familiares, arruinaríamos el ambiente con eso.

—¿Qué? Hombre, no digas esas cosas—le dio una palmada en la espalda—Puedes contar conmigo para lo que sea, después de todo somos compañeros de equipo ¿No?—le sonrió ampliamente.

—Bueno, ya que insistes—fingió tomar fuerzas para contar una desgarradora historia— Hace poco mi padre la trajo a ella, una hija ilegítima, una bastarda fuera del matrimonio—tomó un largo trago de cerveza.

Mucho abrió sus ojos a la par quedando completamente perplejo.

—¿Y sabes qué es lo peor?—lo miró—Que esa maldita desgraciada tiene problemas mentales, ella es esquizofrénica, así que no te sorprenda mucho verla por aquí fingiendo que me ha conocido desde siempre; es una maldita loca—botó la lata de una lanzada a la cesta.

𝐀𝐦𝐧𝐞𝐬𝐢𝐚|𝐊𝐞𝐢𝐬𝐮𝐤𝐞 𝐁𝐚𝐣𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora