CAPÍTULO 30

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“Vacío”

Adiel

Una semana.

Una semana no logré encontrarla en el instituto lo cual me alegraba pero al mismo tiempo causaba una rara sensación en mi pecho. Madison mencionó que esa rara sensación está ligada a que la comenzaba a extrañar y para ser honestos, me sentía en un enorme vacío de pensamientos, no sabía cómo hacer para alejar el resentimiento.

La amo pero al mismo tiempo la odio.

Preguntarle sobre el paradero de su hermano Dante solamente la hizo reaccionar como una dramática. ¿Qué era lo que escondía? Claro, seguía siendo cómplice de un idiota pervertido. Me dolió tanto saber la verdad; el destino cumplió con mostrarme a los involucrados y ahora, me siento tan vacío.

No mencioné nada de esto a mis padres, no quería problemas o más bien… no quería dañarla más de lo que lo había hecho varios días atrás.
Recordar su torso semi desnudo, asustada con los ojos rojos. Había llorado sin parar y todo por mi culpa.

La lastime con mi resentimiento.

Con mi dolor.

Con mi pérdida.

Pero no era justo que su hermano esté libre por allí enamorando a quién le venga en gana y la historia se volviese a repetir, no, no tenía porque, lo necesito encontrar antes que sea demasiado tarde.

Lucía tan asustada, sus mejías se humedecían por las lágrimas que bajan por sus ojos,—por favor no me lastimes, por favor… Suéltame no me lastimes por favor… —repetía mientras trataba de soltarse.

No iba a dañarla; quizás físicamente no pero emocionalmente la pisoteé como el dolor que está en mi quiso.

La había dañado.

—Adiel… por favor créeme que te amo y… yo no sabia tod-

Sus ojos rojos llenos de lágrimas, la había empujado hasta verla caer derrotada al suelo.

Mi corazón se obstruye.

Apretó ambos puños con fuerza.

—Adiel…

Mirada llena de sufrimiento y yo pidiéndole que se alejara de mi.

Mierda.

Me llevo las manos a la cara con frustración levanto la vista para verificar que la maestra esté en el escritorio y allí está pero de repente una chica entra llamando su atención explicando que está por comenzar la junta de maestros a lo cual ella asciende y nos dice que salgamos al receso y que nos vería al terminar el mismo.

—Adiel ¿comemos juntos? —Susana pregunta con pequeños brillos en los ojos.

—No, no quiero sonar grosero pero, por favor quiero estar solo, —trato de sonreír amablemente pero ella se inquieta.

—¿es esa chica? —pregunta curiosa.

Alzo una ceja, —¿esa?

—sí algunas veces te he visto hablando con ella, no siempre pero era la vez.

Me quedo en silencio.

"Amor Amargo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora