CAPÍTULO 1

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«Ojos Marrores»

Absorbida por los libros de historia realizaba un exhaustivo estudio para saber de los sucesos y años conmemorativos que son celebrados, anteriormente estudiaba matemáticas para poder recordar todos los temas que en el colegio habían enseñado.

— ¿que no son vacaciones? — Olivia hablo sentándose justo frente a mi para lograr tener la a tensión.

—Oh, hola Olí, — baje el libro para mirarla — si así es, pero necesito estudiar para poder pasar en examen de ingreso a una preparatoria.

—ya veo, pero debes tomar un descanso. — suspiro.

— Tranquila, esto me gusta.

— No lo dudo. — suspiro, mirando como el día terminaba frente el ventanal.

La puerta se hizo sonar, la campana avisándonos que un cliente había entrado, sin mirar hacia a esa dirección Olivia se paró del asiento, — Bien cariño, vuelvo al trabajo — sonrió para tomar su pequeña libreta en mano e ir hasta donde las personas estaban listas para ordenar dichos clientes quienes frecuentaban el lugar, la gran mayoría eran adultos, algunos chicos de mi edad tomaban este establecimiento para reuniones escolares pero para convivir entre amigos para ellos era preferible ir a otros sitios como lo son centros comerciales del centro de la ciudad, pero a opinión personal estos lugares eran inclusive mejor que aquellos puesto que no estaba del todo familiarizada en esos ambientes donde la gente está acostumbrada mirar personas desconocidas sin parar, chicos por allí chicas por allá, niños y demás, es como si que toda las miradas estuvieran posadas a mí, no lo toleraba aunque, a ciencia cierta, había una razón exacta para que aquello que he mencionado este en mi vida.

Estaba concentrara en la lectura sobre la antigüedad que mi alrededor no me importaba en lo absoluto, la puerta principal de nuevo sonó, restándole importancia mire la pantalla de mi teléfono verificando la hora que marcaba 7:06 de la noche para en ese entonces la luna había entrado remplazando el los rayos solares.

— Un café cargado, por favor.

La voz era gruesa llagando hasta el punto donde me encontraba y para serles sincera eso había hecho que levantara la vista para verificar de donde provenía, era un chico como por obvia razón era de esperarse ¿no? desde la mesa donde me encontraba lograba visualizarlo pues la altura que traía era como para no perderlo a simple vista entre la multitud. Vestía de una manera normal, unos vaqueros con una camiseta azul cielo, al estar de espaldas parecía no percibir mi mirada; su cabello era oscuro como la noche, los hombros anchos y por la altura que este individuo poseía estaba segura que cargaba con aura imprescindible, para ser sincera, me asustaba un poco jamás lo había visto por aquí ¿quién era? ¿que quiera en este lugar? su sola presencia causo estragos en mi estómago, imprescindiblemente sus ojos recorrieron Kadus Bistró hasta llegar donde me encontraba, trague grueso me había descubierto mirándolo descaradamente en ese instante sus labios se curvaron hacia un lado dándome una sonrisa cálida sin saber que hacer respondí a ella.

—Aquí tiene su café, joven.

Olivia nos hizo cortar las miradas, amablemente el aceptó su café para luego beber. Mi teléfono sonó, regresándome a la realidad era mi madre quién había escrito un mensaje de texto para verificar si estaba por llegar a casa.

Llegó en 30 minutos.

Respondí para guardar mis libros en la mochila, tomé mi último sorbo para dirigirme hacia la puerta principal donde él estaba a solo unos cuantos pasos de mí observé un poco dudosa por cruzar justo a su lado, pero no tenía opción además era un simple chico ni que fuera la gran cosa. Con la seguridad del mundo caminé hacía su dirección, me restaba importancia, no miraba simplemente estaba dedicado a beber su café era un poco extraño he vivido toda mi vida aquí y jamás me lo había topado por ningún lado.

—Me saludas a tu madre, eh chica. —Olivia gritó, antes de que pudiera salir, apenada mire donde se encontraba para responderle con una sonrisa, el me miró descaradamente de arriba hacia bajo y luego se negó riéndose de algo para darme la espalda.

Imbécil, Pensé.

Salí de allí incómoda ante aquella acción, ¿Quién se creía para mirarme de esa manera? Sí Dante lo viera le rompería la cara en segundos.

Llegué a la parada de autobús para luego subir y dirigirme a casa, la frescura del tiempo era agradable, estaba cansada, dos días antes estaba de voluntaria para limpiar las calles de mi manzana que para ser algo importante, la sociedad lo dejaba a un lado. Varios minutos después estaba en la puerta de casa, tomé las llaves para abrirla y entrar, se encontraba a oscuras y mis ojos comenzaron a acostumbrarse a ello poco a poco hasta qué inmediatamente mi vista fue a la sala principal recordando la sangre brillosa y húmeda sobre el tapete, mis manos temblaron, mordiéndome los labios cerré los ojos fuertemente.

Esto no es real....

Esto no es real...

Me repetía una y otra vez hasta abrirlos para encontrar nada, solo una casa vacía de madera fría y a oscuras. En la escalera principal visualice a mi madre bajando con su franela color café e impredecible esos ojos marrones vinieron hacia mí.

—¿Qué son estas horas de llegar, Marilyn? Sabes que no puedes estar sola en la calle y peor a oscuras....

—Lo sé mamá y lo siento... ¿de acuerdo? — estaba apenada, —No pude mirar el reloj me había sumergido completamente leyendo, —caminamos hasta llegar a las escaleras y subirlas poco a poco mientras manteníamos ese silencio que por años se encontraba allí sin querer irse de nuestras vidas así qué de nueva cuenta lo rompí con ello, —Oh sí, Olivia te manda saludos, este día fue pesado para ella ya que había más clientela de la inusual. — suspiré, —Mamá... — la miré, no prestaba ni la más mínima atención, — ¿Qué pasa? ¿Estás bien? —tome su hombro cálidamente.

Sonrió, básicamente una sonrisa falsa tuvo que mostrar, —Estoy bien, no pasa nada Marilyn. — sus ojos oscuros brillaron, — Te prohibido que regreses a esa hora, te quiero aquí a las 6:00 en punto, ni más ni menos. —Tomo mis mejías de manera protectora.

—Lo lamento, no volverá a pesar.

Acarició mi cabello, — ¿Tienes hambre?

—No, tomaré una ducha y me iré a dormir. —la bese, —Buenas noches, madre. — sin esperar a que respondiera me adentré a mi habitación.

Dejé las cosas sobre mi escritorio, caminé hacia la ventana que dejaba entrar la luz de la luna para mirarla y contemplar un poco de su belleza natural, sin pensarlo por más tiempo quité mi blusa, el pantalón quedando en ropa interior, la casa era de dos pisos y no había otros vecinos que pudiera husmear por aquí.

El agua recorría mi piel suave, húmeda, refrescante comencé a relajarme y sentir estás sensaciones tan satisfactorias, cerré los ojos y lo vi justo frente a mí sonriendo burlonamente como lo había hecho hace horas atrás, sus ojos marrones oscurecieron por segundos tan intimidante que se sentía su alrededor, su cabello negro con pequeñas ondulaciones en los lados y por último sus labios....

—¿Qué carajos? — abrí los ojos de golpe, —Por dios, es un imbécil.

Tampoco podía juzgarlo sin conocerlo, pero tenía algoextraño ¿qué lo hacía interesante para mí?




















































Primer capitulo, espero haya sido de su agrado.

publicare cada sabado o domingo. Gracias por pasara leerme,

"Amor Amargo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora