CAPÍTULO 32

43 1 0
                                    

“Dolor”

Adiel

Marilyn luce tan preciosa como siempre, el vestido rojo le sienta tan bien a su piel clara, fina y suave. Lo deseoso que estaba por abrazarla, tocarla y besarla acaban al verla correr a mis brazos para sostenerla fuertemente mientras esconde su rostro en mi cuello.

—Hola—sonríe tranquilamente mirándome a los ojos.

—Hola, Chica Clavel, —Toco su mejía tersa y ligeramente sonrojada, —¿te he dicho lo hermosa que te vez sonrojada?

Ella pone su mano sobre la mía, mirándome con dulzura, —Si…  Adiel, lo has hecho.

—Marilyn… eres hermosa, tierna y de un noble corazón, —beso su frente, —¿Qué hice para merecerte? —apenado busco las palabras, — Si te he causado tanto dañ-

Colocó su dedo índice sobre mis labios, —Tu no tienes la culpa de nada. El dolor nos hace perder la cabeza y no te culpo por ello. Te quiero… y siempre lo haré, —ahora pasa su tersa palma sobre mi mejía bajando hasta la comisura de mi labio para luego sonreír, —Te amo.

Se me endulza el corazón con tan solo oírla hablar, —Te amo más. Perdóname por.

Niega, —Basta. No tengo nada que perdonarte, buscaste la manera de ayudarme y eso es lo que realmente importa. Siempre veré por ti.

—Marilyn…

La noche estrellada alumbra el cielo, las personas pasan sin percatarse de nosotros; El fresco, la luna y las estrellas brindan de alegría por nuestro amor.

—Dime, Adiel…

—Eres lo más bonito que jamás había podido tener.

Toma mis mejías con suavidad, —Verte feliz es lo que más deseo.

Lentamente se acercó hasta besarme suavemente, y como si algo me fuera a separar de ella, la beso de nuevo con intensidad.

—Me tengo que ir, te amo, Adiel... —dice alejándose de mi.

—¡Espera, Marilyn!

Ella solo se desvanece.

**********************************

La luz es lo primero que me recibe cuando abro mis ojos y los entre cierro por el dolor que me causa tanta intensidad de brillo, me llevó las manos a la cabeza sintiendo un la punzada por la porte trasera de la misma y un dolor reciente de una cortada me hace bajar la mirada por la parte baja de mi cuerpo teniendo un vendaje que rodea toda mi cintura.

Mis ojos se acostumbran y escucho la voz de mi padre. —Hijo, ¿Cómo te sientes? ¿Quieres que llame al médico? —volteo y veo a un padre con mirada de angustia y preocupación al parecer no ha dormido por días ya que grandes ojeras se hacen presentes en su rostro.

Niego, —La cabeza me va a explotar… —logró decir, bajo la mano hacia mi herida y presionó levemente por curiosidad y suelto un leve quejido, —¿Qué me paso? — me acomodo y lo miro. —¿Dónde está mi madre?

Se acerca y toca mi cabeza con ligereza, —Ella fue a casa por un par cosas.

Siento la necesidad decirlo, —¿ahora ya no estas enojado? Siempre lo has estado.

El sonríe levemente, cosa que tenía tiempo de no mirar, —Me da gusto oír tus comentarios, me hacían mucha falta. —el sigue acariciando mi cabeza, —Te amo, hijo. Estábamos tan preocupados por lo que pudo haberte pasado, no soportaríamos perderte a ti también como pasó con Aurora…

"Amor Amargo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora