CAPÍTULO 3

141 18 0
                                    


"Chica de los claveles"

Han pasado ya dos semanas desde la última vez que lo vi en la cafetería y en la florería, desapareció como si la tierra se lo hubiera tragado. El examen de ingresó estaba ya presentado solo faltaba esperar los resultados, deseaba mucho poder pasar, no quería defraudar a mi madre con lo mucho que le había costado mantener nuestra casa y la tienda, tendría que ser alguien en la vida por ella por mí, tenía que seguir adelante, avanzando para poder tener una vida estable sin repercusión alguna. El jueves pasado no pude asistir a kadus Bristo, mamá estaba preocupada por mí de nuevo, llegar tarde era algo prohibido tenía que entenderla, yo era su única hija que le quedaba pero ahora me cobraba el día, en compañía de Dennis mi madre había aceptado que fuéramos para disfrutar de las ricas bebidas de la ciudad, paramos para poder sentarnos en la banqueta del parque Santiago pues llevábamos caminando varios minutos, el atardecer era bello, las palomas caminaban alrededor de la fuente, gozando la fresca brisa que les transmitía.

—Sabes... —me miró, la nostalgia era evidente en su voz, —Le extraño muchísimo, le quería de verdad Marilyn. — esa sonrisa triste me transmitió un punzón en el corazón, — Ojalá ese imbécil...

— Basta. —la detuve, —No sigas. — el nudo de mi garganta estaba palpitante.

Se río, — ¿Lo estás defendiendo?

—No, por supuesto que no Dennis, — dije, aunque despues de varios años seguia sin aceptarlo, sus ojos se cristalizaron.

— Necesito regresar a casa. — se levantó del asiento sin mirarme de nuevo.

— Dennispor favor... aún no hemos...

—No quiero volver a pisar ese lugar Marilyn, —se volvió, —No volveré allí nunca más. — la determinación con la que me hablaba demostraba que estaba furiosa con todo y también conmigo.

—No fue mi culpa...

No dijo nada, su silencio me daba esa respuesta siempre a pesar de no articularlo plenamente de sus labios rojos, —Me voy.

No hice nada para detenerla, la miré caminar hasta la parada de autobús y subirse a una de ellas para dejarme sola. Caminé para irme a nuestro lugar, kadus Bristo queda a unos cuantos metros fuera de la ciudad, pero no me detuve allí mis piernas se movieron por sí solas, cada paso que daba me llevaba a ese lugar, el "Bosque encantando" así lo llamaba Dante, aquí solíamos venir cuando papá y mamá salían dejándonos solos por ser su día de descanso, llegábamos para jugar y correr entre los árboles, no era un lugar transitado pues e n realidad era en Bosque literal, los árboles gigantes húmedos con olor a tierra mojada con los pájaros volando por encima de nosotros, las rocas rodeaban las entrada con agilidad me busco el camino correcto y comencé andar, caminé varios segundos más y llegué; el río descendía lentamente sobre las rocas que la conducían hacía el otro lado de la Ciudad que contaban con un manantial que era importante y cuidado por ellos y por nuestra parte este río llegaba al parque de Santiago donde podías observar el agua salir por la fuentes de lado izquierdo estaba esa enorme roca que a simple vista estaba vacía pero no, era un pequeña cueva que por largos años era nuestro escondite de juegos.

Dante no, podría tener criaturas malas....

Confía en mí, no pasará nada. Estaré siempre contigo. — su sonrisa podía tranquilizarme muchísimo a pesar de las situaciones difíciles.

Caminé a ella para sentarme a su lado sin entrar, no quería recordar más de lo que ya lo había hecho la última vez que vine. Allí justo al lado de la roca me quedé quieta observando todo a mi alrededor inmutada ante tanta belleza natural, colocándome los audífonos cerré los ojos para sentirme bien, relajada. Los minutos pasaron cada vez más, el cielo se pintó de colores cálidos para que los rayos solares comenzarán a esconderse para dar paso a las estrellas; tenía que irme porqué la noche estaba a punto de caer y mamá por supuesto se procurará por mí. Tomé mis cosas para ir descendiendo poco a poco mientras los pájaros comenzaban a buscar sus nidos en los gigantescos árboles frondosos, con los pies sobre la carretera emprendí caminó hasta la parada de autobús, la zona no era muy transitada a estas horas así que caminé más rápido de lo normal para evitar cualquier anomalía que pudiera suceder mientras llegaba a mi destino, al pasar por kadus Bristo mire a Olivia del otro lado del ventanal mientras limpiaba las mesas, la cafetería estaba normal como todo los jueves no dije nada y seguí mi camino. Había llegado hasta el parque Santiago, las palomas se habían marchado ya ha resguardarse, las personas pasaban un buen rato aquí mientras platicaban y degustaban de algunos antojitos que los vendedores ambulantes ofrecían, las banquetas estaban ocupadas unas por parejas y otras por niños con sus madres pues aún las clases no comenzaban. Miré a mi alrededor disfrutando del viento fresco que comenzaba a descender, pero justo en ese momento sentí un raro presentimiento, miré por ambos lados y no había nada todo transcurría con normalidad, seguí y entonces esa sensación de alguien mirándome no se iba, estaba aquí palpitante.

¿qué sucede?

Miré por todo mi alrededor, pero no encontraba nada sospechoso pero esa sensación extraña no sé iba, torpemente choque con una banqueta hasta sentarme y no mirar más allá de mí misma, tomé mi bolso para sacar mi teléfono, con los manos temblorosos lo sostuve por unos cuántos segundos de tiempo, marcarle a mamá solo la asustaría más.

— ¿Estás bien?

Di un pequeño brincó por su repentinamente acción de llamar mi atención logrando sacarme de mis pensamientos rápidamente lo miré.

—Hey! — sonrió, esos dientes tan perlados y lo bello que relucía sus hoyuelos sobre su fino rostro claro, —Eres la chica de los claveles, — absorbida por su tan llamativo rostro me fue imposible hablar, bajé la mirada apenada, — ¿Pasa algo? —miro a nuestro alrededor, —¿estás bien? — de nuevo pregunto. — huyes de tu novio o ¿algo así?

—Estoy bien, gracias, — y de verdad agradecía que por lo menos alguien que conociera me hablará y bajará está tensión, ¿Conocer? En serio apenas has cruzado unas cuantas palabras con este tipo. Miré detrás, sus amigos estabas a su lado platicando sin percatarse que él estaba entablando unas cuantas palabras conmigo, ironía, con la chica de los claveles, ¿Es enserio?

Sus ojos marrones buscaron los míos, aquellos que iluminan la noche con pequeños rasgos cálidos y amarillos, - ¿Y a todo esto cuál es tu nombre?

—Soy Marilyn, ¿Y el tuyo? — pregunté, mirando nuevamente a mis alrededores pues ese toqué de miedo había desaparecido justo cuando el me habló.

—Me llamo Adiel — respondió, acercando la mano a lo cual respondí estrechándola, —Mucho Gustó, Marilyn —sus manos están cálidas y un poco duras. — Estás helada.

Miré nuestras manos juntas, qué lindo sería tener a alguien así a tu lado, — Eh... sí, eso creo — contesté torpemente, el de nuevo sonrió y entonces sin más preámbulo mi corazón instintivamente palpito más rápido que de costumbre, — Cuando te mire aquél día en kadus Bristo me llamaste mucho la atención.

Espera ¿qué?

El sólo se limitó a sonreír con la boca cerrada, -Vale, - sus ojos seguían sobre mi sin apartarse un segundo.

Silencio...

Mierda.

—Entonces... —Mire para todos los lados posibles ignorando sus ojos preciosos marrones,— Jamás te había visto por estos rumbos.

—Este no es mi sitio, siempre he andado por la ciudad ya sabes... en auto y bueno, no me he interesado en caminar por aquí, pero por alguna extraña razón las cosas cambian. Kadus Bristo, es bueno. — Respondió.

— Ni que lo digas... es delicioso, su sabor, la textura de las bebidas y sobre todo el aroma que desprende de él, es sumamente exquisito. — mi sonrisa no pudo esperarse para salir, recordar aquel lugar me ponía bien.

—Vaya, te encanta esa cafetería.

— Sí, es... es un lugar especial. — respondí, limitándose a preguntar más sobre el tema, habló.

— ¿vienes sola o tu novio sigue buscándote? —de nuevo preguntó, con una enorme sonrisa.

— sí, vengo sola ¿Tiene algo de malo? —Lo mire mal, — ¿Qué tiene que ver el novio? ¿No puedes buscar una plática normal?

Sus ojos marrones me miraron de manera juguetona.

—Ya veo...— levantó las comisuras de sus labios para sonreír. —Tranquila, solamente pregunté, quería ser amable.

Silencio.

—Bueno... — mire el teléfono en mano, — es hora de ir a casa. — gire mi mirada hacia él, su sonrisa no se alejaba de su rostro tan llamativo y claro.

—Nos vemos, — se acercó a mí rápidamente para dejarme un diminuto beso en la mejía.

Sentí mis mejías ruborizarse, —Hasta luego.

Él sólo asintió.

Como pude salí de allí, alejándome los más rápido posible, pero sin parecer desesperada por irme, caminado unos segundos más llegué al paradero para subirme en el autobús y llegar a casa.

Con unas cuantas palabras cruzadas mi corazón andaba loco, mi cabeza estaba llena momentos lindos como sus ojos, sus hoyuelos no hacía más que pensar en él.

¡Malditas drogas!








































"Amor Amargo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora