CAPÍTULO 17

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"Compañeros"

Paré abruptamente al ver como cambiaba de dirección para dirigirse de lado contrario donde se tomaban los autobuses para volver a casa. Le solté, volteo a mí.

—¿Qué pasa?

—allí no se toman los autobuses, —contesté en voz alta mientras la lluvia caí sobre nosotros.

Rio, —lo sé, no soy tonto. —cogió de nuevo mi mano, —iremos a mi auto, te llevare a casa como quedamos.

Él y yo, solos.

Pareció darse cuenta de mi nerviosismo.

—¿confías en mí?

Su pregunta me sorprende.

—si.

Dije sin pensarlo tanto.

—bien, ahora vamos.

Al llegar abre la puerta de su lado, lo dudo, mi ropa está completamente mojada, —anda, sube, no lo pienses tanto.

Y lo hago.

Estando dentro lo cálido nos recibe después de esa fría lluvia, me abrazo tratando de coger un poco de calor del que me falta, el me mira, —¿estás bien?

Mis ojos quedan más asombrados, su cabello rebelde cae sobre su rostro húmedo, haciendo que luzca jodidamente sexy, ese par de lindos ojos marrones me están volviendo loca a cada paso que doy cuando estoy con él, sonríe mostrando esos hoyuelos coquetos y mi corazón sufre más, derritiéndose por completo en sus manos.

Al ver mi cara embobada hacia su rostro no dice nada, estira su mano a los asientos de atrás y me pasa una de sus playeras, —ten, puedes secarte mientras te llevo a casa.

Lo tomo apenada y lo paso por mi rostro, sintiendo su exquisito aroma refrescante, varonil, por ende, cierro los ojos e inhalo con exageración.

Es perfecto.

Lo oigo encender el auto y doy gracias por qué no se dio cuenta de la forma tan acosadora que tome su playera.

Se la cedí antes que diera marcha. —gracias. —dijo, para luego llevarse la playera por la cara tan definido, el cabello y pasarlo ligeramente por su cuello.

Las gotas pequeñas bajan por su piel clara, trago grueso.

¡madre mía!

Voltee de inmediato al darme cuenta que estaba invadiendo su privacidad al mirarle de esa manera, siento como las orejas se me calientan de un momento a otro, el frio se había marchado por unos breves segundos.

Tira aquella ropa atrás y dice, —bien, es hora de volverte a casa.

Esa sonrisa genuina, me hace feliz.

Solo asiento.

El silencio reina, pero no es incómodo, mire el caer de las gotas a través de la ventana, nunca pensé que esto terminaría así, con él, solos, me costaba mucho comprender el sentido de esto.

Si Dennis se entera de esto termina por matarme.

Las luces del camino no alumbran del todo y les difícil abrirse camino por esta fuerte lluvia lo vi vacilar y dice, —esperaremos un poco, —estaciono el auto del lado de un árbol, —no puedo arriesgarme, no visualizo correctamente el camino.

Asentí, —no hay problema.

Tiene razón, es mejor esperar.

Los segundos pasan con lentitud, el ruido de las gotas caer llena el vacío del auto, oigo latir mi corazón con fuerza por la situación en la que nos encontramos y me es imposible controlarlo, estoy apenada por no saber que decir o que hacer ante él, su presciencia me hace perder la razón.

"Amor Amargo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora