Capítulo 1

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Para el mundo era una simple noche de verano, el aire caliente se movía libre por las calles desiertas de la ciudad, las temperaturas habían aumentado demasiado en la última semana y los habitantes de Madrid preferían quedarse en casa, o ir a los centros comerciales huyendo del sofocante calor.

Todo apuntaba a una noche calmada en las calles, pero dentro de las paredes de un edificio situado frente a Plaza España, la calma del exterior no existía. Dentro de uno de los edificios más antiguos de Madrid reinaba el caos, la gran operación había sido descubierta y ahora se enfrentaban a una complicada misión: salvar a su líder, que estaba encerrado en su despacho con su falsa hija, Katherine.

La joven había descubierto la verdad, la mentira que había sido su vida desde que prácticamente tenía memoria, y quería venganza, por ella y por toda la gente que había sufrido a causa de esa farsa. Por culpa de las ansías de poder de Peter, el hombre al que había llamado "papá", al que había querido y admirado, no en vano era su héroe, o eso creía ella, que era un héroe, pero ahora sabía que no era más que un villano. Que la había utilizado para poder controlar a los magos, que las famosas misiones en la que arriesgaba su vida eran realmente cacerías a seres mágicos, y que el objetivo era simplemente recreativo, o al menos ese era uno de los elementos primordiales...

Todo este tiempo se habían burlado de ella.

Aún le costaba creerlo, aunque no demasiado. En algunas ocasiones había sentido miedo por la manera en la que hablaba su padre, de esa manera tan fría y decidida, pero pensaba que era necesario, y que la amenaza requería ese trato para poder ser solventada. Amenaza ¿Cómo podía haber sido tan estúpida? ¿Cómo pudo estar tan ciega?... Pero se acabó, ahora conocía la verdad, y tenía dos cosas claras: Iba a acabar con Peter y buscaría a su gente, a los magos, y los ayudaría, era lo mínimo que podía hacer por ellos teniendo en cuenta lo que les habían hecho las personas que consideraba "su gente".

Y con esas dos convicciones estaba Katherine frente a Peter, encerrados en el despacho del segundo, mirándose desafiantes, expectantes esperando a que uno de los dos hiciera el primer movimiento. Pero ninguno lo hacía, una porque algunos recuerdos asaltaban su mente provocando que los ojos se le llenaran de lágrimas, y el segundo porque no era estúpido, sabía que si hacía algún movimiento Katherine lo tumbaría con un hechizo. Por lo que, debía usar su ingenio y rezar para que eso fuera suficiente, para que la chica que estaba frente a él fuera tan imbécil como para manejarla una última vez. Solo pedía eso, engañarla una vez más, para poder acabar con ella para siempre. Con eso en mente comenzó a pensar la mejor manera para ganar tiempo, porque si conseguía entretenerla lo suficiente podría matarla o, con algo de suerte, sus hombres conseguirían entrar en el despacho para ayudarlo.

-Katherine, por favor- comenzó fingiendo un dolor que no sentía-. Sé que ahora mismo las cosas entre nosotros no están demasiado bien, te sientes utilizada...traicionada, pero podemos hablar las cosas. Intentar volver a lo que éramos antes, una familia.

- ¡Basta ya! - gritó Katherine con voz temblorosa. – Deja de tratarme como una imbécil, porque no lo soy. Puede que consiguieras engañarme durante un tiempo, pero eso se acabó, ahora conozco la verdad y no voy a permitir que me uses; no vas a volver a reírte de mí.

Peter escuchó con falsa seguridad todo lo que decía la joven que había mantenido secuestrada desde que tenía cuatro años, y algo en su mirada le dijo que no iba a poder engañarla, que el poder que tenía sobre ella y la influencia que poseía por eso se acabó. Para siempre. Y que tenía que hacer algo rápido, porque no iba a conseguir el tiempo que tanto ansiaba.

-Hija, te lo pido por favor, deja que te explique lo que ha pasado y el motivo por el que lo hice.

Intentó una última vez la estrategia de hablar, consciente de que la charla estaba a punto de acabar y que lo siguiente sería un enfrentamiento. Katherine entornó los ojos sin poder creerse lo hipócrita y falso que podía llegar a ser ese hombre, aun sabiendo que había sido descubierto intentaba por todos los medios negar lo evidente, y lo que era peor seguía tratándola como si fuera una estúpida niña. Eso provocó que una parte de ella quisiera abofetearlo, sin embargo, se controló y no lo hizo, ahora mismo lo último que quería era tener contacto con ese hombre, sabía que no sería capaz de controlarse y los hombres que están al otro lado de la puerta podían adoptar medidas más drásticas para entrar. Acorralándola en el proceso.

TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora