Los miembros del Consejo Supremo andaban revolucionados para arriba y para abajo, había demasiadas cosas que preparar para el momento de la comparecencia de la princesa, aún faltaban días para que se llevara a cabo, pero era imperioso que todo saliera perfectamente. Ya que en ese momento toda la atención del mundo mágico estaría sobre ellos, por lo que no podían arriesgarse a que algo se saliera del cauce establecido, y esto quería decir que debían realizar la recepción reservada únicamente para los miembros de la realeza; porque cuando cruzara el umbral del Templo lo haría siendo parte de la realeza, y ellos serían los encargados de decidir si al salir continuaba siendo la princesa de los magos, o por el contrario era despojada de su título. Ellos debían tomar la decisión al respecto.
Decisión. Eso era lo que más problemas estaba generando entre los doce Consejeros, para que su palabra tuviera valor debía existir el máximo consenso, los doce tenían que compartir la decisión tomada y defenderla hasta las últimas consecuencias. Pues así lo habían jurado el día que tomaron su cargo como Consejeros, las decisiones debían ser unánimes, no podían arriesgarse a que los enfrentamientos y los pensamientos disidentes cruzaran las puertas del Templo, ya que en tiempos de emergencia eran ellos los encargados de tomar las decisiones y de guiar a los magos por el buen camino, función que habían cumplido desde que los reyes fueron asesinados por Los Cazadores. De eso ya habían pasado dieciocho años, un periodo de tiempo bastante largo, en el que los Consejeros se habían esforzado por mantenerse unidos y cuidar de su gente, pero había ocasiones en las que no valía solo el intentarlo para conseguirlo, y eso era algo que descubrieron al poco tiempo de ocupar el puesto de líder, en un principio pensaron que podrían superar esos contratiempos con el paso del tiempo, pensamiento surgido de su inexperiencia. No obstante, el paso del tiempo demostró que se equivocaban, que no iban a ser capaces de dejar a un lado sus desencuentros, y que el mantener a salvo a los magos era una tarea prácticamente imposible. Por eso cambiaron su estrategia, lo importante era dar una imagen de unidad que en realidad no existía, solo tendrían que interactuar entre ellos durante las reuniones y los actos públicos, el resto del tiempo cada uno iría por su lado, y cuantos menos momentos compartieran mejor.
Esa estrategia les había funcionado, al principio les costó, pues se mostraban bastante tensos cuando estaban todos juntos, pero con el paso de los años aprendieron a disimular su incomodidad, a medida que el rechazo entre ellos crecía. Y en el ámbito de la seguridad de Los Magos, comprendieron rápidamente que carecían de las capacidades para asegurar esa seguridad, por lo que continuaron con el método de la familia real: delegar esa responsabilidad en una empresa externa de esta manera cuando sucedía alguna tragedia el barro no los salpicaba. Y hasta ahora habían funcionado bien, pues antes de una reunión su gente de confianza se encarga de estudiar todos los puntos, entre ellos decidían cuál era la mejor decisión, si votar a favor o en contra de una ley, y les transmitían el voto que debían dar sobre las cuestiones, cuando se reunían fingían durante de unos minutos que debatían, bromeaban y hacían algunas apreciaciones... para luego realizar la votación y marcharse cada uno por el camino por el que vino, olvidándose de los otros once miembros hasta que tuvieran la obligación de verse de nuevo. Pero esta vez no podían proceder de esa manera, pues eran conscientes de que pronto todos los ojos estarían puestos sobre ellos, y que las reuniones que se llevaran a cabo antes, durante, y después de la comparecencia tendrían que hacerse públicas una vez tomada y comunicada la decisión, para que todos los miembros de la sociedad pudieran ver el proceso que se había seguido, y que se habían tenido en cuenta todas las posibles consecuencias. Y por este motivo, y varios años después de su selección, los miembros del Consejo Supremo estaban reunidos en una de las salas secundarias del Templo, pues no querían llamar la atención. Aunque su objetivo se estaba viendo en una grave encrucijada ya que los presentes no dejaban de discutir y de hablar unos por encima de los otros.
ESTÁS LEYENDO
Traición
FantasyKatherine ha vivido engañada toda su vida, las personas que decían ser su familia mentían, sus amigos nunca lo han sido. Todo lo que consideraba real, lo que consideraba su vida, no es más que una farsa, que finalmente se ha desmoronado. Ahora cono...