Capítulo 17

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Peter caminaba por los pasillos de la base jugando con la daga de Ikanob, fingiendo indiferencia, pero siendo plenamente consciente de las miradas de pavor que recibía su arma de todas las personas que pasaban a su lado, y el miedo que emanaban lo divertía, por lo que en algunas ocasiones hacia el amago de lanzársela a cualquiera que pasara por su lado. Por el simple hecho de ver como saltaban asustados y se contenían para no dejar escapar un grito que los dejara en evidencia; e incluso en algunas ocasiones más de uno había perdido el equilibrio cayendo de culo; situación que le divertía porque no eran agentes de campo, pues si viera tal muestra de cobardía en los hombres que había elegido como la cabeza visible de su gremio, acabaría con ellos y con sus familiares sin dudar ni un segundo. Pero como no lo eran estaban de suerte, solo se marcharían con un susto y sabiendo que serían objeto de las risas del líder durante un tiempo, algo insignificante con las consecuencias que podrían sufrir otros.

Y así siguió todo el camino hasta llegar a la sala de control, asustando a todos los que se cruzaban en su camino, pues sorprendentemente hoy se encontraba de buen humor, nada más caer la noche le había llegado una gran noticia, que consiguió que el humor de perros que arrastraba durante el día se esfumara de un plumazo. Parecía que finalmente los incompetentes que tenía a su cargo habían hecho algo bien, pero ahora debían ser cuidadosos, por nada del mundo quería perder la ventaja que había conseguido, y nadie quería arriesgarse a ser el responsable de la pérdida del as en la manga.

Peter entró en la sala, donde se encontraban los creadores de tan brillante idea esperándolo para darle todos los detalles de lo que había sucedido; explicarle el modo en el que podrían proceder de ahora en adelante y marcar los tiempos pertinentes, y no correr riesgos innecesarios. El líder de Los Cazadores tomó asiento presidiendo la mesa, sin hacer caso a los dos asientos libres, sin embargo, los otros presentes sí miraron a los asientos y luego la puerta, pues sabían que ahora trabajaban con otro gremio, y debían estar presentes todos para poder comenzar.

-Esperamos unos minutos y si no han llegado comenzamos, y luego les hacéis un resumen de lo que ha pasado. - Ordenó Peter sorprendiendo a los presentes, quienes estaban seguros de que iba a dar la orden de comenzar de inmediato, sin ni siquiera esperar unos minutos de cortesía.

La sala se quedó en silencio, los hombres nerviosos ya que no todos los días tenías delante de ti al líder, esperando ser informado de un avance tan importante como el que ellos habían conseguido. Y quizá era por ese motivo por el que Peter estaba tan calmado mientras jugaba con su daga entre los dedos, aunque también podría tratarse de una amenaza pasiva: si cometéis un error estáis muertos.

Tras tres minutos de silencio, en el que solo se escuchaba como la hoja metálica de la daga resbalaba entre los dedos de Peter, la puerta de la sala se abrió, dejando ver a un hombre alto, de complexión fuerte, moreno, de pelo castaño con corte militar y ojos negros, vestido con pantalones de pinza marrones y camisa negra de manga larga y remangada. Peter miró al hombre con el ceño fruncido, desafiante, y los dos científicos estuvieron a punto de caerse al suelo de la impresión.

-Tú no eres Mikalia. - aseveró Peter levantándose sin esconder su molestia. - ¿Dónde está?

El hombre entró en la habitación y caminó hasta quedar delante de Peter, estiró la mano a la espera de que este se la estrechara, pero al ver que el líder de Los Cazadores no tenía intención de hacerlo la retiró como si no hubiera pasado nada.

-Me llamó Markus, soy el segundo al mando de Mikalia- explicó con voz profunda-, ha surgido un contratiempo ineludible, por lo que me ha pedido que acuda a la reunión en su lugar y que la informe después.

-De acuerdo. –respondió Peter resoplando y murmurando algo mientras volvía a su asiento. –Antes de comenzar debo pedirle que le notifique a su jefa que cuando no pueda asistir a una reunión y planee enviar a alguien que avise, lo último que queremos es que por falta de entendimiento le hiramos pensando que se trata de un enemigo.

TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora