Capítulo 12

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Atravesaron el camino que llevaba a casa Javier lentamente, si las condiciones en las que se encontraba el sendero dificultaba el transitarlo la cosa iba complicándose a medida que se adentraban más, después de pasar por una explanada. A partir de ese punto la carretera desparecía siendo sustituida por un estrecho sendero que descendía a lo más profundo de un barranco. Katherine al ver como Raven comenzaba a bajar por el estrecho camino la miró alarmada, el acantilado que franqueaba el lado derecho del sendero no le gustaba nada, odiaba las alturas. Además de que el estado del camino no era el mejor, estaba lleno de piedras sueltas y mala hierba, podrían resbalar y rodar hasta el fondo del acantilado.

-Intimida más de lo que realmente es, he bajado por este sendero más veces de las que recuerdo, no hay nada de lo que preocuparse, - la tranquilizó Raven en voz baja, habían comenzado a escuchar el sonido de los animales poco después de adentrarse entre los árboles, y eso la había tranquilizado, en cierta medida, aunque la protectora seguía alerta, no era normal el silencio que habían encontrado al llegar y que ahora de la nada pareciera que la vida había vuelto a La Sierra.

Katherine escuchó el intento de la morena, pero no movió ni un solo músculo, su mirada seguía fija en el acantilado que estaba a su derecha, en su mente no paraban de sucederse imágenes de diferentes caídas. Cosa que no ayudaba a que su miedo se calmara.

-Sé que el acantilado intimida, pero hay una barrera mágica que impide la caída. - añadió, pero al ver que la princesa seguía sin responder, completó. – Mira, te lo voy a demostrar.

La protectora pasó por delante de su protegida dispuesta a probarle que no había nada que temer, que había una barrera mágica que impediría su caída en el caso de que resbalara, estaba a dos pasos del borde del camino cuando la castaña reaccionó, y corrió a agarrarla del brazo antes de que terminara de acercarse al precipicio. Raven al sentir el contacto miró por encima de su hombro, transmitiéndole la confianza que tenía en el hechizo de protección del lugar, y la convicción y tranquilidad que mostraba en su mirada calmó a Katherine, quién tiró levemente del brazo de la otra chica para que se alejara del borde, y comenzaran su descenso.

Bajaron por el sendero con paso cuidadoso y calmado, a pesar del hechizo, ninguna de las dos quería caerse, puede que no corrieran el riesgo de rodar por el acantilado hasta el final del barranco, pero una mala caída podía hacer que se torcieran un tobillo, y el coche estaba bastante lejos como para tener que cargar con una. Media hora después llegaron a un punto en el que el sendero tomaba dos direcciones diferentes, Raven le hizo un gesto a Katherine para que esperara mientras ella se adelantaba un poco para echar un vistazo, en busca de posibles amenazas, todo estaba bien, si no fuera por la maleza que había crecido en el camino, y el extraño silencio que las recibió, diría que todo estaba igual que la última vez que vino.

Tomaron el camino de la izquierda y cinco minutos después estaban observando una pequeña casa de madera de roble, situada en un claro, y franqueada por una valla que en su día había sido blanca, pero con el paso del tiempo el color había ido cayéndose, dejando ver la madera roída por el cambio de las estaciones.

-Vamos, cuanto antes hagamos esto antes podremos marcharnos. – dijo Raven ocultando el malestar que sentía en ese momento.

Las dos jóvenes caminaron hasta la valla, intentaron abrir la puerta, pero estaba cerrada, por lo que tras intercambiar una breve mirada Raven saltó la valla bajo la atónita mirada de Katherine, ella era partidaria de llamar y esperar a que les abrieran, pero la otra chica tenía otros planes en mente. Por lo que, poniendo los ojos en blanco, hizo lo mismo que su protectora, saltó la valla y cuando ya estaba al otro lado farfulló:

-Esto no está bien.

-Hay tantas cosas que no están bien y aun así se hacen.

Replicó sin mirarla comenzando a caminar hacia la entrada de la casita, recorrieron el camino que las separaba de su destino en cuestión de segundos, subieron las escaleras que conducían al rellano y se pararon frente a una puerta de arce negra, Katherine iba a llamar a la puerta, pero Raven se le adelantó, llevó la mano al manillar y lo giró; la puerta se abrió, emitiendo un leve chirrido, dejando entrever un pasillo tenuemente iluminado y sin apenas muebles. La castaña miró a su acompañante dispuesta a reprenderla por su comportamiento, no obstante, no tuvo tiempo de hacerlo, Raven entró en la casa al mismo tiempo que murmuraba algo, tan bajo, que Katherine no fue capaz de entender lo que decía, y tampoco lo preguntó, porque dudaba seriamente de que lo repitiera.

TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora