25
Los ojos de Astrid se abrieron. Miró a sus dos lados y Connor ya no estaba con ella abrazándola. Se removió un poco de la cama acomodando su vestido y agudizó su oído al escuchar una hermosa melodía a unas habitaciones de distancia. Dio un bostezo y se levantó de la cama con pesadez en sus pasos, dirigiéndose hasta el comedor en el cual Connor la estaba esperando con una sonrisa. Observó la mesa decorada y sintió como su corazón sonreía ante el gesto tan romántico que Connor había hecho.
—Cada día me sorprende más, profesor que los clichés sean lo suyo—le sonrió, acercándose hacia él.
Los brazos de Connor se detuvieron en su cintura, acariciando ésta con sus pulgares. Se acercó hasta su oreja, para susurrarle:
—Baila conmigo—pidió, besando el lóbulo de su oreja.
Asintió mientras la canción de Ed Sheeran comenzaba a sonar por toda la sala. Connor desplazó sus manos hasta su cintura, atrayéndola más a él y ella pasaba sus manos por detrás de su cuello uniéndolas. Se concentró en sus ojos y su hermoso color que poseían. Los pulgares de Connor acariciaron con cuidado su cintura, mientras tarareaba la canción en su oído dulcemente. Era todo lo que pudiese esperar de él en esos momentos, para ser sinceros.
Le dio un giro y la apegó nuevamente a su cuerpo, siguiendo con el baile. Adoraba a Astrid, encontraba que mujeres como ella era asombroso de encontrar, sobre todo para un hombre de casi treinta años. Recordaba la primera vez que se conocieron, como los ojos de Astrid miraban asustada a los suyos... Era adorable, sobre todo cuando se ruborizó por primera vez, aquellas eran las veces en la cual más añoraba con besarla. También recordó la primera cena que tuvieron juntos y lo nerviosa que estaba ella. Sonrió mientras acariciaba sus pómulos.
¿Hace cuánto tiempo que no bailaba de esta manera con una mujer? Posiblemente hace muchos años, y había sido diferente cuando estaba con una mujer de la cual no tenía ningún sentimiento, pero Astrid, con Astrid era todo diferente; cuando se miraban era diferente, cuando se abrazaran era parecido a un beso; se entregaba todo lo que necesitaba expresar. No eran tantos los días que habían pasados juntos, pero adoraba pasar tiempo con ella, se sentía vivo y feliz, muy feliz.
Sentir su piel en contacto con la suya era algo fascinante y realmente único, nunca lo había experimentado. Suspiró y apegó su frente a la suya mientras acariciaba su espalda de arriba abajo, suavemente.
Astrid le sonreía ampliamente mientras seguía moviendo sus pies y acariciaba el cabello de Connor. La última vez que bailó de esa manera fue con Colin, hace unos años, cuando su madre se había casado y se necesitaban pareja para su amigo, acepto sin prejuicio, era solo un baile. Pero esta vez era más que diferente, sobre todo al sentir la presencia de la persona que tenía su corazón bombeando tan rápidamente y a sus ojos brillar. Desde que Connor Hurst había respondido su mensaje todo había sido más que diferente, ya sentía algo fuerte en su interior y cuando lo vio por primera vez aquella chispa se expandió aún más.
La música estaba por terminar cuando Connor subió sus manos hasta sus mejillas, atrayéndolo hacia él en un dulce y profundo beso. Adoraba la sensación de sentir sus labios contra los suyos y la manera en la cual se movían en respuesta. Sus labios eran el lugar para que pudiese calmarse, era su calmante personal pero también una nueva droga que estaba adquiriendo en su organismo.
Connor acarició su mejilla con sus largos y finos dedos, de arriba abajo mientras su lengua y la de ella se unían en una perfecta danza. La adoraba, demasiado y solo quería que se quedase con él esa noche abrazándose o cualquier cosa. Se separó de ella, respirando agitadamente esperando que la música se terminara.
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Across Paris
RomanceVivir en París tiene sus complejidades, sobre todo para Astrid, una novata fotógrafa, la cual dedica la mayoría de su tiempo en sacar fotografías por todo París. Las oportunidades nunca han jugado bien con Astrid, siendo rechazada en varias partes a...