05. "Connor Hurst"

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  Astrid abrió sus ojos ante la sorpresa. Cubrió su boca con ambas mano y chilló tan fuerte como pudo. Connor Hurst estaba en la ciudad y sin duda tendría que tomar alguna taza de té con el excéntrico británico. Tropezando, bajó de su cama directo a su computadora, abriendo pestañas para entrar a su correo electrónico, con inquietud. Olive estaba detrás de ella mirando como entraba a su correo y revisaba los mil e-mails que llenaban su bandeja de entrada.

  —No puedo creerlo.

  Estimada Astrid Portinari:

  Me es grato anunciarle que ha sido aceptada dentro de las doce personas para exponer sus más bellas fotografías este 13 de Agosto, a las 18:00. Esperamos que esté presente y poder apreciar sus fotografías.

  Se despide atentamente.

  Connor Hurst.

  Los labios de Astrid se abrieron y seguido mordió nerviosamente su labio inferior. Estaba más que nerviosa y si eso era poco, las emociones que estaba experimentando en ese momento hacían que su cuerpo lanzara una cantidad de chispas. Estaría frente al hombre que le había dado la mejor oportunidad de su vida, y los nervios consumían cada pequeña parte de su organismo.

 Olive miró aún impresionada el correo electrónico enviado hace siete horas, y luego giró rápidamente para ver a su amiga, la cual seguía estupefacta con la noticia. Con sus propios ojos leyó nuevamente el correo electrónico, sin poder creerlo y lo leyó una vez más. Su amiga estaba teniendo la mejor oportunidad de su vida y no podía estar más orgullosa de ella en ese momento.

 —Oh, Astrid. ¡Felicidades, has entrado! —Olive envolvió en sus brazos la anatomía de Astrid, felicitándola por su logro.

  —No puedo creerlo, Ollie. Esto no puede estar sucediendo—cuestionó, Astrid, con una sonrisa.

  Las facciones de Astrid estaban tensas por la emoción y el nerviosismo que tenía en ese momento, definitivamente ese era uno de los días más felices que estaba teniendo en su vida, y todo gracias a una persona: Connor Hurst.

                                                             * * *

  Olive se había retirado en cuanto el reloj principal marcaba las ocho de la noche, por lo cual Astrid no desaprovechó las horas restantes y comenzó a analizar las fotografías que tenía para exponer dentro de dos días en Louvre. Dio un mordisco al panqueque que Olive había preparado para ella antes de irse y prosiguió en busca de las fotografías adecuadas para el día en la exposición.

  Los minutos estaban pasando y Astrid consiguió la elección de sus fotografías, y cuál sería la imagen principal de su exposición; la imagen del hombre que había capturado días atrás sería la llave de su presentación.

  Al anochecer Astrid no hizo nada más que pensar en su oportunidad y que diría cuando estuviese frente a el famoso John Allamand encarándole que estaba allí, cumpliendo sus sueños. Y no hay nada mejor que tu enemigo pueda apreciar cómo estás triunfando y él se esté hundiendo en su propia miseria.

  Cuando finalizó salió de su casa, enviando un mensaje a Rhiannon. Tendría que trabajar las dos últimas horas restantes en la cafetería.

                                                          * * *

  Las clases de su profesor de Historia eran un verdadero fracaso sobretodo porque la mayoría de su clase dormía al contar la famosa vida que tenían los pintores y fotógrafos de épocas pasadas, alrededor de dos o tres siglos atrás. Astrid— a pesar de lo holgazana que se encontraba en ese momento— siguió tomando apuntes sobre lo que decía su profesor Maximilien, si la clase quería reprobar ella no lo haría y seguiría quedando donde estaba, en la Université Paris.

Across ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora