12. "Arrepentimiento"

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  Los ojos de Astrid se abrieron con miedo. Miró hacia su alrededor, percatándose que no estaba en su casa. Se reincorporó en la cama pasando las manos por su cabello, preocupada para creer aquello un sueño. No recordaba nada... Solamente el beso, aquel jodido beso. Alejó el edredón de su cuerpo, seguía con su vestido y su cabeza todavía daba vueltas, ayudándose de la pared para poder desplazarse por la pieza.

  Estaba completamente segura que no estaba en su casa y el pánico se apoderó de ella. No sabía donde mierda se encontraba en ese momento y tenía que salir temprano, llamar a Rhiannon, a Robbie...

  —Buenos días. —Connor Hurst estaba frente a ella vestido con unos jeans de negros y una camiseta blanca. Ella solamente sonrió como pudo, pasando sus manos preocupadamente por su rostro—. Astrid, estás bien. Tranquila.

  —¿C-cómo he llagado acá, Connor? —preguntó atemorizada.

  —Me dijiste que no querías molestar a Olive y me pediste si podías venir...

  —¿Q-qué? Connor lo lamento, no quería molestarte de verdad—dijo, Astrid.

  —Hey, no me has molestado. Estaba preocupado por ti, Astrid. La noche no terminó como se había esperado, pensé que te ibas a... No lo sé. —Las palabras de Connor no fueron posibles de articular, cuando Astrid avanzó hacia él, abrazándolo.

  —Gracias por ayudarme, pensé que me iba a desmayar, me cuesta reaccionar cuando me ocurren esas cosas ­—confesó, Astrid.

  Connor sonrió torcidamente, acariciando la suave cabellera de Astrid. La noche anterior tuvo que resistir en no lanzarse a llorar cuando observó cómo se encontraba. Claro que conocía los ataques de pánico, como el cuerpo dejaba de responder y tu mente reaccionaba ante un peligro inexistente, prolongando aquellos ritmos acelerados en el corazón y miedo. Aunque ver a Astrid también lo bloqueó por completo a él, sintiéndose estúpido por no saber qué hacer.

  —Tranquila, Astrid. —Acarició con dulzura su cabello—. Estas bien, todo está bien.

  —Oh, Connor. De verdad lamento demasiado que hayas tenido que ver aquello la otra noche. Ha sido tan vergonzoso que... Ah, lo siento. N-no sé porqué me sucedió la noche anterior. Todo iba perfecto...—recordó el beso y se detuvo por completo.

  Connor tomó las mejillas de Astrid con delicadeza, sonriéndole.

  —¿Quieres que te lleve a casa? —Ella solamente asintió.

  —¿Qué sucedió con Olive?

  —Se ha ido la noche anterior a la casa de Colin. Te había llamado, preocupada. Le respondí diciendo que te había sucedido aquel percance y me dijo que no había problema, que las llaves estaban bajó el tapiz de la entrada.

  —Dios, muchas gracias, Connor. Y—suspiró—, lamento lo que sucedió la otra noche...

  —Tranquila...

  —Me refiero a lo otro, Connor. —Tragó en seco.

  Las manos de Connor que acariciaban sus mejillas descendieron hasta nivelarlas a la altura de su cadera , asintió haciendo de todos sus esfuerzos para no decir algo estúpido. Astrid se separó de él. Examinándolo. Sus labios se quedaron inmóviles, en una fina línea recta, a causa del silencio y de las miradas que tenían ambos el uno con el otro. Acarició sus brazos, propinándose calor así misma.

  Connor suspiró dolido. Se acercó a ella entechándola nuevamente en sus brazos, tal y como lo había hecho aquella noche. Había sido la mejor noche que había pasado en París en un largo tiempo. Estar con una persona como Astrid Portinari no era algo de poder tener todos los días. Quería repetir aquello.

Across ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora