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—Hemos hecho un comunicado de prensa y las relaciones públicas del palacio lo aprobó. En palabras cortas, tuvimos una operación conjunta entre el FBI y la policía local, hemos aprehendido a un narcotraficante buscado en medio mundo y la operación fue todo un éxito. Tratamos de que no se filtrara el lugar exacto de los hechos, pero tuvimos que dar una dirección general, así no indagan más. Nada de nombres, nada de estado de los criminales. Y lo más importante, nada sobre tu hermana. —le informó Andrea apenas puso un pie en la comisaria.

Lo agradeció, no soportaría que la trataran de forma diferente en esos momentos. Estaba a punto de derrumbarse y un poco de rutina no le haría ningún mal.

—Si estuviéramos en Los Ángeles, los buitres no lo dejarían estar... —agregó Tomás—, pero del palacio aseguran que no tendremos ese problema, algo tipo nuestra palabra es la ley. —lo dijo en tono de mofa, provocando que todos sonrieran un poco.

Si bien podían considerar la operación un éxito: habían recuperado a un rehén vivo y el jefe de la organización estaba muerto, sabían que aquello no había terminado. Alguien había matado a Nathan en medio de su propia gente, dentro de su fortaleza. Y eso convertía a esa persona en un enemigo peligroso.

—¿Alex? —Giró hacia el informático y rogó para que fuera conciso, no se sentía con fuerzas de escuchar su cháchara. Al parecer, eso pudo verse en su rostro, porque el hombre perdió la sonrisa entusiasmada y se puso más serio.

—Nathan tuvo cámaras de seguridad en todos lados, así que tenemos más o menos todo grabado. La cosa es que el asesino debió conocer muy bien la casa, porque siempre está de espaldas, en el mejor de los casos, de perfil. Eso sí, el análisis biométrico excluye al ministro y a los sospechosos que tenemos hasta ahora.

—Déjame ver. —pidió y sintió como Andrea y Tomás también se acercaban a la pantalla.

Alex tenía razón, el tipo se mantenía siempre de espaldas, no se detenía para hablar con nadie y caminaba recto al despacho de Nathan. El sonido no era el mejor y como estaban alejados de la cámara, no pudieron escuchar más que murmullos.

—Voy a mandarlo a nuestro laboratorio, quizá puedan hacer algo más. —explicó Alex, mientras continuaban con el video.

El asesino no dudó a la hora de apretar el gatillo, su mano se mantuvo firme durante todo el proceso. Poner el arma en la mano de Nathan, lo supieron en ese momento, era mera burla, ya que sabía de la existencia de las cámaras. Salió del lugar tan campante como entró, de nuevo manteniéndose fuera del foco, sin dar ni el mínimo indicio de que acabara de matar a una persona.

Ellos llegaron apenas unas horas después, por lo que no fue sorpresa que ninguno de los hombres de Nathan descubriera su cuerpo. Al jefe de la mafia no le gustaba ser molestado a menos que ardiera la tierra.

—¿Puedes volver a poner cuando sale? —preguntó Tomás y Alex lo hizo.

Anabelle trató de ver lo mismo que él, estaba bastante entusiasmado, como si hubiera resuelto un gran misterio, pero no pudo hacerlo.

—¿Qué? —espetó, cansada de su sonrisa de superioridad.

—Claro que tus análisis no darían resultados, amigo, porque nuestro asesino no es un hombre. —explicó, con voz cantarina.

—¿Una mujer? —preguntó.

—Sí. Ese es el caminar de una mujer.

—Vaya, hasta que tu especialidad nos resulta útil en algo. —Anabelle quiso reír ante la réplica de Andrea, pero estaba demasiado nerviosa.

En realidad, Tomás era el único en su equipo que no tenía una especialidad. Andrea era experto en comportamiento humano, Maira era una doctora que había decidido usar su profesión de una manera peculiar, Alex se entendía mejor con la tecnología que con los humanos. Pablo era experto en armas, mientras la misma Anabelle estaba a cargo de las estrategias. Tomás no se destacaba en nada, pero precisamente ese era su valor dentro del equipo. Tenía una vista del mundo especial, se había criado en las calles y a menudo veía cosas que todos los demás pasaban por alto. No se imaginaba resolviendo casos sin él, su aporte siempre era muy importante. Claro, eso no quitaba el hecho que los demás adoraban tomarle el pelo.

Secretos de la corte (Cortes perversas #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora