Capítulo 20: Chica de acero

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La Tierra, 11 días desde Exodus

Un velo oscuro con pequeños destellos de luz cubría el cielo de National City. En el transcurso del día, aglomeraciones de personas salieron a las calles tanto a limpiarlas de los destrozos que dejaron los invasores, como a celebrar la victoria de la humanidad por la Tierra. Los festejos se propagaron hasta el DEO, allí los agentes se abrazaban y aplaudían por el triunfo que tuvieron hace horas. Todos, menos una mujer con un traje rojo y azul, y una capa colgada en sus hombros.

Los ojos azules estaban fijos en el cielo estrellado, su cabeza era ocupada por la incógnita si Mon-El estaba bien o solo había retrasado su destino. El pensamiento del daxamita muriendo en el espacio le trajo recuerdos de su hermana, y de cómo esta había sufrido tal destino. Cerró los ojos con fuerza reprimiendo las lágrimas que comenzaban a pinchar detrás de sus ojos. 

—Debo irme a casa —La rubia abrió los ojos y miró hacia su derecha de donde provenía la voz masculina que la sacó de sus pensamientos. Kara miró a su primo por un tiempo para después soltar un suspiro.

—Lo sé —dijo para luego volver su mirada arriba.

—¿Estás bien?

—Por supuesto —respondió sin apartar la vista del cielo, su primo suspiro.

—No hablo de Mon-El —la rubia lo miró con el ceño fruncido—. Nunca te pregunté como estabas con lo de Alex.

—Sí lo hiciste —el hombre negó.

—Te escribí un mensaje preguntándote como estabas por tu hermana, ¿qué clase de primo hace eso? —dijo con culpa en su voz, su prima le regaló una sonrisa.

—Estoy bien Kal —el Super alzó una ceja sin terminar de convencerse, nuevamente los ojos de la mujer se concentraron en el cielo estrellado mientras soltaba un suspiro—. Dolió mucho en su momento. Pero ahora estoy mejor al saber que no está luchando por sobrevivir allá afuera —el hombre asintió para luego imitar a su prima y mirar hacia arriba.

—¿Y sobre Mon-El? —Kara volvió a mirarlo

—Hice lo correcto.

—Creo que va más allá de hacer lo correcto —el kryptoniano bajó la mirada—. Yo no lo habría hecho.

—No necesitas hacerme sentir mejor.

—No lo hago —volvió a mirarla—. Estoy orgulloso de ti —ahora fue el turno de la rubia de bajar la vista—. Me gustaría pensar que si tuviera que decidir entre Lois y el mundo... —las palaras murieron en la boca del hombre mientras tragaba saliva y pensaba en la posibilidad de que eso le sucediera—. No sé si podría. Eres mucho más fuerte que yo. Más fuerte de lo que yo algún día podría ser.

Las palabras de Kal resonaron en su cabeza. Quería decirle la verdad, quería decirle que la decisión de Mon-El fue difícil, pero había alguien más por quien sí hubiera dejado a todo el planeta a merced de Rhea tan solo para no perderla. Pero no lo hizo, en lugar de eso solo miró a su primo y agradeció sus palabras, le mandó saludos a Lois y vio como este salió volando, dejándole un sentimiento de culpa por no ser honesta con él, y un sentimiento de egoísmo al darse cuenta de que era capaz de hacer cualquier sacrificio, menos si era ella.

—Me has cambiado para siempre —escuchó las palabras de J'onn quien pasaba detrás de ella—. Estoy agradecido de que estés aquí, M'gann.

—Por supuesto que estoy aquí —respondió la marciana blanca que vino a ayudar a combatir la invasión daxamita.

—Y trajiste un ejército contigo —agregó el marciano verde.

Ambos siguieron caminando y se alejaron del alcance auditivo de la kryptoniana. Claro que podía usar su super oído y continuar oyendo la conversación, pero no era entrometida, y prefería que ambos tuvieran su espacio.

Danvers sisters (Supercorp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora