Capítulo 2

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25 de diciembre

Al menos tengo cabeza para decir esas fechas porque las recuerdo muy bien, bueno, exactamente el 24 y cerca de este como hoy.

Recuerdo que era de día, aparentaban ser las 10 de la mañana, quizá esa era la hora, con lo cual debía ya irme a mi casa, ya que me estaba quedando donde mi tía, mi padre había ido conmigo el 24 pero él se fue mucho más temprano que yo.

Aparentaban ser las 4 de la tarde cuando creo que eran las 2 de la tarde, aquel sol era inolvidable, era un sol que calentaba mucho el piso, lo hacía casi intocable a pie descalzo, o así lo veía. Era muy fuerte le maldito sol, ¿Qué me está pasando? ¿Maldito?, Pero si de esa mierda vivimos.

Llegué a casa, estaba con una resaca inolvidable, la primera en toda mi vida, sabiendo que tomaba desde pequeño. Bueno, no soy alcohólico, pero siempre en descuidos de los mayores, iba, les pedía para tomar un poco, y pues, me daban ya ellos estando borrachos o locos.

Mi padre estaba ahí con mi abuela paterna en el trabajo, mi tía me había traído en su carro blanco. Ese negocio era grande, era un establecimiento familiar donde se vendían panes y se distribuían productos de Repostería y esas cosas... Literal, nunca fue de mi interés.

— Miren quién llegó... — Dijo mi abuela con una sonrisa después de haber reído mucho con mi padre, el era como el payaso con dignidad de la familia, lo respetaban mucho, y lo respetan y además hace reír bastante.

Yo solo di una sonrisa con mis ojos entrecerrados junto a una actitud que demostraba cansancio, camine mucho anoche.

No recuerdo que más paso, o que dijeron, el lugar estaba vacío, y para esos momentos, Venezuela estaba decayendo en vida, no había literal, nadie, nadie en la calle.

El negocio estaba cerca de casa, como a unos 30 pasos de casa, con lo cual podía ir y venir cuando se me viniera en gana, pero no era así. Ñeh, son tantas cosas que me devían del verdadero tema que hasta me da flojera contarlas.

Llegué a mi cuarto, tiré mi bolso hacia la cesta de ropa la cual estaba un poco desordenada. Obvio, ropa sucia. Me cambié de ropa a una más cómoda, un short, sin camisa, y a relajarme a ver televisión.

En esos tiempos estaba enamorado de una chica llamada "Virginia Córdoba" de 13 años, me había enamorado muy profundamente de ella, y sentía depender de ella para sonreír, porque mi depresión era bastante, sin embargo mi propio cuerpo y mente trataban que así no fuera sin yo darme cuenta, no debía depender de ella, o de alguien.

Ella es otra historia diferente, vaya, si que me pasan cosas estúpidas y raras en la vida.

Después del dia siguiente de 25 de diciembre, empecé a trabajar normal en el negocio familiar, para ganarme otra vez la botella y esta vez para el 31, debía hacer todo bien.

Lo hice, 31 de diciembre de 2020, fecha en la que me sentí decepcionado, pero con ganas de más.

Era de tarde, un poco más de las 2 pm, El sol estaba igual que el 25 de diciembre, pero a diferencia que hoy si había gente en la calle rondando. Esta fecha fue un poco fuerte, pero a la vez, buena, me gustó pero también me hizo sentir triste.

Mi padre, estaba conmigo ahí, todo el día, salí con él a comprar la botella de Sangría, pero en el camino nos encontramos con una promoción, no recuerdo muy bien el precio, estaba como a 5 dólares o 10 dólares el combo, no lo recuerdo, era una promoción de 1 botella de seguramente litro y medio o dos litros de Sangría, no me interesaba la cantidad, sino la calidad; una Coca- Cola de, puta madre no de cuántos litros eran; y una caja de cigarrillos.

Hasta llevarte a París [Concluído]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora