capítulo 12

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Quizá no pueda contar con exactitud todo lo que pasó, día por día aunque así quisiera que fuera, pero mi mente y con el paso del tiempo me lo fue impidiendo más.

Me disculpo por eso.

El domingo había salido, en la tarde, quizá a las 4 PM, el sol estaba en un punto donde todo tenía una sensación única, creo que fue hoy el día que marcaría un momento en mi vida, el cual si repito, solo me recordará a ella.

Sí, el simple hecho de que hubiera salido en la tarde queriendo ir a la casa de Michell pero cambiando de rumbo hacia la casa de Belinda, en este sol que dejaba un color en el camino tan único y amarillo me hizo jamás olvidar este momento.

Pasar por esas calles, hasta llegar a aquella esquina, mirar la carretera que iba hacia abajo y buscar la casa de Belinda a esa distancia, la casa azul, y de inmediato caminar hacia ella, eso nunca esperé quedarmelo como una pieza de mi alma.

Si era durante días, salía a esa hora, solo a ver a Belinda, de vez en cuando iba a que Michell a saludarla, me quedaba ahí unos minutos y luego bajaba hasta dónde podría siempre encontrar a Belinda. Maldito nombre tan hermoso, y ella fue la primera con ese nombre en mi vida.

De vez en cuando salíamos con Alejandro, mi mejor amigo Gay, Veruska, la mejor amiga de Alejandro, Belinda y yo, Michell nunca estaba con nosotros, quizá con su novio Miguel Ángel, sí, no sé si hablé de ellos pero es el mismo con el que se estaba hablando aquella vez en la noche, y si no hablé de eso, algún día lo haré.

— Ay no, que aburrido — Dijo Alejandro sentado en frente de Belinda colocando una mano en su mentón para poner todo el peso de su cabeza en él.

Estábamos el cuarteto (Alejandro, Veruska, Belinda y yo) en la casa de Alejandro, el patio, no es la primera vez que habíamos venido aquí, y quizá no recuerde bien toda esta escena. La oscuridad el patio era profunda, en la noche bajo un árbol donde ni una luz se asomaba mas que la de la luna (que ni alumbraba tanto) era difícil, casi no nos podíamos ver, excepto por algunas luces y mi teléfono, Veruska estaba jugando Minecraft tal como una niña de 13 común y aburrida.

— ¿Qué haces Alexander? — Continuó Alejandro mirando a un chico que estaba ahí jugando con su teléfono a un juego que creo que dijo era Call of Duty Mobile. Además, no recuerdo bien su nombre, pero digamos que su nombre es Alexander.

Él es un chico alto, pelo ruloso, tenía un físico notable, Moreno, pero es todo lo que pude detallar en la oscuridad.

— Jugando Call of Duty — respondió sin mirar a otro lado más que a su teléfono.

— Darío, ese es ...(¿?) — Me mencionó una marca de teléfono que ahora no recuerdo, después le preguntaré — Esa marca es buenísima.

— ¿Si? — respondí mientras que buscaba la mano de Belinda para entrelazarme.

— Estos teléfonos son rápidos, y soportan mucho. Este juego pesa casi 10 gb (gigabytes/ 1.000 mb) y lo corre sin problemas — Confesó levantando la vista dándomela a mi.

— Mierda, ¿Y cuánto te costó? — Pregunté interesado. Había encontrado la mano de Belinda, pero como hacía desde que volví a verla, al darse cuenta de que la sujetaba me quitaba la mano, solo que yo era muy insistente.

— 120 dólares, creo, na'guará, no recuerdo bien — respondió confuso dándole la vista otra vez a su teléfono.

— Hmmm... Ya — Respondí a eso.

Hasta llevarte a París [Concluído]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora