I
Sabía que el verano llegaba a su fin cuando los primeros días de septiembre se asomaban. El otoño cada vez más cerca y si, una nueva etapa: la universidad. Era la principal razón por la que este verano tenía un tinte diferente, poco conocido.
Existían ciertas rutinas que darían un giro de trescientos sesenta grados ya que no volvería a la preparatoria al comenzar el semestre. Este sería uno de mis últimos veranos tranquilos antes de emprender mi travesía hacia la universidad de Yale para estudiar la carrera que me gusta: medicina, claro.
No era un secreto mi elección, ya que mis padres y toda mi familia desde antaño eran médicos así que ¿Qué otra cosa se me podía ocurrir hacer a mí? ¿Qué otra carrera despertaría mi interés? Desde que tengo memoria me adentré en ese mundo y la verdad es que he logrado aprender todo y más de lo que debería sobre un hospital y su gente. Ese contacto tan cercano hizo que lo único en lo que quisiera pensar es en estudiarla.
Y aquí estaba yo... empacaba todo para irme a ese campus que me esperaba al otro lado del país.
¡Ah! pequeño detalle que olvidé mencionar... en ese tiempo residía en los Ángeles, California. Así es, la ciudad de la fama y el cine.
Verdaderamente no quería irme hasta Connecticut, pero tenía que ser Yale porque mis padres fueron a Yale y para ellos era una tradición familiar.
Si de lo que yo deseaba se trataba todo esto pues prefería Stanford: primero, porque mis amigos de toda la vida estudiarán abogacía ahí y no tendría que separarme de ellos por quién sabe cuánto ¿seis/siete años? Es que medicina es tan larga.
Jane enfócate ¿En qué estabas? Ah sí.
Y segundo, que Stanford estaba en mi estado natal: California, y no me sentiría tan lejos de casa.
Pero no... Discutir con mis padres era como hablar con las paredes. La terquedad y la rigurosidad en sus órdenes me ponía los pelos de punta.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por mi querida madre, quién se asomó a mi cuarto y golpeó la puerta entreabierta.
La miré por un instante—pasa—concedí.
Un silencio un tanto cómodo y reflexivo reinó entre nosotras. Era como sí parte de ese ambiente silencioso acompañara a la calidez y armonía que caracterizaban a la apaciguada personalidad de mi progenitora.
—Es muy triste ver esta habitación vacía— habló por fin.
—Tampoco es que vengas mucho a casa—respondí con sutileza.
No quería ofenderla, ella lo sabe porque nunca le recriminé que no estuviera siempre. Entendía a la perfección cuáles eran sus prioridades.
Esa era la principal desventaja de ser hija de médicos, tus padres viven en el hospital y tú te crías casi que sin ellos.
ESTÁS LEYENDO
Érase una vez... Romeo Y Julieta© (+18)-✔️COMPLETA✔️
RomanceLIBRO 1 DE LA SAGA DESTINADOS: Ser estudiante universitario no es fácil y menos cuando la carrera que escogiste es medicina. Esta historia, mi historia, surgió con la existencia de una simple regla que me sugirieron seguir al pie de la letra si no...