LIBRO 1 DE LA SAGA DESTINADOS:
Ser estudiante universitario no es fácil y menos cuando la carrera que escogiste es medicina.
Esta historia, mi historia, surgió con la existencia de una simple regla que me sugirieron seguir al pie de la letra si no...
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ETHAN
La vuelta al campus no tuvo mayores inconvenientes. Me enfocaba en el camino y en mis pensamientos.
Había compartido mi última fogata universitaria junto a mi novia, algo que nunca hubiera imaginado.
Era consciente de que nos habíamos apresurado un poco en la relación, pero no me arrepentía.
Estar con ella era un regalo que valoraba a cada minuto.
—Amor— Jane llamó mi atención mientras su mirada preocupada yacía en la ventanilla. —Creo que el auto que pasamos del accidente era el de Sofía. Estoy segura.
Ni siquiera me había percatado de que había un accidente. — Seguramente es el mismo modelo, vi que Sofía y Jessica todavía se encontraban en la fiesta cuando nos fuimos.
—Si tú lo dices—se encogió de hombros. —No es que mucho a mi me importe lo que esas dos hagan.
—Sí, a mi tampoco. Es decir... me alegro que Sofía se haya arrepentido y se haya dado cuenta de todo el mal que nos hizo, aunque, eso no quita el hecho de que la quiero bien lejos y, sobre todo, lejos de ti. No permitiré que te dañe de nuevo.
—Tranquilo, mi niño de ojitos esmeralda—acarició mi mano. —Eso no volverá a pasar.
La miré y esbocé una grata sonrisa. — ¿Hoy dormirás en tu habitación?
Asintió. — Mañana vienen mis padres y quiero recibirlos.
Abrí mis ojos como platos. —¿Ambos? Es decir... ¿Voy a conocer a tu padre? No es que no los conozca ya, pero es que nunca me presentaste ante él como tú novio. ¡Diablos! Ahora si que estoy nervioso.
Acarició mi mejilla y mostró una sonrisa completa. — Si, estoy lista para ello.
—Te besaría ahora mismo, pero, estoy manejando.
—Lo sé—admitió y, para calmarme, se acercó hasta mi mejilla dejando en ella un beso delicado y afectuoso. —Tú conduce, que yo espero por tus besos.
Tras dejar a Jane en la puerta de su habitación, me retiré a descansar en mi apartamento.
Ahora que hago memoria, es chistoso recordar que, tantas veces atrás, nos despedíamos en la entrada de la residencia.
Eso se terminó. Ya no teníamos porque ocultarnos.
—Te veré mañana, doctor Collins. — Amo que me llame así. Besé sus labios con ternura y anhelo.
—Te veré mañana, mi Julieta.
En ese ambiente tan cursi e ideal, nos despedimos. Debíamos descansar para el gran día.
Mi gran día.
El que esperé por 5 años.
Estoy orgulloso de haberlo logrado. Sin embargo, sería un mentiroso si me llevara todo el crédito. Jane puso muchos granitos de arena para darme las fuerzas y la confianza que necesitaba en este último tiempo.
