Capítulo 26: Cumpleaños (extra largo)(Reeditado)

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Tres meses después

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Tres meses después.

Abril... Mi mes favorito en el año.

Para el resto de la población mundial puede resultar en un mes común y corriente. Para mi, es especial ya que es el mes de mi cumpleaños

En estos pocos meses, las cosas habían estado más que bien.

En lo que respecta a mi desconocido, estábamos juntos y tuvimos la suerte de compartir momentos increíbles; incluso festejamos los 6 meses que pasaron desde el día que nos conocimos en aquella fiesta de verano y donde todo empezó.

En cuanto a lo académico, no podía negar que todo tenía un curso muy positivo para mi. Le agarré cierto cariño a bioquímica. Al final, me gustó más que anatomía.

Para cerrar con broche de oro, la doctora Sánchez y el doctor Wilson estaban tan contentos con mi desempeño, que me habían otorgado el privilegio de hacer algunas guardias con ellos.

Hecho que no hacía otra cosa que sentirme muy orgullosa de mi misma y de los frutos que estaba cosechando como resultado de mi esfuerzo.

Ethan no influenció en absoluto. Lo único que hacía era presionarme para que yo fuera más exigente conmigo misma.

Jamás me atrevería a decir que algo de lo que tengo lo conseguí por estar con él. Eso nunca... todo fue por mérito propio.

Y en cuanto a anatomía... solamente diré que con Ethan como novio es imposible que me vaya mal.

En relación con las brujas Vizcachas de pacotilla, presentamos una queja por acoso estudiantil. Por desgracia, sus contactos impidieron que las expulsaron. No obstante, conseguimos que no se acerquen a nosotros.

Como Ethan lo había pronosticado, eventualmente, en la universidad, empezaron a correr ciertos rumores de que estábamos saliendo.

El problema real se presentó cuando estos llegaron a manos de los jefes de las Cátedras. Tomaron acciones citándonos a ambos por separado para confirmar si la teoría era cierta o no.

No hace falta aclarar que negamos todo y, para disuadir las acusaciones, manifestamos que éramos amigos de toda la vida y nos conocíamos desde la infancia; lo que, parcialmente, era cierto.

Por estas razones, nuestros encuentros se volvieron más prohibidos que nunca.

A los profesores no les importaba que saliéramos (era una cuestión de moralidad social). El hecho ilícito radica en que, de haberlo admitirlo delante de los docentes, estos estarían obligados a cambiarme de cohorte para evitar problemas éticos en cuanto a mi enseñanza.

Es un caso similar al de los docentes que tienen hijos en la universidad. Ellos no pueden evaluarlos ni impartirles lecciones, ya que los resultados de desempeño de las mismas podrían contener ciertos sesgos de subjetividad.

Érase una vez... Romeo Y Julieta© (+18)-✔️COMPLETA✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora