Las mentiras del amor
Capítulo 129 de Noviembre 2020
20:33
Roberto: — ¿Romper corazones te hace sentir mejor? ¡Respóndeme!
- Mi mejor amigo gritaba al golpear la puerta de mi departamento, se escuchaba su llanto y podía sentir su ira al reclamarme.
Verónica: — Por favor cálmate, necesito que me escuches y puedas entender las cosas.
- Había decidido dejarlo pasar y hablar con él, aunque eso significaba tener que darle más detalles sobre la relación.
Y así fue cómo aquella noche tomé la mejor decisión de mi vida...
Pero para poder entenderla, debo regresar el casete y recordar en dónde comenzó el daño.
—Esta es mi nefasta vida, posiblemente me odien, y también habrá quien se identifique.
Mi nombre es Verónica Téllez, una especialista en mentiras, cuando se trata de amor.Verano del 2018
07:13 am
— Me dirigía a mi trabajo, y como todos los días, pasé a la cafetería de la esquina.
"Mrs café" mi lugar favorito, el único lugar dónde me recibían alegremente con los buenos días.
Mesera: — Doctora, excelente día ¿Preparado especial?
Verónica: — Sí, por favor. Excelente inicio de semana.
Mesera: — En un momento le entrego su orden, doctora.
Verónica: — Disculpa, ¿Aún puedo cambiar la orden?
Mesera: — Claro, dígame.
Verónica: — Hoy quiero un café latte y un panquecillo con relleno de chocolate.
Mesera: — ¿Desea agregar algo más?
Verónica: — Eh, no. Sería todo, gracias.
- Esa mañana era diferente, empezando por cambiar mi tradicional café espresso y mi pastel de queso.
Aunque lo mejor estaba por empezar...
— Miré el reloj, aún tenía tiempo suficiente para llegar al trabajo.
Esperé un momento en lo que entregaban mi orden, y pude observar como se acercaba un grupo de personas y entraron a la cafetería.
Supuse eran amigos, ya que iban riendo sobre lo que contaban entre sí.
Mi atención fue por una de las chicas, sólo sonreía al escuchar a sus amigos mientras estaba en el teléfono, supongo que en chat.
Pude escuchar el sonido de mensajes, y por unos minutos la observé.
Mesera: — Aquí tiene su orden, doctora.
Verónica: — Gracias, muy amable. — Sonreí al responder —
- Mi teléfono comenzó a sonar y decidí sentarme en una de las mesas que estaban afuera del lugar.
Verónica: — ¿Aló?
Roberto: — Dime que sigues en la cafetería, estoy a una cuadra.
Verónica: — Estaba por irme, pero acabo de ocupar una mesa. Date prisa, pediré tu orden.
Roberto: — Estoy cerca, americano y pay de queso por favor.
— Finalice la llamada y entré de nuevo a la cafetería. No pude evitar mirarla, algo en ella había despertado mi interés, obviamente no podía ignorar lo hermosa que era.
Roberto: — ¡Ya estoy aquí doctora corazones!
— Exclamó al acercarse para abrazarme —
Verónica: — ¿Doctora corazones?
Roberto: — Sólo te molesto, tienes admiradoras pero a ninguna le aceptas una invitación.
Verónica: — Prefiero estar sola...
Roberto: – Tengo la esperanza de que algún día te veré sonreír y tu mirada volverá a tener ese brillo especial.
Verónica: — Puede ser, pero ya es hora de irnos o tu ficha tendrá retardo.
- Nos acercábamos a la puerta y el grupo de chicos se adelantaron en salir, nosotros íbamos detrás de ellos y al estar afuera...
Ellos se dirigían hacia la otra avenida, sonreí al verla retirarse y lo despistada que era. Por lo que me percaté que había dejado caer un sobre de su bolso.
Inmediatamente me apresuré para alcanzarla. Verónica: — ¡Espera! Se te cayó esto...
- Giró de inmediato y me dio las gracias al entregárselo.
En ese momento me pregunté si el amor a primera vista en realidad existía, por que no entendía tal reacción que había provocado en mí, al tenerte de frente.
Y es que se veía radiante con sus gafas, su cabello recogido y aquel colgante de una estrella que le hacía ver espectacular.
Alcancé a visualizar el contorno de sus labios al decir: gracias, con una sonrisa fantástica. Tuvimos un pequeño rose en las manos al entregarle el sobre, no demoró en girar a ver a sus amigos y decidió avanzar para alcanzarlos.
Me quedé viendo fijamente como se alejaba, me preguntaba cómo se llamaba, de dónde era...
Roberto: — ¡Hola, sigo aquí!
Verónica: — ¿Qué decías? — Le respondía sin dejar de mirarla —
Roberto: — Te perdiste, no dejas de ver a la chica. ¿Te gustó?
Verónica: — No, sólo me quedé pensando, eso es todo.
- Avanzamos hasta llegar a la clínica, aplicamos asistencia y nos dirigíamos a nuestra área.
Roberto: — ¿Tomamos café antes de empezar?
Verónica: — Sería lo mejor, al parecer tendremos un día muy largo...
Roberto: - ¿Por qué lo dices?
Verónica: — Hubieron muchos ingresos este fin de semana, el reporte es extenso por lo que estoy observando.
Roberto: — Vaya inicio de jornada, disfrutaré de mi café.
- Nos dirigimos a la sala de descanso y comencé a probar mi panquecillo.
Roberto: — ¿Y a qué se debe el cambio de tu panquecillo?
Verónica: — No sé, hoy quise algo diferente, de hecho compré un latte.
Roberto: — Eso es raro, bueno, todo en ti es raro.
Verónica: — Ignorare tu comentario, aún así te quiero.
Roberto: — Jajaja, lo sé. Sin mi no puedes vivir mi vida, aunque digas lo contrario.
Verónica: — Jajajaja si claro, sólo que...
- Se solicita apoyo en el área de urgencias, paramédicos reportan varias personas heridas.
— Esa era la voz de la jefa de enfermería, así que dejamos todo y salimos corriendo para recibir a las personas.
Y así comenzó aquel lunes...
Me mantuve con su imagen en mi cabeza todo el día, bueno, en realidad pasaron semanas y no hubo ni un día en que no la recordara.
Incluso llegue a dibujar sus pocos rasgos que noté en ese momento que la tuve tan cerca.
En varias ocasiones llegaba muy temprano a la cafetería para ver si la volvía a ver, pensaba que trabajaba cerca o vivía por la zona.
Me había dado por vencida a volver a verle, sin imaginarme que el día menos pensado sucedería.Jueves 02 de Agosto
6:40 am
Me encontraba en mi trabajo, cubría mi guardia en la clínica cuando ví llegar a los paramédicos, llevaban a 4 personas que habían sufrido un accidente automovilístico acausa de una convulsión que tuvo el chófer del transporte.
Inmediatamente me preparé, asistí en el momento y me lleve la sorpresa de que una de las personas era ella...
La chica de aquel día, a la que deseaba ver, pero no de esa manera.
Solicité apoyo y fue intervenida quirúrgicamente, salí a sala de espera en busca de familiares y no había nadie.
Solicité a la trabajadora social hiciera un reporte, que de alguna manera sus familiares pudieran saber de ella.
Mi guardia terminaba y ella aún sola, ni amigos ni familia. No podía irme a descansar sin sentirme tranquila que alguien había a su cuidado, decidí ese día quedarme ahí en la clínica y ahí me dispuse a descansar a lado de su camilla.
Escuché que la puerta se deslizó y era la trabajadora social para darme informes.
Trabajadora social: — Doctora Tellez, parece que la paciente es nueva en la ciudad y no tiene familiares cerca.
Verónica: — ¿Cómo obtuvo la información?
Trabajadora social: — Sus compañeros de trabajo llegaron a preguntar sobre su estado.
Verónica: — ¿Aún se encuentran aquí?
Trabajadora social: — Sí, doctora.
Verónica: — Por favor dígales que en un momento hablo con ellos, gracias por informarme.
Trabajadora social: — De nada, me paso a retirar.
— Observé como dormia, aún estaba con los efectos de la anestesia.
Sonreí al verle, aunque también me preocupaba saber que se encontraba sola.
Salí a hablar con sus amigos y les dí los informes requeridos, una de sus amigas se ofreció a quedarse con ella y yo tuve tiempo de ir a casa a descansar, en el camino pensaba en la posibilidad de quedarme a cuidarle.
Sabía que no hacía bien porque no le conocía, y porque no podía involucrar trabajo con lo personal.
Pero verdaderamente me importaba, así que me pasaría día y noche en la clínica para estar al pendiente de ella.
Al llegar al departamento tuve una llamada.
Roberto: — ¿Estás bien? Me acaba de decir la jefa de turno que te quedaste unas horas extras.
Verónica: — Sí, todo bien, mañana te cuento.
Roberto: — De acuerdo, descansa. Te veo mañana, te quiero.
Verónica: – Te quiero, chao...
– Fui dejando mis cosas conforme llegaba a mi habitación, y al ver mi cama, me dejé caer y quedé dormida de inmediato.
Por la mañana el despertador sonó a las 5:00 am y volvía a mi vida diaria.
Salir con tiempo y así pasar a la cafetería, estando ahí recordé el día en que la vi por primera vez y estaba decidida en ayudarla.
Regresé a mi turno, solicité reportes y me dirigí a su habitación.
Verónica: — Buenos días. – Exclamé al deslizar la puerta –
- Ambas respondieron los buenos días.
Verónica: — Me presento, soy la doctora Tellez, estaré a cargo de tu valoración y atención, por supuesto.
Me indicas tu nombre completo por favor.
– Mientras hablaba, mi mirada estaba fija sobre mi tabla de anotaciones, hasta que escuché su voz.
— Any, me llamo Any Torres.
Verónica: — Muy bien Any, voy a revisarte.
— Comencé a revisar sus reflejos, su temperatura, y anoté observaciones.
Ella no dejaba de verme a los ojos y miraba a su amiga.
Verónica: — ¿Me recuerdas?
Any: — Sí, claro. La chica de la cafetería.
– Sonreí, y le miré a los ojos –
Verónica: — ¿Cómo te sientes Any? Veo que tienes compañía, ¿Tus familiares están cerca?
Any: — Me duele la cabeza y la pierna. Mi familia está lejos, aquí estoy sola en la ciudad.
Verónica: — Entiendo, aplicaremos para el dolor, tuviste una ruptura del peroné por ello tuviste que ser intervenida quirúrgicamente y lamento decirte que el proceso de recuperación será un poco lento, tendrás que llevar fisioterapia, ya te explicaré con más detalles.
Any: — ¿Es decir que me quedaré aquí por varios días?
Verónica: — Exactamente, habrá que esperar tu evolución e indicaciones del médico que realizó la operación.
- Se quedó en silencio y con una mirada triste.
— Tranquila Any, yo te ayudaré en lo que pueda, saliendo del trabajo puedo venir a hacerte compañía.
– Le decía su amiga mientras tomaba su mano, de igual modo me quedaba viendo como pidiendo que dijera algo de ayuda –
Verónica: — Any, si no puede venir algún familiar no pasa nada, incluso yo te puedo cuidar también.
Ánimo, necesitas mantenerte positiva para que tú recuperación sea pronto.
— Comenté para dar apoyo a su amiga –
Verónica: — Les dejo un momento, compermiso.
- Salí de la habitación, aún más preocupada al saber que se encontraba sola.
Sentía que mi deber era ayudarle y mantener firme mi postura de estar ahí para ella.
Al menos ya sabía su nombre y podría conocerle más, aunque no eran las mejores condiciones.Derechos reservados
Finita Chávez
Sigue mi página en Facebook
Loscoloresdeunalesbiana
ESTÁS LEYENDO
Las mentiras del amor
Short Story¿Quieren saber cómo mentirle al corazón? Esta es una y mil razones para leer. Verónica es una chica que pierde a sus padres y se encuentra en algo enredado llamado amor.