Las mentiras del amor Capítulo 30

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Las mentiras del amor
Capítulo 30

Habíamos terminado de cenar, mis padrinos estaban felices de que estuviera en su casa, habían pasado varios meses que no llegaba.
La noche parecía larga en plena tormenta, decidí esperar hasta que dejara de llover y así poder ir a mi departamento.

Doctor Esteban: — ¿Tú sabías que Roberto tenía una relación con la doctora Patricia?
– Comenzó a cuestionarme al sentarnos en la sala –
Verónica: — Sí, me comentó que ya se conocían tras coincidir en algunos congresos.
Doctor Esteban: — Me sorprendió verlos juntos tan pronto, no sabía que ya se conocían fuera de la clínica.
Maribel: — Los debes invitar a cenar, cuando Vero nos presente a su novia.
Doctor Esteban: — Por supuesto, mujer.
Verónica: — Yo me encargo de eso, no se preocupen. 
Maribel: — ¿Y cómo se llama tu novia?
– En ese momento no sabía que decir, puesto que mi padrino se daría cuenta de la paciente de la cama 33 –
Verónica: — Eh, se llama...
– Mi padrino no dejaba de verme fijamente –
Verónica: — Se llama Any, ya en su momento la conocerán.
Doctor Esteban: — Acaso es la chica...
– En ese momento hubo un rayo muy fuerte y nos quedamos en silencio.
Ellos comenzaron a buscar lámparas por si la luz eléctrica fallaba, se olvidaron de hacer más preguntas.
– Recibí un mensaje de Any –
《¿Ya estás en casa? Me preocupa que andes fuera así con esta tormenta》.
– Le respondí –
《Sigo en casa de mis padrinos, espero que amenore la lluvia para ir al departamento.
Te aviso cuando esté ahí, besos 》.
– Comenzar a recibir mensajes de ella, provocaba que sonriera al ver el teléfono.

Tiempo después, la lluvia comenzó a disminuir y decidí ir al departamento.
Me despedi de mis padrinos y emprendí mi camino....
Al llegar al edificio, estaba por ocupar el elevador cuando Patricia apareció con bolsas en los brazos y toda empapada.
Verónica: — Permíteme ayudarte... Mira cómo estás.
Patricia: — Gracias, créeme que quise esperar que dejara de llover, pero me desespere y me aventuré a caminar hasta tomar taxi.
Verónica: — Me hubieses llamado, ¿Dónde está Roberto?
Patricia: — Supuse que seguías ocupada, Roberto fue a casa de sus papás.
Verónica: — Vamos a mi departamento, necesitas cambiarte y te preparé un té.
– Salimos del elevador y nos dirigimos a mi departamento –
Verónica: — Toma una ducha caliente y usa la ropa que desees...
Patricia: — ¡Gracias!
– Preparé café para mí, y el té para Patricia, mientras ell salía de la ducha, decidí llamarle a Any.
Verónica: — Hola... ¿Cómo te sientes?
Any: — Hola, estoy bien, preocupada por tí. ¿Ya estás en casa?
Verónica: — Sí, hace poco llegué, ¿Sigues sola?
Any: — No, Yessenia está aquí conmigo.
Verónica: — Bien, ¿Cenaste?
Any: — Sí, Yessi trajo cena...
Verónica: — ¿Ya le contaste sobre nuestro noviazgo?
Any: — Fue lo primero que le conté en cuánto llegó, está emocionada por las dos.
Verónica: — Que bien, me la saludas por favor.
Any: — Claro, con gusto... ¿Vendrás mañana?
Verónica: — Sí, corazón. Mañana iré a verte, ¿Necesitas algo?
– Patricia salió de la habitación –
Patricia: — Ocupé una toalla y ...
– Le hice señas de que estaba en llamada, así que se quedó en silencio mientras le servía té.
Any: — ¿Estás con alguien?  Escuché la voz de...
Verónica: — Sí, la novia de Roberto está aquí,  es mi vecina.
Any: — Que bien, entonces te dejo platicar a gusto y mañana te veo.
Verónica: — De acuerdo, descansa corazón. Nos vemos mañana, si necesitas algo, me llamas.
Any: — Te necesito a tí...
Verónica: — Mañana estaré ahí...
Any: — Bonita noche...
– Se escucharon unos besos, antes de finalizar la llamada –.
Patricia: — ¿Y eso?
– Tomaba su té –
Verónica: — ¿Eso? Eh, fueron unos besos...
Patricia: — Los escuché, ¿Pero de quién?
No es que me guste el chisme, pero la curiosidad, ya sabes...
– Sonreí, me serví una taza de café y me dirigí a la sala –
Verónica: — Any me pidió ser su novia...
Patricia: — ¿Qué? ¿Y cómo fue? Espera... Ustedes ya habían discutido, cómo es que...
Verónica: — Ya sé, créeme que es extraño contar esto después de todo lo que ha pasado.
Pero después de tener una extensa plática sobre su vida, decidimos formalizar.
Patricia: — ¿Supiste que ocultaba? Dime que sí, y que no te aventuraste a que el tiempo te lo muestre.
– Me quedé en silencio –
Verónica: — El gran misterio de Any, es estar casada...
Patricia: — ¿Y cómo es que son novias? No entiendo...
Verónica: — Es largo de contar, pero haré un resumen.
Patricia: — Te escucho, deja me acomodo porque me duele la espalda...
Verónica: — Vamos a la habitación, te voy a colocar un gel mientras te cuento.
– Nos retiramos de la sala y entramos a la habitación, coloqué música para hacer más relajada la plática.
Patricia: — Me tienes en suspenso, cuéntame ya...
Verónica: — Espera, hay tiempo suficiente.
– Comencé a aplicarle gel en la espalda mientras le daba leve masaje, la lluvia se hacía presente cada vez con más fuerza y la luz eléctrica se detuvo en general.
Patricia: — Ay no, dime que si tienes velas, dime que sí por favor...
Verónica: — Ja, ja, ja... ¿Miedo?
Patricia: — ¡No te burles!
Verónica: — Tranquila, el edificio tiene planta energética, en unos minutos la restablecen.
Patricia: — Haz que la espera no sea tan difícil, y cuéntame lo de Any.
Verónica: — De acuerdo, Any está casada con una chica que se encuentra en una clínica de salud mental.
Patricia: — Eso es fuerte... ¿Y cómo pasó?
Verónica: — Resulta que...
– Comencé a contarle desde el inicio, para que pudiera entender el punto al que había llegado la vida de Any.
La luz eléctrica se había restablecido y ambas estábamos con los pies cruzados sobre el cabezal de la cama, mientras continuaba contándole.
Patricia: — ¿Cómo es que pudo soportar tanto tiempo?
Verónica: — Lo mismo pregunté, y llegué a la conclusión que fue por agradecimiento o no sé, de cierta forma gracias a su apoyo, Any pudo salir de ese lugar y estudiar.
Patricia: — Será mucho agradecimiento pero no al grado de soportar daño psicológico.
De cierta forma se escuda al amor, porque al crear sus reglas en relaciones liberales, créeme ya es muestra de un daño.
Verónica: — Igual y hace todo eso porque legalmente está casada y no quiere problemas.
Patricia: — Sabes, llegué a pensar que estaba casada con un hombre.
Y me sorprende saber que creemos conocer a las personas, cuando no sabemos lo que viven en realidad.
Verónica: — Lo sé, hoy la sentí tan vulnerable mientras me contaba todo, me dio coraje saber que existen personas que te mantienen a su lado con chantajes.
Patricia: — Al menos ya está en tratamiento por voluntad propia, y Any debe salir de esa relación antes de que suceda algo peor.
Verónica: — Pretende tramitar el divorcio y tener todo listo para cuando sea dada de alta.
Patricia: — Suena complicado, con el historial que me das, siento que no será tan fácil.
Sobre todo, debes ser consciente del paso que acabas de dar en tener una relación con Any.
Verónica: — Lo sé, y mi intención es hacerle creer de nuevo en el amor, que no todo será igual.
Patricia: — Tus ojitos brillan al hablar de ella, te deseo mucha suerte en su relación.
Y cuenta conmigo para lo que necesiten...
Verónica: — Gracias Pati, en verdad me alegra saber que Robert tiene a su lado a una gran mujer.
– Ambas giramos para vernos de frente –
Patricia: — Tu amigo es un testarudo, pero me gusta...
Verónica: — ¿Qué pasó?
Patricia: — Le invite a cenar, pero me dijo que tenía cosas que hacer y que sería después.
Así que me aventuré al super mercado, a comprar mis cosas.
Cuando esperaba taxi, me llamó para preguntarme mi ubicación, creí que iría a buscarme o no sé, sabía que estaba lloviendo, y sólo me dijo: Cuídate, toma taxi yo estoy en casa de mis papás.
Verónica: — ¿Es en serio?
– Me molesté al escuchar lo que me contaba, y ella se veía triste –.
Patricia: — Totalmente...
Verónica: — No sé que le pasa a Roberto, hablaré con él, tranquila.
Por cierto, mi padrino ya sabe que tienen una relación, hoy me pregunto sobre su noviazgo y cuando yo le presente a Any, ustedes también irán a la cena especial.
Patricia: — Vero, Roberto y yo, no somos novios como tal, o bueno, no sé cómo es que él ve la relación.
Verónica: — No entiendo...
– Me senté y ella seguía acostada –
Patricia: — Desde que dormimos juntos, hemos estado saliendo y realizando cosas pero en estos días no hemos tocado tema de noviazgo o relación, llegué a pensar que anoche me pediría ser su novia.
Verónica: — No lo puedo creer, yo creí que eran una pareja como tal...
Patricia: — Es que no sé que somos...
Verónica: — ¿Cómo te sientes con él?
Patricia: — Robert me encanta, y los ratos que estamos juntos es educado, y se comporta cariñoso. Pero entre tanto, no me ha propuesto ser su novia, hacemos cosas de pareja sin serlo, ¿Si me explico?
Verónica: — ¿Por qué no le has preguntado?
Patricia: — No sé cómo hacerlo, no quiero que me diga que soy intensa o algo así...
Pero créeme que si él, no dice nada,  así se quedará y en cualquier momento yo puedo conocer a alguien más.
Verónica: — Estarás en todo tu derecho, mira, yo hablaré con él sobre esto. Buscaré la forma de tocar el tema, y veré cuál es su respuesta. Roberto es muy despistado, sólo le he conocido dos novias, pero no sé que pasa por su cabeza ahora.
– Tomé su mano y le guiñe un ojo –
Verónica: — Yo lo corrijo, no te preocupes...
Él es encantador, pero muy despistado.
Patricia: — Gracias, ahora como soy tu vecina, aquí me tendrás molestando cada vez que Roberto haga algo...
Verónica: — Si me encuentras...
Patricia: — ¡Ay, que cruel!
Verónica: — Tengo una novia por visitar, por eso lo digo...
Patricia: — ¿Mañana irás a verla?
Verónica: — Sí, de hecho ya me dieron mis vacaciones y aprovecharé para estar más tiempo con ella ahora.
Patricia: — ¿Cuándo te vas?
Verónica: — Mañana tengo libre, me presentare a la clínica hasta el lunes porque tengo una cirugía programada, después regresare en dos semanas.
Patricia: — Me dejarás sola...
Verónica: — Le pediré a Garrido que esté contigo esas semanas, ¿Te parece?
Patricia: — Perfecto, no se diga más. ¿Entonces mañana estás libre?
Verónica: — Sí... ¿Necesitas algo?
Patricia: — ¿Me acompañas a ir por mis cosas a mi casa?
Verónica: — Vale, está bien, vamos temprano y así paso la tarde con Any.
Patricia: — No se diga más, salimos a primera hora.
Verónica: — ¿A qué le llamas primera hora?
Patricia: — A las seis de la mañana...
Verónica: — Ay, amiga...
Patricia: — ¿Qué?
Verónica: — Será viernes, mi primer día de descanso, no seas tan cruel...
Patricia: – Está bien, nos vamos a las 7.
Verónica: — A las 9.
– Me volví acostar a su lado –
Patricia: — A las 8. Así pasamos a desayunar a un lugar que te va a encantar.
Verónica: — De acuerdo, tú ganas...
– Comencé a abostesar –
Verónica: — Sólo no me despiertes a las seis y seré feliz...
– Cerraba mis ojos –
Patricia: — Ya te estás durmiendo, te dejo descansar...
Verónica: — Muero de sueño, si gustas puedes dormir aquí...
Patricia: — Te acepto la propuesta, sólo no...
– Me quedé dormida –
Patricia: — Vero, Vero...
– Apagó la luz y se acostó –
Así había terminado aquel día, entre despedidas, un nuevo comienzo con Any, la amistad completa con Patricia,  y me esperaba lo mejor... Ser feliz con aquella mujer que conocí meses atrás en la cafetería.

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