Las mentiras del amor Capítulo 14

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Las mentiras del amor
Capítulo 14

¿Y si en el tiempo que pensamos ser de mente libre, dejamos pasar al verdadero amor?
Así es este juego, ganas o pierdes.

Fernanda: — Llevo semanas deseando este momento...
– Me decía mientras me besaba el cuello y acomodaba mi cabello al tenerme de espalda, sus manos acariciaron mis senos, mi respiración comenzaba a agitarse y tuve un leve gemido al sentir su mano dentro de mi pantalón.
Me di la vuelta y comenzamos a besarnos, la sostuve de la cintura y así cargada la llevé a la cama.
Dejé caer su cuerpo despacio y sin dejarnos de besar, ella comenzó a desbotonar mi blusa, al dejarme al descubierto, sus besos se enfocaron sobre mi sostén.
Su mirada era diferente, podía sentir aquel deseo de tener mi cuerpo.
Retiró mi sostén y llevó mis senos a su boca, a partir de ese momento me olvidé de todo lo que habitaba en mi mente.
Ella tomó fuerza y quedó sobre mí, sujetó mis manos, sonrió al tener el poder y comenzó a deslizarse lentamente...
Llegó al punto exacto, separó mis piernas e inició a besarlas al mismo tiempo que apretaba mis senos.
Sentí su lengua rosar mi vulva, rodeó mi clítoris y comenzó a estimularlo.
Realizaba leves mordiscos sobre mis labios inferiores, los cuales estaban húmedos.
Sujetó mis piernas y me acercó a la orilla de la cama, pude ver como sujetaba su cabello y comenzó a estimularme al mismo tiempo que introducía sus dedos dentro de mí, lo hizo de una forma que me hizo gemir de placer.
Sus dedos los movía de forma circular, y su lengua hacía leves roses sobre mi clítoris.
No pude evitar correrme tan pronto, al sentir mis fluidos se detuvo y tomó de ellos para llevarlos a mi boca.
Subió de inmediato y comenzó a moverse sobre mi, tomé su cintura y la apoyaba para que pudiéramos estimularnos juntas.
Cerré los ojos para disfrutar más del momento, y escuché sus gemidos al tener un orgasmo.
Sus movimientos eran más lentos, y pude sentir su fluido correr sobre ellas.
Se quedó sentada sobre mis piernas, acariciaba mis senos y llevaba sus dedos a mi boca.
Fernanda: — ¿Te gusta? – Custionaba mientras provocaba que mordiera sus dedos –
Verónica: — ¿Tú qué crees? – Respondí mientras la sujetaba por la espalda y la acerqué para besarla –
Así estuvimos, entre besos y mordidas provocadoras que hacían larga la noche.
Por caricias no nos detuvimos, sólo tomábamos segundos para cambiar de posiciones y disfrutar una de la otra hasta quedar exhaustas.
Fernanda: — Tenía tiempo que no disfrutaba de un buen sexo.
– Comentó al acomodarse sobre mi brazo –
Verónica: — Vaya, al menos estuve bien...
Fernanda: — Muy bien para ser exacto, incluso podría decirte que sería fácil volverme adicta a ti.
Verónica: — ¿Seré tu adicción sexosa?
Fernanda: — Serás la adicción más exquisita que he probado en mi vida.
– Me besó y se acomodó para dormir –
Jamás me imaginé que alguien sonaría tan fría al decir que tuvo buen sexo, lo disfruté, claro que sí, pero yo sí me entregué completa, y ella sólo había saciado su deseo.
Me sentía incómoda, debí haber respondido que para mí no fue un simple acostón, pero ya no tenía caso molestarle.
No podía dormir así que decidí salir de la habitación y dejarla descansar.
Me dirigí a la cocina y me preparé un café, me sente en el mueble mirando hacia la ventana...
Roberto: — ¿Pasa algo?
– Cuestionó al verme –
Verónica: — No puedo dormir, y tú necesitas descansar o de lo contrario la resaca será pesada.
Roberto: — ¿Qué tienes? Deberías estar en la habitación con Fernanda, no aquí.
Verónica: — No puedo dormir...
Roberto: — No te creo, a ver, ¿Qué pasa?
– Se levantó del mueble y se acercó a mi, tomando mi taza de café –
Verónica: — Me siento extraña, siento que no soy yo... 
– Le di un golpe en el brazo –
Verónica: — Ahora me sirves café.
Roberto: — Ni la resaca perdonas...
– Fue por una taza con café y se sentó a mi lado –
Verónica: — Estoy empezando a creer que es mejor estar sola...
Roberto: — ¿Qué te hizo pensar de esa manera?
Verónica: — Acabo de tener intimidad con Fernanda, y se refirió a ello como el mejor sexo hasta ahora. ¿Eso fui para ella?
Roberto: — Vaya, me sorprende... Su forma de conocer a la persona antes de ser una pareja formal, es de otro nivel.
Verónica: — No entiendo que carajos es lo que quieren...
Roberto: — ¿Cuántas son?
– Respondió al tomar un sorbo de café –
Verónica: — Antes de salir del hospital, pasé a la habitación de Any, decidí aceptar su propuesta.
Roberto: — ¿Qué hiciste qué?
Verónica: — Lo que escuchaste.
Roberto: — Sé más específica, por favor.
Verónica: — Acepte salir con ella sin compromisos, una relación liberal.
Roberto: — No sabes en lo que te metes, en ese juego ganas o pierdes, ¿Qué pasa si te enamoras de ella?
Verónica: — No lo sé, aún no defino bien las cosas entre nosotras. Debemos aclarar ciertos puntos y eso será en unas horas.
Roberto: — ¿Y por eso te quejas que Fernanda se haya referido a su intimidad, como un simple sexo?
Verónica: — Hay una diferencia entre un simple sexo, a tener intimidad con la persona que deseas intentar algo.
Ella se refirió a un simple polvo, para no decir otra cosa...
Roberto: — Supongo que no quiere involucrar sentimientos...
Te encuentras en la misma posición con las dos, al menos una fue más sincera respecto a nada serio.
Verónica: — Estoy pensando en retirarme del lesbianismo.
– Comenté al avanzar a la cocina para servir más café –
Roberto: — ¿Quieres que te responda?
Verónica: — No, déjalo así.
Roberto: — ¿Y Eliza?
Verónica: — Eliza quiere que seamos amigas, que lamenta todo lo sucedido y que le permita saber de mí.
– Me senté en el marco de la ventana –
Roberto: — No me convence...
Ten presente que ya te traicionó y te lastimó una vez, podría hacerlo las veces que quiera si tu la aceptas de nuevo en tu vida.
Verónica: — Lo sé, lo tengo muy claro.
Roberto: — ¿Aún la amas?
Verónica: — No sé como llamarle a esto, te confieso que el sólo escuchar su voz en el módulo, sentí una desesperación por confirmar que era ella y quería abrazarla.
Roberto: — Eso significa que aún sientes algo por ella.
Verónica: — Pero al mismo tiempo no quería verla, me dolía tenerla cerca y recordar lo que habíamos vivido.
Roberto: — Tienes sentimientos encontrados, y por lo que me dices, aún sientes algo por ella.
No puedes estar así, si quieres algo formal no puedes doblarte cada que veas a Eliza.
Verónica: — ¿Qué hago?
Roberto: — Dejar de complicarte la vida, y decide en dónde quieres estar.
Inténtalo, sabes bien que Any está hospitalizada y ahí no es posible que ustedes se conozcan más allá de lo que harás con Fernanda, así que deja que el tiempo haga su trabajo.
Verónica: — ¿Y Eliza?
Roberto: — Yo creo que estar conociendo a dos chicas, te ayudará a entender que Eliza fue parte del trayecto a tu destino y continuarás tu vida.
Así es esto, conocerás personas que incluso amarás; pero solo están de paso en tu vida, y sólo una se quedará.

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