Las mentiras del amor
Capítulo 11¿Alguien ha caído en las redes del corazón?
Aquellas que te enredan por completo y crean un sin fin de emociones...
Me encontraba en esa situación, me gustaba una chica que solo había visto una vez y quedé encantada; me había dado una oportunidad para conocer y tratar a una mujer que me parecía muy interesante, y por otro lado mi ex llegaba a remover recuerdos.Fernanda: — ¿Qué les parece si esta semana organizamos una cena?
Roberto: — Me parece muy bien, podemos hacer algo en mi departamento.
Fernanda: — ¿Qué opinas?
– Acomodó mi cabello detrás de mi oreja –
Verónica: — ¿Quién cocinará?
Fernanda: — Buen punto...
Roberto: — Eso es lo de menos, yo me encargo de la cena.
– Tuve llamada –
— Doctora, ya están los resultados del paciente Carlos Estrada.
Verónica: — En un momento estoy ahí, gracias.
– Cerré los ojos y suspire fuerte –
Verónica: — Debo ir...
Fernanda: — Tranquila, haz tu trabajo.
– Tomó mi mano –
Verónica: — ¿Me esperas?
Fernanda: — Por supuesto, aquí estaré.
– Besé su mano y tomé mi bata para salir de la oficina –
Roberto: — Yo te la cuido, no te preocupes...
Verónica: — Que tonto eres...
– Salí en dirección a la habitación de don Carlos, pasé por el expediente al módulo de enfermería.
Verónica: — Localiza a Sánchez, que lo esperaré en la habitación 122.
Enfermera: — El médico ya se retiró.
Verónica: — ¿Y con permiso de quién?
Enfermera: — No lo sé, tiene una hora que se retiró.
Verónica: — Le informas a los médicos, que aquel que no cumpla con el horario establecido, que busquen otra clínica para realizar su práctica.
Enfermera: — Sí, doctora.
– Me retiré molesta, y seguí mi camino –
Minerva: — ¡Vero!
– Escuché por el pasillo –
Verónica: — Hola, ¿Cómo estás?
– Me acerqué y la saludé –
Minerva: — Preocupada por mi papá, no sabemos cómo se encuentra. ¿Tú estás a cargo?
Verónica: — Sí, precisamente voy a su habitación, acompáñame.
Minerva: — Te agradezco...
Verónica: — Te seré sincera, tú papá tuvo un paro cardíaco del cuál pudimos reestablecer, pero todo depende del resultado de los estudios que se le realizaron para saber que daño ocasionó el paro.
Minerva: — Vero, dime que mi papá estará bien...
Verónica: — Déjame revisar sus estudios, ahora necesito que le motives a ser fuerte para que su recuperación sea pronto.
– Entramos a su habitación –
Verónica: — Don Carlos, traje a su princesa para que le haga compañía.
– Minerva se acercó a él y lo tomó de la mano, yo me enfoqué a revisar los estudios.
– Me llegó un mensaje de texto –
— Hola, sé que estás en labores, me gustaría platicar contigo antes de que te retires, besos, soy Any.
– En ese momento sonreí, y respondí –
— Supongo ya se te pasó lo enojada, en un rato paso a saludarte.
– Guardé el teléfono y seguí con mi trabajo –
Don Carlos: — ¿Ya me voy a morir?
Minerva: — Papá, deja de decir esas cosas...
Don Carlos: — Hija, literalmente estuve muerto.
Minerva: — No, mírate aquí estás, y por mucho tiempo.
– Le daba besos a su papá –
Don Carlos: — Vero, hija, dime la verdad por favor.
– Dejé de revisar los estudios –
Verónica: — Don Carlos, la vida le dio otra oportunidad, y de usted depende conservarla.
Presenta un alto nivel de colesterol, y glucosa, a eso también le anexamos su presión arterial alta.
Minerva: — Tuvo una discusión con Eliza, eso provocó su presión alta.
Don Carlos: — No es culpa de tu hermana...
Minerva: — No la defiendas, por favor.
Verónica: — Este no es el momento, lo primordial es la recuperación del paciente.
Don Carlos, estará en hospitalización por unos días en lo que se estabiliza por completo.
Minerva: — ¿Cuántos días?
Verónica: — Los que sean necesarios, entre menos tensión tenga, mucho mejor.
Comenzará con un tratamiento, se le harán otros estudios para valorar una posible cirugía.
Minerva: — ¿Cirugía?
Verónica: — Sí, toca reducir el riesgo de otro paro cardíaco. Comenzaremos con fármacos, y tras el resultado de nuevos estudios que le realizaremos, valoramos esa opción.
Minerva: — ¿Tú harás la cirugía verdad?
Verónica: — Así es, pero será valorado todavía.
Ahora necesito que se mantenga en calma, nada de disgustos, comenzará con una dieta balanceada y con un tratamiento.
Minerva: — ¿Podemos hablar un momento?
Verónica: — Claro, Don Carlos, estaré al pendiente, no se preocupe. Necesita descansar por favor, y ante cualquier molestia notifiquelo.
– Salimos de la habitación –
Verónica: — Mine, por favor mantén la calma, tu papá necesita tranquilidad, olvídate de quien tuvo culpa, ahora no es prudente discutir.
Minerva: — Lo sé, pero me da coraje que por culpa de Eliza mi papá pudo morir, y ella como si nada.
Verónica: — Estaba preocupada, llegó alterada pidiendo informes.
Minerva: — ¿Hablaste con ella?
Verónica: — Sí, le di informes sobre el estado de tu papá, no había nadie más.
Minerva: — Aún veníamos en camino, mi mamá también se comenzó a sentir mal al ver a mi papá, y esperé que se tranquilizara para poder salir a la clínica.
Verónica: — ¿Por qué discutieron?
Minerva: — Eliza quiere parte de su herencia, y mis papás no están de acuerdo a que haga uso de ella.
Verónica: — ¿Y por que no? Al fin de cuentas, ellos no verán como lo administra y será su problema si lo pierde.
Minerva: — Ella quiere ese dinero para que su novia haga su línea de ropa, según es diseñadora. Pero necesita financiamiento y es ahí donde Eliza quiere ser la héroe.
Verónica: — Comprendo... Pero es mejor que mantengan la bandera de paz, por tu papá.
Minerva: — Es una tonta, no se da cuenta que esa mujer solo está por su dinero.
Verónica: — En algún momento se dará cuenta, deja que aprenda, y enfócate en ver por la salud de tu papá.
Minerva: — ¿Por qué eres tan linda? Después de todo lo que te hizo, le salvaste la vida a mi papá y te preocupas por él.
Verónica: — Eliza es parte de mi pasado, y sabes muy bien que a tu familia le tengo mucho afecto.
Minerva: — ¿Ya no sientes nada por ella?
Verónica: — No. – Comencé a avanzar por el pasillo –
Minerva: — Si ya no sientes nada, ¿Por qué huyes?
Verónica: — Simplemente no quiero hablar del tema, es pasado...
Debo irme, cualquier cosa me llamas de inmediato.
Minerva: — ¡No tengo tu número!
– Exclamó mientras veía como me retiraba –
Verónica: — ¡Entonces yo te marco!
– Tomé el elevador para ir a la habitación de Any, y antes de entrar a saludarla, acomode mi cabello y arreglé mi bata.
Verónica: — Hola, hola... ¿Cómo estás?
– Sonreí al hablarle –
Any: — Creí que no me levantarías el castigo.
Verónica: — ¿Cuál castigo?
Any: — No venir a verme, si no te mando mensajes, no lo haces...
Verónica: — No es así, me ocupé y no había podido venir a esta área. ¿Y tu amiga?
Any: — Fue por un café, está cansada, pero no quiere dejarme sola.
Verónica: — Es muy linda, ella se preocupa por ti... – Me senté a su lado –
Any: — ¿Y tú? – Me miró a los ojos –
Verónica: — Yo también me preocupo por ti, mi mayor deseo es que te recuperes pronto.
Any: — ¿Algún motivo en especial?
Verónica: — Verte feliz, como aquel día que te vi en la cafetería.
Any: — Debo confesarte algo...
Verónica: — Claro, dime.
Any: — Mi comportamiento de ayer y hoy, ha sido por celos.
Verónica: — No entiendo...
Any: — Ayer cuando me diste tu teléfono, sin querer vi un mensaje que te habían mandado y lo borré para que no te dieras cuenta que lo habia leído.
Verónica: — ¿Por eso te enojaste?
Any: — Sí, era de una tal Fernanda, te decía que estaba lista para la cita que habían acordado.
Verónica: — Jajaja... Ahora comprendo tu insistencia de hoy en la mañana.
Any: — Sí, cuando escuché que la misma Fernanda te esperaba en dirección, sentí celos.
Verónica: — ¿Por qué celos?
Any: — Creí que yo te importaba, o al menos eso me hacías pensar con tus atenciones.
Verónica: — Claro que me importas, me gustas, ¿Tienes idea del tiempo que pase en espera por verte otra vez?
– Me quedé sorprendida de haber dicho eso –Derechos reservados Finita Chávez Sígueme en mi página de Facebook Loscoloresdeunalesbiana
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Las mentiras del amor
Short Story¿Quieren saber cómo mentirle al corazón? Esta es una y mil razones para leer. Verónica es una chica que pierde a sus padres y se encuentra en algo enredado llamado amor.