Las mentiras del amor Capítulo 25

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Las mentiras del amor
Capítulo 25

¿Qué pasa cuándo dejamos que en cuestiones del amor, decida el corazón?
En ocasiones hace buenas elecciones, y en otras comete errores.

– Había llegado tarde a la clínica, me dirigía a la oficina después de ir a control de asistencia.
Enfermera Martha: — Niña, te estuve buscando temprano, también te llamé y no tuve respuestas.
– Me detuvo en el pasillo –
Verónica: — Dejé mi teléfono en la oficina, salí por la madrugada, todo está bien.
Enfermera Martha: — Me diste respuesta antes de preguntar, eso significa que te pasó algo.
– Me quedé en silencio por un momento –
Verónica: — Todo bien, te daré detalles más tarde, corrijo, será mañana.
Ve a descansar, yo me encargo de tu asistencia.
Enfermera Martha: — ¿Y tus consultas pendientes? Me puedo quedar, además dormí un par de horas en la sala de descanso.
Verónica: — Señora bonita, le acabo de decir que se tome el día. Así que no hay vuelta atrás,  Carolina me puede ayudar con las consultas.
Enfermera Martha: — De acuerdo, pero mañana no te me escapas y hablaremos del tema.
Verónica: — Prometido...
– Nos despedimos y continué hasta llegar a la oficina de dirección –
Verónica: — Doctor Esteban, buenos días...
– Entré a la oficina y mi padrino estaba con la doctora Patricia –
Verónica: — Doctora Fuentes, buenos días.
– La saludé con un beso –
Doctor Esteban: — Hija, que bueno que llegas, le comentaba a Fuentes, que teníamos que hablar contigo.
Verónica: — ¿Sobre qué?
– Me acerqué al escritorio para buscar mi teléfono en uno de los cajones –
Doctor Esteban: — Ocuparemos tu consultorio para que Fuentes pueda comenzar con sus consultas.
Ahora con el asunto de la demanda, el comité me recortó los gastos y la remodelación que tenía contemplada será detenida por unas semanas.
Verónica: — No tengo inconveniente en compartir consultorio, tiene suficiente espacio.
Patricia: — Yo no quiero invadir tu espacio, igual puedo ocupar otra área.
Verónica: — Ya verás que el consultorio es grande, de hecho podemos hacer una división para que te sientas más cómoda.
No suelo ocupar el consultorio todo el día, siempre estoy en urgencias o quirófano.
Doctor Esteban: — Te dije que era comprensiva, la doctora Téllez te mostrará el consultorio y si ocupan realizar la división, me informan y me encargaré de ello.
Verónica: — Perfecto, pues si gustas acompañarme de una vez...
Patricia: — Claro, vamos.
Doctor Esteban: — Hija, más tarde necesito que estés presente en la reunión con los abogados.
Verónica: — Ok, ahí estaré.
– Salimos de la oficina –
Verónica: — No quiero que te sientas incómoda, yo con gusto puedo compartir el consultorio.
Patricia: — La verdad en cuanto me dijo el doctor Esteban, pensé que te iba a incomodar y obviamente no quiero que eso suceda.
Verónica: — Ya verás que no tendremos inconveniente de nada, casi no me verás en el consultorio.
Patricia: — ¿Cuál es tu área?
Verónica: — Cardiología, pero mis consultas no son todo el día.
– Llegamos al consultorio –
Patricia: — Tiene suficiente espacio, me gusta...
Verónica: — Puedes realizar las modificaciones que requieras.
Patricia: — Te tomaré la palabra, me gusta el diseño que tiene ahora, sólo ajustaría algunas cosas.
Verónica: — Como tú gustes, por mi no hay inconveniente.
Patricia: — Gracias, ¿Y que tal te fue anoche?
Verónica: — Todo un caso...
– Suspire –
Verónica: — Terminé por salirme en la madrugada, al principio todo parecía mágico y después de tocar el tema sobre la relación...
– Abrieron la puerta –
Roberto: — Precisamente a las dos las estaba buscando...
Verónica: — Motivo, razón...
Roberto: — ¿Qué desayunaste hoy?
Verónica: — Hot cakes...
– Sonreí –
Roberto: — Pero con leche condensada, ¿Verdad?
Verónica: — Ja, ja, ja... ¡Eres un tonto!
Roberto: — ¿Que tal pasaste en tu noche romántica?
Verónica: — Eso le contaba a Patricia...
Roberto: — Me alegra que se lleven bien.
Patricia: — Sí, ya estábamos en la plática y ahora deberás comenzar de nuevo.
Roberto: — ¿Qué tal la cena?
Verónica: — La cena estuvo increíble, en verdad el detalle me encantó.
Roberto: — Pati, me ayudó para elegir el platillo y yo me encargué del postre. Y los detalles de decoración también fueron ideas de ella...
Verónica: — Gracias Pati...
Patricia: — Con mucho gusto, cuando necesites algo, cuenta conmigo.
Roberto: — Bien, ahora cuéntanos.
Verónica: — La cena, el postre, la manera en que llegué, todo perfecto, a ella le encantó.
Estuvimos de melosas, besos y así...
Pero no hubo nada de lo que se imaginan.
Roberto: — ¿Por el lugar o por qué?
Verónica: — Por el lugar, estuvimos apunto de... Pero luego reaccionó y dijo que quería que fuese especial y no ahí.
Yo respete su decisión y continuamos normal, pero llegó un momento en el que hablamos sobre romper las reglas.
Patricia: — Perdón, ¿Qué reglas?
Roberto: — Vero y Any, no son novias como tal, digamos que tienen un free.
Una de sus reglas, es no involucrar sentimientos.
Patricia: — Pero, ¿Tú si estás enamorada?
Verónica: — Sí.
– Roberto me observaba y movía su cabeza –
Verónica: — Sé que suena exagerado, pero ha removido muchas cosas en mí.
Y aunque ella lo niegue, sé que también siente algo pero no sé que le impide formalizar.
Roberto; — ¿Y Fernanda?
Verónica: — Estuve con ella por la mañana, ha sido muy linda, se preocupa por mí, incluso limpió mi departamento y nos conocemos más.
Roberto: — ¿Te ha hablado sobre formalizar?
Verónica: — No, pero ya me dijo que no pensaba extrañarme tan pronto. Estuvo muy cariñosa...
Patricia: — Ya me confundí...
– Nos observaba –
Roberto: — En resumen, Vero tiene dos free...
Patricia: — ¿Pero ellas lo saben?
Verónica: — Any sabe que existe Fernanda, pero Fer, no sabe de Any.
Roberto: — Fernanda quiere conocerla y así ambas decidir si comienzan una relación formal.
Any, solo quiere un free y no involucrar sentimientos, está dispuesta a compartir.
Patricia: — Vaya que la tienes complicada...
Roberto: — Eso no es nada, su ex anda rondando por aquí y su amiga ex cuñada, también está enamorada de ella.
Verónica: — Aveces quiero golpearte, y hoy es uno de esos días.
Roberto: — Ja, ja, ja... Lo siento, pero si íbamos a contar, que sea completo.
Verónica: — Lo de Eliza ya es pasado, y lo de Minerva pues ya lo hablamos.
Roberto: — Esa mujer te ha amado todos estos años y tú ni enterada.
Verónica: — Lo sé, pero por algo pasan las cosas y si ella nunca se atrevió a decirme, es porque era lo mejor.
– Doctor Espino, se le solicita en el área de Urgencias –
Esa era la voz atrapada en la bocina....
Roberto: — Como amigo, te puedo decir que es mejor que tomes una decisión.
Esto puede acabar mal, les veo más tarde.
– Salió del consultorio –
Patricia: — Ya tienes la respuesta, ¿Verdad?
Verónica: — Sí, eso creo...
Patricia: — Yo no te conozco como Roberto, pero puedo decirte que es tiempo de que hables con las dos y que de alguna manera obtengas respuesta sobre su interés en formalizar.
No puedes seguir así...
Verónica: — Lo sé, y hoy se define esto.
– Tocaron la puerta –
Verónica: — ¡Adelante!
Carolina: — Doctora, buenos días. Me comentó la trabajadora social que solicitó que acudiera al consultorio.
Verónica: — Garrido, buenos días. Te presento a la doctora Patricia Fuentes, ella estará compartiendo el consultorio con nosotras.
Carolina: — Mucho gusto, ¿Qué especialidad?
Patricia: — Infectologia pediátrica.
Verónica: — En su momento estarás con ella, Pati, ella es la interno Carolina Garrido, se ha desempeñado muy bien y por estos días se encuentra en mi área y en urgencias.
Patricia: — Tener una buena descripción de la doctora Téllez, es un gran paso, continúa así.
Carolina: — Lo sé, en realidad si es muy difícil... 
Verónica: — Garrido...
Carolina: — De acuerdo, no dije nada...
Verónica: — Ve al módulo por los expedientes, y verifica que ya estén los pacientes confirmados.
Carolina: — Enseguida...
– Salió del consultorio –
Patricia: — Yo me retiro para que puedas trabajar, así realizo la lista de las cosas que voy a utilizar para la división y comenzar a trabajar lo más pronto.
Verónica: — De acuerdo, te veo más tarde, y gracias por el consejo.
Patricia: — Cuando gustes, aquí estaré. ¡Buen día!
Verónica: — ¡Igual para tí!
– Al verla salir del consultorio, me hice la pregunta:
¿En verdad estoy segura de mi decisión?
Ni siquiera tenía idea sobre ello...
Aquel día parecía eterno, preferí concentrarme en mis consultas y después analizar mi situación.
En mi mente habitaban las siguientes frases:
"El que no arriesga no gana, y no quiero volver a sufrir".
Parecía que me encontraba fuera de todo, y perdida en donde no debía.
Carolina: — Doctora, disculpe que la interrumpa pero hay dos pacientes que llegan a su primera consulta con usted.
– Reaccioné asustada –
Verónica: — Ok, serán los primeros en pasar.
Por favor quiero que te concentres y realices la valoración de cada paciente.
Carolina: — Así será, doctora.
Verónica: — Comencemos...
– Así atendí a mis pacientes con ayuda de Carolina, y fue más fácil.
Por lo que pude observar, a ella le interesaba aprender más de cardiología.
Verónica: — ¿Ya tienes en mente que especialidad tomarás?
Carolina: — Sí, hay dos que me interesan, pero me daré tiempo para decidir.
Verónica: — Aún te falta por estar en otras áreas, ahí sabrás decidir.
Carolina: — Sí, lo sé, por cierto, hoy sentí que las consultas fueron muy rápidas.
Verónica: — ¿En serio? Bueno, quizás por que no me detuve en pláticas con los pacientes.
Debo estar en una reunión en media hora.
– Comencé a ordenar los expedientes y a hacer anotaciones en mi agenda –
Carolina: — ¿Puedo hacerle una pregunta?
Verónica: — Claro, dime...
Carolina: — ¿Algún día aceptará mi invitación para salir juntas?
– Levanté la mirada y sonreí –
Verónica: — ¿No te das por vencida, Garrido?
Carolina: — No, esa palabra no existe para mí.
– Cerré la agenda y me dirigía hacia la puerta –
Verónica: — Algún día, por ahora hay que enfocarnos en las consultas.
Hay que programar cirugía para la semana entrante, así que necesito que estés preparada.
Carolina: — ¿Eso significa que seguiré con usted?
Verónica: — Sí, nos vemos más tarde.
– Salí del consultorio para ir a la sala de juntas.
Trabajadora social: — Doctora Téllez. El doctor Osorio quiere hablar con usted.
Verónica: — ¿Te dio indicaciones?
Trabajadorasocial: — Sí, que en cuánto le fuese posible, lo buscara en su consultorio.
Verónica: — Ok, gracias...
– Continué mi camino hasta llegar justo al comienzo de la reunión –
Abogado Armando: — Doctora Téllez, que gusto verla.
– Se acercó para saludar –
Verónica: — Buen día a todos...
Abogada Susana: — Bien, ya estamos todos así que podemos comenzar.
Debido al grave error que cometió el doctor Cáceres...
– Aquella reunión se extendió por dos horas tras un gran debate ante las nuevas medidas en la clínica, al final se hicieron los ajustes necesarios para la administración y para el personal médico y asistente.
Doctor Esteban: — Creo que con esto queda muy claro que nuestro labor es sumar vidas, no restarlas.
Abogada Susana: — Efectivamente, una vez más, necesita convocar una reunión en general y proporcionar las nuevas medidas que se implementaron.
Respecto a la demanda, la clínica quedó fuera de todo problema. Afortunadamente los familiares del occiso, no generaron otra demanda y se está llevando por separado el proceso del doctor Cáceres.
Verónica: — Ellos no pretenden ir en contra de la clínica, así que no pasará a mayores.
Abogada Susana: — ¿Trato especial con los familiares?
Verónica: — Sí, familia política.
Abogada Susana: — En ese caso debemos agradecer su apoyo, doctora.
– Tono sarcástico –
Verónica: — Sí, supongo...
– Me puse de pie –
Verónica: — Le veo en la oficina más tarde.
– Me dirigía hacia el director –
Doctor Esteban: — Sí, necesito hablar contigo.
Verónica: — Por supuesto, me paso a retirar, un gusto verle abogado.
Abogado Armando: — ¡Hasta luego, doctora!
– Salí de la sala –
Era obvio que la Abogada Susana, y yo, no teníamos buena relación.
Desde que mi padrino comenzó a darme acceso en la dirección, ella tomó una actitud arrogante.
Claro está, que su belleza era de halagar.
Trabajadora social: — Doctora, le recuerdo que el doctor Osorio quiere hablar con usted.
Verónica: — Es cierto, lo olvidaba...
Gracias, voy a su consultorio.
– Me dirigía al elevador –
Roberto: — Hola, ¿Qué tal tu día?
Verónica: — Bien, excepto por el mal rato que tuve que pasar, al soportar a la Abogada Susana...
Roberto: — Ja, ja, ja... Tú y tu mejor amiga... Dicen que del odio al amor, solamente hay un paso.
Verónica: — No me causó gracia...
Roberto: — De acuerdo, empecemos de nuevo...¿Almorzamos juntos?
Verónica: — Sí, me parece bien. Te veo en la cafetería, ahora voy con el doctor Osorio.
Roberto: — Vale, allá te veo gruñona.
– Entré al elevador, haciéndole muecas a mi mejor amigo –
Verónica: — Doctor Osorio, ¿Qué tal? Disculpe la demora, tenía algunos pendientes.
– Comenté al llegar a su consultorio –
Doctor Osorio: — Téllez, toma asiento por favor.
¿Cómo has estado?
Verónica; — Muy bien, gracias por preguntar.
Doctor Osorio: — Me alegra, tengo conocimiento de que estás al tanto de la paciente de la cama 33.
Verónica: — Así es, ¿Pasa algo?
Doctor Osorio: — Quiero comentarte que estaba pensando en darle de alta.
Verónica: — Eso significa que su recuperación está evolucionando muy bien.
Doctor Osorio: — Así es, yo sugiero que en su casa continúe con su recuperación.
Le daría ciertas indicaciones de fisioterapia a llevar, incluso puedo mandar a la enfermera para que sea de apoyo.
Verónica: — ¿Y cuando sería su alta?
Doctor Osorio: — Sí lo autorizas, sería mañana.
Verónica: — No tengo ningún inconveniente, agradezco que me comente antes de realizar el alta.
Doctor Osorio: — Me gusta informar a mis colegas sobre sus familiares.
Y en tu caso, no podía dejar esta decisión así.
Verónica: — Pero cómo es que...
Doctor Osorio: — Seamos honestos, su área no era con la paciente, aclaro que no me entrometo en su vida personal.
Verónica: — Entiendo,  ¿Qué necesita?
Doctor Osorio: — No lo tome de esa manera, sólo quería pedirle el favor con una recomendación.
Verónica: — Le escucho...
Doctor Osorio: — Mi sobrino quiere hacer su internado en esta clínica, y sólo podría hacerlo si usted lo recomienda.
Verónica: — Que envié la solicitud, no veo problema alguno por aceptarlo.
Doctor Osorio: — Le fue rechazada la solicitud debido a que ya habían concluido los ingresos.
Verónica: — Que se presente mañana a primera hora, y sólo un último detalle...
El compañerismo debe ser honesto, para ser valorado, con permiso.
– Salí del consultorio molesta, pues había sido envuelta en un chantaje médico.
A pesar de ello, mi sonrisa volvió al saber que Any podía irse a casa y así terminar su recuperación sin el estrés de aquel lugar.
Me dirigía a mi locker para ir por el lienzo de su dibujo, con ello le daría la buena noticia.
Sabía que le haría feliz, y yo lo sería al verla.
Emocionada caminé por los pasillos hasta llegar a su habitación y me detuve un momento en la puerta al escuchar que tenía una conversación.
Any: — Sé que es única y que es muy difícil encontrar a una persona así, ¿pero que hago? No puedo continuar así...
– Respondía atravez de una llamada telefónica.

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