Las mentiras del amor Capítulo 8

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Las mentiras del amor
Capítulo 8

Fernanda: — ¿Qué te parece si vemos una película? La noche aún no termina, claro, si tú deseas mi compañía.
Verónica: — Excelente idea, ¿Qué te gustaría ver?
— Me dirigí a la habitación para encender la pantalla y mirar si no había nada desordenado –
Fernanda: — Me encantan las películas de suspenso, ¿Y a tí?
Verónica: — ¿En serio? Igual me encantan, ya sé cuál estaría genial.
Fernanda: — ¿Cuál?
Verónica: — ¡Los caza fantasmas!
– Ambas reímos –
Fernanda: — Claro, muero de emoción...
Verónica: — Señorita Fernanda, pase a la sala de cine por favor...
– Señalando mi habitación, ambas ya comenzábamos a sentir el efecto del vino –
Fernanda: — Muy amable, permiso...
–Entramos a mi habitación, apagué la luz y sólo nos iluminaba la pantalla.
Verónica: — Muy bien, veamos que película podemos ver...
– Comencé a mostrarle las opciones que teníamos, y ella me detuvo –
Fernanda: — Creo qué sería mejor si hacemos otra actividad.
Verónica: — ¿Qué te gustaría?
– Yo, y mis respuestas formales –
Fernanda: — Qué te parece...
– Se acercaba a mí,  por un momento pensé que me besaria y cerré los ojos –
Fernanda: — ¿Jugamos Resident Evil Revelations?
– Se veía emocionada, y casi encima de mí –
Verónica: — ¿ En serio te gusta? No se diga más...
– Tomé los controles, nos acomodamos en la cama, y comenzamos a jugar.
Era uno de mis pasatiempos favoritos, algo que liberaba mi mente y estaba encantada de poder compartir ese gusto.
Se veía tan linda al disfrutar del juego...
Fernanda: — ¿Qué pasa?
Verónica: — No, nada... – Respondí nerviosa –
Fernanda: — Estás distraída...
Verónica: — Sólo me gusta ver cómo estás atenta al juego, eso es todo.
– Ella dejó el control aún lado y se acercó –
Fernanda: — ¿Te gusta verme?
– Se acercaba más –
Verónica: — Sí, claro...
– Estaba muy cerca, me quitó de las manos el control y acarició mi cara.
Pude sentir el roce de sus labios en los míos, y en ese momento nos quedamos a oscuras, un rayo había provocado que la energía eléctrica se detuviera.
Fernanda: — No me digas qué...
– Asustada se retiró –
Verónica: — Sí, tranquila ya pasará.
– Le respondí al abrazarla, la lluvia había aumentado y todo estaba en silencio –
Fernanda: — No me gusta la oscuridad, ¿Tendrás velas?
Verónica: — Creo que sí, voy a buscar.
Fernanda: — Pero no me dejes sola, por favor.
– Me tomó de la mano –
Verónica: — Entonces vamos...
Fernanda: — ¿Puedes encender la lámpara del teléfono?
Verónica: — Eh, quedó en la sala.
Vamos, te llevaré tomada de la mano...
Fernanda: — Mejor no, quedémonos aquí. Supongo no tardará en restablecerse la luz.
Verónica: — Está bien, tranquila ya pasará...
– La abracé y nos quedamos en silencio –
Fernanda: — Supongo pensarás que soy una miedosa... – Se reía –
Verónica: — No, es algo normal... Si yo estuviera sola, creo sentiría miedo.
Fernanda: — Lamento arruinarlo...
Verónica: — No arruinaste nada, no sabías que pasaría esto...
– La abracé fuerte y le di un beso en la frente –
Fernanda: — Vero...
Verónica: — ¿Sí?
Fernanda: — Me gustas, me pareces una mujer interesante, atractiva, esta noche me has dejado conocerte más de lo que pensé.
Tienes una sencillez única, eres un estuche de sorpresas, romántica, divertida, una mezcla de todo, a como tú dices...
– Me quedé en silencio, no sabía que responderle en ese momento.
Era obvio que me gustaba, que me sentía bien con su compañía pero no sabía que decir.
Fernanda: — ¿Estás? Supongo te quedaste dormida, dulces sueños...
– No hice ningún movimiento, y decidí dejar las cosas así –
A los pocos minutos se quedó dormida, seguíamos sin energía eléctrica, hasta que me dominó el sueño...

Domingo 7:30 am

Desperté asustada, sabía que era tarde al escuchar el sonido del transporte...
Ella seguía ahí, dormida sobre mi brazo, no sabía cómo moverme sin levantarla.
Me deslice despacio y sin hacer ruido me dirigí a la ducha, con prisa arreglandome para ir a la clínica.
Me dio ternura verla dormir, que no la quise despertar. Le dejé una nota en el buró que decía:
Buenos días, te ves tan linda durmiendo, que no me atreví a despertarte.
Discúlpame por irme así, se me hizo tarde para ir al trabajo. Te dejo una llave del departamento, para que cuando salgas coloques la cerradura.
Me encantó la velada, tenemos pendiente un almuerzo, ten bonito día.
Besos...
– Salí del departamento, con el tiempo encima...
– Tuve una llamada –
Verónica: — ¿Aló?
Yessenia: — Doctora, buenos días... Disculpe que le moleste tan temprano, quería saber si vendría a la clínica.
Verónica: — Buenos días, de hecho ya voy en camino, estoy a unas cuadras de ahí.  ¿Necesitas algo?
Yessenia: — Bueno, es que... Any necesita una constancia de hospitalización, y no sé, si es posible que nos puedan proporcionar el documento.
Verónica: — Sí, por supuesto. En cuánto llegue me encargo de la constancia.
Yessenia: — Gracias doctora.
Verónica: — Nada que agradecer, en un rato nos vemos.
– Finalice la llamada –
Aquel domingo me sentía con mucha energía, no necesitaba de mi café para sentirme viva.
Había pasado mucho tiempo en el que no sabía que era una cita, platicar a gusto con alguien...
Ese día entendí, que la vida te trae oportunidades nuevas, cada mañana.

Derechos reservados Finita Chávez Sígueme en mi página de Facebook Loscoloresdeunalesbiana

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