Las mentiras del amor
Capítulo 18Besarle era perderse en el tiempo, significaba todo, pero no teníamos nada.
Any: — Me encanta tu forma de besar, muy pocas personas tienen ese estilo.
Verónica: — ¿A qué te refieres?
– Me detuve para responderle, y continué besandola –
Any: — Tus besos son tan ricos, suaves y a la vez apasionados.
Verónica: — De lo que te ibas a perder si no regresabas...
– Me acercó a ella con fuerza; al besarme, sus manos jalaban de mi cabello y comenzaba a jugar con su lengua, mordía mis labios.
Se le escapó un leve gemido, y me miró a los ojos.
Any: — ¿Ves lo que provocas?
– Suspire al escucharla –
Verónica: — Ambas sentimos lo mismo, sería tonto no sentir nada con estos besos...
Any: — ¿Doctora, qué me está haciendo?
– Acarició mi mejilla, tomó mi barbilla y me besó –
Verónica: — Yo, sólo...
– No supe que decir, me elevaba en cada beso, y no podía pensar en nada más –
Roberto: — Chicas, ya regresé...
– Any me siguió besando y su última mordida me hizo quejarme despacio.
Roberto: — Creo que regreso luego...
Verónica: — ¡No, espera!
– Me retiré un poco de Any, ella se reía y disfrutaba verme sonrojada.
Any: — ¿Por qué te vas? Quedaron en almorzar aquí.
Roberto: — Pues ustedes ya se están almorzando...
Verónica: — Ja, ja, ja... Es algo que no se puede evitar, ¿Verdad?
– Le sonreía a Any, mientras tomaba su mano.
Any: — Tienes una amiga muy hermosa e increíble, ¿Lo sabías?
Roberto: — Por supuesto, es una mujer maravillosa en todos los aspectos.
En ocasiones es más fuerte que yo, pero también tiene su debilidad.
Any: — ¿Cómo cuáles?
Roberto: — Las mujeres, por ejemplo.
– Los tres sonreimos y optamos por almorzar antes de que hubiese un inconveniente.
Me sentía de lo mejor, Any se veía segura al responder a cada pregunta que Roberto le hacía, tuvimos una charla de lo más agradable y mi mejor amigo había encontrado a un contrincante a su pasión, el ajedrez.
Verónica: — ¿Cuál será la apuesta que harán a su partida de ajedrez?
Roberto: — ¿Que te parece si te involucramos en la decisión?
Verónica: — Ah, no. Yo no voy...
Any: — Me parece perfecto, si yo gano, la doctora Téllez se queda conmigo una noche encubierta.
Roberto: — Está bien, si podríamos justificar su estancia aquí.
Any: — Pero seria toda la noche, sin salir de la habitación.
Verónica: — Eso lo veo muy difícil...
Roberto: — Pero no imposible, así que me parece bien.
Si pierdes, la doctora Téllez me acompañará a llevar una serenata el fin de semana.
Verónica: — ¿Serenata? ¿A quién?
Roberto: — Eso lo sabrás después...
Any: — Perfecto, ya están las apuestas.
Roberto: — Voy por las piezas, no demoro.
Por cierto, coloca seguro a la puerta, puede entrar alguna enfermera y no deben verte besando a la paciente.
Verónica: — De acuerdo señor doctor...
– Salió de la habitación y coloqué el seguro –
Verónica: — ¿Por qué pediste una noche encubierta?
Any: — Porque quiero pasar más tiempo contigo, sin que tengas que salir por una emergencia o una consulta.
Verónica: — Podría quedarme contigo, pero el personal me conoce muy bien y una de las reglas de esta clínica es no involucrarse con los pacientes.
Any: — Ya rompiste la regla desde el primer día. ¿Qué pasa con una más?
Verónica: — Me suspenderian por unos días, pero pensándolo bien... Valdría la pena arriesgarse.
Any: — ¿Lo harías?
Verónica: — Podría arriesgar mis 7 vidas, si me la pidieras.
– Roberto tocó la puerta y la conversación se detuvo.
Roberto: — ¿Ya estás lista para perder?
Any: — Preparada para ganar, por supuesto.
Verónica: — Esto será emocionante, disfrutaré verlos jugar.
– Se veían tensos en el juego, ambos eran muy buenos en él.
Se tomaban su tiempo para hacer el movimiento de cada pieza, aunque noté que Roberto se dejó ganar.
Any: — ¡Jaque mate!
Verónica: — No lo puedo creer...
Roberto: — Eres muy buena, acepto mi derrota.
Any: — Por un momento pensé que perdería la jugada, eres muy cauteloso en tus movimientos.
Roberto: — Pues bien, has ganado. La doctora Téllez cumplirá con lo acordado.
Verónica: — Me ayudarás, ¿Verdad?
Roberto: — De eso me encargo, no te preocupes.
Verónica: — No quiero imaginarme lo que harás.
Roberto: — Corrección, lo que tú harás...
¿Alguna vez hiciste una locura por amor?
Verónica: — Eh, no...
– Nos quedamos en silencio –
Any: — Tranquila sólo es un juego, no es obligatorio...
– La detuve con un beso –
Verónica: — Ya veremos en estos días, por ahora ya debo irme porque tengo que hacer reportes.
Roberto: — Y yo tengo una cita, así que es hora de retomar actividades.
Any: — De acuerdo, un gusto conocerlo doctor Espino.
Roberto: — El gusto fue mío, me debes una revancha. Ya habrá otra oportunidad, Vero te veo en un momento en la oficina.
Verónica: — De acuerdo, ahí te veo.
— Roberto salió de la habitación y yo aún quedé para despedirme de Any.
Verónica: — Antes de salir, pasaré a despedirme. Ahora debo continuar con mis labores, si necesitas algo me llamas.
Any: — Sí, está bien. Sólo que te llamaría constantemente, ¿No hay problema?
Verónica: — ¿Y cuál sería el motivo?
Any: — Querer verte y besarte...
– Sus ojos brillaban y no me pude resistir para acercarme y besarla antes de irme.
— Doctora Téllez, se le solicita en urgencias.
Esa era la voz atrapada en la bocina.
Verónica: — Debo irme, te veo más tarde.
– Me despedí y salí de su habitación para acudir al área de urgencias.
Verónica: — ¿Qué tenemos?
– Cuestioné al llegar a urgencias –
Carolina: — Masculino de 32 años, fue herido en el cuello y abdomen con arma de fuego.
El orificio de entrada está a nivel cervical, y el otro se encuentra aproximadamente a un centímetro de fosa iliaca izquierda.
Verónica: — Hay sangrado profuso por lesión de la arteria carótida izquierda.
Carolina: — ¡Doctora, tiene alteraciones de signos vitales!
Verónica: — ¡Choque hipovolémico, quirófano de inmediato!
–El resto de la tarde fue muy tenso, se hicieron varias intervenciones quirúrgicas debido a un atraco en una plaza comercial. Hubieron civiles y policías heridos, el personal médico entraba y salía de quirófano, familiares de las personas lesionadas se encontraban en el módulo de información a la espera de alguna noticia.
Verónica: — Muy bien Carolina, tu desempeño fue espectacular, eso te favorece.
Carolina: — Gracias, doctora. La verdad es que estar con usted es...
Verónica: — Estarás en todas las áreas, y de todas debes aprender. Ya en su momento decidirás tu especialidad. ¿Qué haces?
Carolina: — Estoy haciendo mis anotaciones.
– Me detuve frente a ella –
Verónica: — Necesito que ocupes tu mente, todo tiene que quedar ahí. No puedes entrar a un quirófano y buscar tu libreta de apuntes para saber que le harás al paciente.
Carolina: — Lo sé, sólo...
Verónica: — No te quiero ver haciendo anotaciones, ¿Qué le dirás al familiar del paciente?
Carolina: — El paciente se mantendrá en vigilancia por el personal de cirugía general, debido a que se le realizó un by pass de la carótida.
Verónica: — ¿Qué más?
Carolina: — También se le realizó una colostomía, debido a una perforación del colon descendente.
Verónica: — Perfecto, encárgate del expediente. Ah, por cierto, no le hagas promesas a los pacientes, ni a sus familiares.
Carolina: — ¿Por qué lo dice?
Verónica: — Es un consejo.
– Comencé a caminar, llevándome su libreta de apuntes –
Carolina: — ¡Doctora!
Verónica: — Cero apuntes, Garrido...
– Me alcanzó al elevador –
Carolina: — Sólo quiero aprovechar el momento para disculparme por la imprudencia que cometí en su consultorio, en verdad no quise...
Verónica: — Acepto tus disculpas, y fin del tema. Realiza el informe del paciente y hablas con algún familiar para darle los detalles de su recuperación, cuando termines te puedes retirar.
Carolina: — Sí, doctora.
– Me dirigí a la oficina y Roberto estaba llegando al mismo tiempo.
Verónica: — Pensé que ya te habías ido...
Roberto: — De último momento cancelé, decidí quedarme para apoyar, estuve en la otra sala de quirófano.
Verónica: — ¿En verdad tenías una cita?
Roberto: — Sí, pensaba contarte sobre ello.
Verónica: — ¿De quién se trata?
Roberto: — De la doctora Patricia Fuentes.
Verónica: — ¿La pediatra que conociste en el congreso?
Roberto: — Así es...
Verónica: — ¿Y cómo se dio la cita?
Roberto: — Me contactó hace unos días, al parecer el doctor Esteban la invitó a ser parte de la clínica.
Estuvimos platicando un par de veces y la invité a tomar un café, pero tuve que cancelar porque hacía falta ayuda.
Verónica: — Gracias por apoyarnos, lamento que hayas cancelado tu cita. ¿Y si la invitas a cenar?
Roberto: — ¿Tú crees que acepte después de que le cancelé?
Verónica: — Inténtalo, ¿Tienes su dirección?
Roberto: — Se hospeda en el Central Palace.
Verónica: — Entonces envía unas flores para disculparte e invítala a cenar.
Roberto: — Jamás se me hubiese ocurrido, espero que acepte.
Verónica: — Ahora entiendo porque no pescas ni un resfriado...
Roberto: — Se me olvidaba que hablaba con la experta en ligues.
Verónica: — Experta quizás no, pero estoy segura que unas flores son una linda forma de disculparse.
Roberto: — ¿Entonces las flores de Eliza, tuvieron éxito?
Verónica: — Hay excepciones, aclaro...
Roberto: — De eso no me queda ninguna duda.
Verónica: — ¿Por qué lo dices?
Roberto: — "Tu relación liberal" va más allá de lo que piensan...
Verónica: — Quedamos en no involucrar sentimientos, y lo vamos a respetar.
Roberto: — Vero...
– Tomó mi mano sobre el escritorio –
Roberto: — Tu mirada es diferente, y sonríes más de lo normal, cuando estás con Fernanda no te comportas así.
Verónica: — Puede ser, pero debo aferrarme a lo que acordamos.
Roberto: — ¿Estás segura de querer seguir así?
Verónica: — Estoy segura de que no quiero un daño más al corazón.Derechos reservados Finita Chávez Sígueme en mi página de Facebook Loscoloresdeunalesbiana
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Las mentiras del amor
Short Story¿Quieren saber cómo mentirle al corazón? Esta es una y mil razones para leer. Verónica es una chica que pierde a sus padres y se encuentra en algo enredado llamado amor.