Las mentiras del amor Capítulo 10

100 7 0
                                    

Las mentiras del amor
Capítulo 10

En ocasiones conocemos a las personas correctas, pero en el momento equivocado.
Esa frase solía repetirla mi padre, y tenía razón...
En el camino por la vida, te encontrarás con personas que comparten tus gustos, tus creencias, tu pasión.  Pero sólo una persona, se queda habitando en tu corazón.
Lo entendí, tarde, muy tarde, pero lo aprendí.

Me dirigí a urgencias, esperaba no demorar mucho y así pasar más tiempo con Fernanda.
Paramédico: — ¿Dónde está la doctora?
– Entraban a la sala –
Verónica: — ¿Qué pasa?
Paramédico: — Masculino de 56 años, presenta fuerte dolor en el pecho, presión...
Enfermera: — ¡Entró en paro cardíaco!
Verónica: — ¡Desfibrilador, de inmediato!
Carguen las paletas a doscientos...
Enfermera: — Listo...
– Mi sorpresa fue al acercarme a dar la descarga, era el papá de Minerva, mi ex suegro –
Verónica: — Carguen a trescientos...
Enfermera: — No responde...
Verónica: — Carguen a tresciento sesenta...
– Me sentía frustrada, al saber que no reaccionaba –
Verónica: — ¡Carguen de nuevo!
Enfermera: — Doctora, pero...
Verónica: — ¡Dije que carguen!
– Ese era mi último intento, y cerré los ojos –
Verónica: — ¿Qué pasó?
Enfermera: — Esta respirando, presión aumentando...
Verónica: — Que se ingrese de inmediato para un electrocardiograma, que se le realice una toma de sangre y que se programe una toma de imagen...
– Me acerqué para verificar que estuviese estable, me reconoció y me extendió la mano –
Verónica: — Le harán estudios, necesito que mantenga la calma para que lo podamos atender don Carlos...
– El cerraba los ojos para afirmar que lo haría –
Verónica: — Estará bien, no se esfuerce por favor. Lo van a trasladar a una habitación, hablaré con sus familiares para informar su estado.
– Salí de urgencias, y busqué a su esposa o en su caso a Minerva; pero no había nadie.
Me dirigí al módulo de información para dejar indicaciones.
Verónica: — En cuánto llegue un familiar del paciente Carlos Estrada, por favor me lo notifica.
Trabajadora social: — Sí, doctora.
— Señorita, necesito información sobre mi papá, acaba de llegar de urgencias.
– Escuché aquella voz desesperada, llegaron muchos recuerdos a mi mente y no quise voltear a ver –
Trabajadora social: — ¿Cuál es el nombre del paciente?
— Carlos Estrada De la Fuente, lo trajo el equipo de paramédicos.
Trabajadora social: — La doctora Téllez le dará informes del paciente.
– En ese momento sólo quería estar en otro lugar, y no girar para tener que ver a Eliza.
Trabajadora social: — Doctora...
Verónica: — Ya me encargo, gracias.
– Dejé de revisar los expedientes, y de manera profesional me dirigí a ella –
Verónica: — El señor Carlos acaba de sufrir un paro cardíaco, se pudo estabilizar y en este momento le acaban de trasladar para realizarle estudios.
Eliza: — ¿Pero está bien?
Verónica: — Está estable, pero necesito el resultado de los estudios para poder brindarle un diagnóstico y obviamente un tratamiento.
Eliza: — Te agradezco mucho que le salvaras la vida a mi padre, yo sé que...
Verónica: — No es necesario, la trabajadora social te indicará la habitación.
– Tomé los archivos para retirarme –
Eliza: — ¿Eso es todo? Te marchas de esa manera...
Verónica: — En cuánto tenga resultados de los estudios, hablaré con los familiares del paciente, con permiso.
– Comencé a avanzar, no sabía si sentir coraje o tristeza, pero verla ocasionó un desorden de emociones.
Me dirigí a la oficina de dirección, esperando encontrar a Fernanda.
Al acercarme, pude escuchar que platicaba con alguien y decidí no entrar.
Roberto: — ¿Esperas a la doctora Téllez?
– Le cuestionaba a Fernanda al llegar a la oficina y encontrarla ahí en mi lugar –
Fernanda: — Sí, me pidió que la esperara. Está en urgencias...
Roberto: — Ahora entiendo porque no tomó mi llamada.
– Tomó asiento –
Roberto: — Disculpa, no me presenté. Soy el doctor Roberto Espino.
Fernanda: — Mucho gusto, Fernanda Ibáñez.
– Sonrió al saludarle –
Roberto: — ¿Fernanda? Realmente un gusto conocerte... Había quedado con Vero para almorzar, pero no respondió.
¿Te gustaría acompañarnos?
Fernanda: — Gracias por la invitación, no sé que tiempo se demore Verónica.
Roberto: — ¿Te parece bien si platicamos en lo que aparece?
Fernanda: — Claro...
Roberto: — Tranquila, soy el mejor amigo de Verónica, cuéntame, ¿A qué te dedicas?
– Decidí intervenir al cuestionamiento –
Verónica: — ¡Estoy de regreso!
– Fingi sorprenderme al ver a Roberto –
Verónica: — Robert... ¿Hace cuánto llegaste?
– Lo saludé –
Roberto: — Hace poco, te estuve llamando y al ver que no respondias, decidí venir.
Verónica: — Asistí una emergencia, ya sabes cómo es esto...
Roberto: — ¿Qué tipo de ingreso hubo?
Verónica: — Eh... No quiero aburrir con eso, veo que ya se conocen.
Roberto: — Sí, ya tuve el gusto de conocer en persona a Fernanda.
Fernanda: — ¿Sabías de mí?
Verónica: — Digamos que se enteró que tuve una salida...
Roberto: — Te comenté que soy su mejor amigo...
Verónica: — Exacto, sabe mucho...
– Sonreimos –
Roberto: — ¿Almorzamos juntos? Digan que sí...
Fernanda: — Claro, yo tengo día libre.
Roberto: — ¡No se diga más! Vamos al "Vaness flowers".
Verónica: — No puedo salir, estoy esperando los resultados de estudios del paciente.
Podemos pedir servicio y almorzamos aquí.
Roberto: — Claro, ¿Qué se les antoja? La comida mexicana es una de las mejores en el restaurante.
Fernanda: — He escuchado sobre ese restaurante, ¿Qué me recomiendas?
Roberto: — Te voy a mostrar el menú que tienen.
– Ellos entablaban conversación, yo me había quedado callada y pensativa.
Roberto: — ¿Qué se te antoja?
– Me preguntaba al ver mi mirada perdida –
Roberto: — Vero...
– Fernanda colocó su mano sobre mi pierna, para llamar mi atención –
Fernanda: — ¿Estás bien?
Verónica: — Sí, todo bien...
– Tuve llamada a la oficina –
Verónica: — ¿Sí?
Trabajadora social: — Doctora, familiares del señor Carlos Estrada quieren hablar con usted.
Verónica: — No puedo en este momento, hasta que tenga los estudios y realice valoración, podré hablar con ellos.
Trabajadora social: — Entendido, ya les comunico.
Verónica: — Gracias, por favor avisame de inmediato cuando estén los resultados.
– Finalicé la llamada, Roberto me observaba y con gestos me preguntaba que pasaba.
Me acerqué a la ventana, tomé un cigarrillo de mi bolso y comencé a fumar.
Roberto: — ¿Qué pasa? Te veo muy tensa...
Verónica: — El paciente es Carlos Estrada.
– Respondi viéndole a los ojos –
Roberto: — Ahora entiendo, ¿Quieres que te ayude?
Verónica: — Gracias, pero de cierta forma estoy a cargo. Es mi paciente, y debo actuar de forma profesional.
Roberto: — ¿Y por qué llegó a esta clínica?
Verónica: — No tengo idea...
Roberto: — ¿Aquí está Eliza?
Verónica: — Sí, fue la única que llegó...
Roberto: — No lo tomes personal, no quiero que su aparición te afecte ahora que tuviste un avance.
Verónica: — Es inevitable no recordar, fue muy importante en mi vida.
Roberto: — Tú lo has dicho, fue... Ahora vive tu presente, disfruta de tu nuevo comienzo.
¿Para qué aferrarse al pasado?
– Retiró el cigarrillo de mi mano, y me dio un beso en la frente –
Verónica: — Se me antoja comer Chile en nogada...
Roberto: — ¡Esa es mi chica!
Fernanda: — ¿Todo bien?
– Se acercó a nosotros y acarició mi brazo –
Verónica: — Todo bien...
– Le sonreí y me dio un beso –

Derechos reservados Finita Chávez Sígueme en mi página de Facebook Loscoloresdeunalesbiana

Las mentiras del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora