Las mentiras del amor Capítulo 32

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Las mentiras del amor
Capítulo 32

Any: — Siento que no merezco tanto amor...
Verónica: — Te mereces todo.
– Me abrazó fuerte y nos quedamos en silencio.
Verónica: — Es hora de servir la cena, ya es tarde amor y ya tengo hambre.
Any: — Te ayudo...
Verónica: — De ninguna manera, déjame consentirte.
– Así fue cómo comenzó nuestra primera noche juntas, preparé la mesa y serví la cena.
Recordé que tenía las velas aromáticas y las coloqué para hacer que la velada fuese más agradable.
Any: — Tenías todo planeado, por lo que veo.
Verónica: — No todo, pero no salió tan mal.
Any: — Gracias por la sorpresa amor, por la cena; está delicioso todo.
Y gracias por el dibujo, me encantó...
No sabía que dibujabas tan hermoso, tienes un talento increíble.
Verónica: — Desde aquel día que te vi en la cafetería, tu imagen la tenía presente y por ello siempre esperaba verte de nuevo.
Any: — ¿Valió la pena, tanta espera?
Verónica: — Demasiado.
– Nos dimos un beso y disfrutamos de la cena, conversamos un poco de nuestras vidas para conocernos mejor, lo que más me impresionaba es que en todo momento buscaba tomar mi mano y besarme.

Viernes 10 Agosto
11:00 pm

Verónica: — ¿Ya vas a dormir, corazón?
– No respondió, giré para verla, pues la tenía abrazada mientras veíamos una película en la sala.
Me levanté despacio e intenté cargarla para llevarla a la cama, pero se despertó...
Any: — ¿Amor?
Verónica: — Vamos a la cama, te quedaste dormida amor.
Any: — Lo siento amor.
Verónica: — Tranquila, apóyate en mi cuello.
– La sostuve y llevé cargada hasta la habitación.
La acosté en la cama, le di un beso y ella seguía con sus brazos cruzados sobre mi cuello.
Verónica: — Amor, voy a darme una ducha...
Any: — ¿Te acompaño?
Verónica: — No puedes por ahora, trata de dormir amor.
Any: — No creo poder dormir...
Verónica: — ¿Por qué no?
Any: — Sólo imaginarte en la ducha...
Verónica: — Ja, ja, ja... Ya me sonrojaste. Ya vuelvo, besos.
– Entré a la ducha, me sentía nerviosa por lo que me había dicho y mi reacción fue muy tonta.
Después de un buen rato, salí de la ducha y ella aún seguía despierta.
Any: — Que hermosa te ves con esa pijama...
– Sonreí –
Verónica: — Gracias, mi amor.
– Comencé a secar mi cabello, me apliqué una crema en la cara y me acosté a su lado.
Any: — ¿Ya te dije que me encantas?
– Giró para verme a los ojos –
Verónica: — No, no me lo habías dicho...
– Acomodaba la almohada –
Any: — Me encantas, eres muy hermosa amor.
Soy afortunada de tenerte aquí conmigo.
Verónica: — Y yo lo soy, porque me permites estar a tu lado.
– Me acomodaba, cuando ella quedó sobre mí y comenzó a besarme –.
Any: — Me encantas...
– Voz baja, mientras mordía mis labios –.
Verónica: — Amor...
– Debía decirle que si continuaba así, sería inevitable el no tocarla.
Any: — Sé lo que estás pensando, y no me importa. Deseo sentirte, deseo estar contigo.
Verónica: — Ay amor...
– No podía ignorar que ya me encontraba excitada con sus besos, y más, al sentir sus manos sobre mis piernas.
Comenzó a besarme el cuello, cerré los ojos y me dejé llevar por el deseo.
Pude sentir como se erizaba mi piel al sentir sus caricias, ella había descubierto mi punto débil.
Abrí los ojos y tomé su cara para besarla, eran esos besos apasionados, donde se quieren desgarrar los labios.
Su lengua se cruzaba con la mía, nos besábamos desesperadamente y mis manos comenzaron a recorrer su espalda, la suspendía conforme los besos aumentaban.
Mis manos tocaron sus glúteos y los apretó, ella mordió fuerte mis labios y tomé fuerza para quedar sobre ella.
Me detuve un momento...
Verónica: — No te quiero lastimar.
Any: — Tranquila, tendré cuidado, no te detengas por favor.
– Comenzó a besarme –
Acomodé mi cabello, besaba su cuello y hombros. Despacio retiré su blusa y sostén, sus senos eran grandes, hermosos...
Tenía los pezones erectos, se sentían robustos al rodearlos con mi lengua.
Ella jalaba de mi cabello, pues le excitaba lo que hacía.
Mordí sus pezones, jugué con ellos y junté sus senos para rosarlos con mi lengua.
Mis manos no podían cubrirlos totalmente,ya que estaban grandes y duros, eso me excitaba aún más.
Comencé a deslizarme lentamente y besé su abdomen, recorrí su cuerpo.
Mi lengua rodeó su ombligo, mis manos acariciaban sus senos mientras yo seguía descendiendo...
Al llegar a su pelvis, lentamente retiré el resto de su ropa y quedó completamente al desnudo.
Su cuerpo era totalmente hermoso, las curvas perfectas, sus piernas me fascinaban a simple vista.
Mis manos se deslizaron lentamente y comencé a apretar sus piernas, el sólo hecho de hacerlo, me hacía gemir.
Besé sus piernas y le daba leves mordiscos, ella acariciaba sus senos al verme.
Recorrí sus piernas hasta llegar a sus pies, levanté la mirada y ella tenía otro gesto en su cara, se veía pervertida.
Tomó sus senos y acercó su boca para morder sus pezones mientras yo la observaba.
Su lengua rodeaba sus pezones y me retaba con la mirada mientras lo hacía.
La jale despacio a la orilla de la cama, separé sus piernas y comencé a rodear su vulva con mi lengua.
Ella gimió fuerte al sentir como rosaba sus labios inferiores, recogió mi cabello y lo sostuvo mientras yo comenzaba a estimular su clítoris.
Aquel botón se encontraba erecto, delicadamente mi lengua lo rodea y realizaba leves succiones.
Su néctar era exquisito, su aroma, todo en ella era perfecto.
Acariciaba y besaba sus piernas, introduje mis dedos en ella mientras estimulaba su clítoris al mismo tiempo.
Sus fluidos hacían que mis dedos navegaran en ella, comencé a penetrarle despacio.
Ella apretó sus piernas...
Any: — Más fuerte...
– Su voz entre cortada –
Comencé a penetrarle más, toqué su pared rigurosa y comencé a tocar su punto G.
Pude sentir como estrechó sus piernas y mis dedos quedaron dentro, sentí como se corría en ellos y sus gemidos me confirmaron su orgasmo.
Soltó mi cabello al mismo tiempo que separó sus piernas, y yo disfruté al probar de sus fluidos con mi lengua.
Any: — Ven aquí...
– Me hizo señas con un dedo –
No dudé en subir y acercarme a ella...
Any: — ¿Ves como te hice venir con un dedo? Imagínate con dos...
– Comencé a reír –
Verónica: — Te pasas, pero así me encantas.
Tú me puedes hacer venir como quieras...
Any: — Que golosa...
– Se acercó a besar mi cuello y mordió mi oreja. Comenzó a besar mi hombro, a deslizar sus manos sobre mi cintura para acercarme a ella.
Any: — ¿Me ayudas?
– Señaló para retirar mi pijama, así que retiré las prendas y quedé desnuda ante ella.
Su reacción fue morder sus labios y sonreír, acarició mi mejilla y nos besamos.
Acarició mis senos, mordió mis pezones y me hizo pegar el grito.
Verónica: — ¡Auch, qué rico!
Any: — Ja,ja,ja... Perdón, no pude evitarlo.
Verónica: — Me...
– Se me escapó un gemido al sentir sus dedos dentro de mí, que no me permitió continuar hablando.
Su penetración era intensa, y mis fluidos le acompañaban.
Mordía mis pezones más suave y subía a besarme. Sus gestos me mostraban cuanto disfrutaba pentrarme, incluso se atrevió a utilizar tres dedos y eso provocó que me corriera inmediatamente.
Mordió mis labios, podría decir que los desgarró...
Disfruté aquel orgasmo al sentir el placer que ella sentía al mismo tiempo, ella también tuvo un orgasmo al sentir mis fluidos correr sobre su mano.
Sacó sus dedos y los llevó a su boca para después besarme.
Acaricié su cuerpo, la llené de besos, nuestra respiración era agitada...
Any: — Quiero que te subas...
Verónica: — Amor te puedo lastimar.
Any: — Hazlo, quiero sentirte.
– Con algo de miedo me levanté y busqué la forma de acomodarme en medio de sus piernas.
Comencé a moverme despacio, ella acariciaba mis senos que colgaban mientras me movía sobre ella, apretaba mis senos y me daba nalgadas.
Aquella estimulación nos hizo sentir placer a ambas, sólo recuerdo mi espalda arder por su delicada forma de arañar, justo al llegar al orgasmo, ella mordió muy fuerte mi brazo y dio un gemido inexplicable.
Yo quedé impactada al sentir nuestros fluidos, nuestras piernas estaban hechas un mar y ella no dejaba de morder mis labios.
Ambas estábamos rendidas, lentamente me acomodé a su lado y la abracé.
Besé su frente y la abracé fuerte, tomé su mano y la besé.
Verónica: — Me encantas, gracias por este momento tan especial amor, por tu entrega aún sabiendo que pude lastimarte.
Any: — Lo único que me importaba era sentirte, necesitaba tus besos, tus caricias, y lo haría mil veces sin pensarlo.
Me encantas, esa delicadeza que tienes al acariciarme, me hizo sentirme en las nubes.
Tus caricias son tiernas, y tú, tú eres divinamente hermosa de pies a cabeza.
– Se acomodó entre mis brazos y me acariciaba.
Any: — ¿Te imaginaste que fuera así?
Verónica: — Para ser sincera, no llegué a pensar que tuviésemos intimidad, así como estas en recuperación.
Any: — No podía dejar pasar un día más sin poder tocarte.
Te necesitaba en mis brazos y esta pierna no me lo iba a impedir...
Verónica: — Igual necesitaba sentirte, y esto ha sido perfecto.
– Continúamos conversando hasta quedarnos dormidas, así desnudas y ella entre mis brazos.

Aquella noche había sido el comienzo de un amor único, tanto que hasta el día de hoy existe.
Recuerdo muy bien que el 11 de Agosto a las seis de la mañana, desperté asustada.
En mis sueños estaba presente Any, llegaba a la clínica con un vestido blanco; bien arreglada y un ramo de flores que también portaba.
Yo me encontraba en una cirugía y mi paciente falleció mientras yo la veía parada detrás de la puerta, sólo veía sus labios mover, pero nunca entendí que trataba de decir.
Cuando salí del quirófano, ella no estaba ahí y corría a buscarla por los pasillos, sin poder encontrarla.
Desperté asustada y sudando, ella aún dormía.
Se veía tan hermosa con sus ojitos cerrados, acaricié su mejilla y le di un beso.
Me levanté de la cama sin hacer ruido, entré a la ducha y me dispuse a preparar desayuno mientras ella seguía durmiendo.
Al preparar café, me senté por un momento en el comedor y comencé a revisar mi teléfono.
Tenía mensajes de Patricia, Roberto y Minerva.
Patricia: 《¿Adivina qué? ¡Por fin tu amigo me pidió ser su novia! Estoy muy emocionada porque fue una noche maravillosa. Pero ya mañana te cuento con más detalles, disfruta de tu noche, besos 》.
Ronerto: 《Hola, espero todo marche bien por allá, Pati ya me contó sobre la sorpresa.
También quería comentarte que entendí que tenias razón respecto a formalizar con ella, no quiero cometer el mismo error y le pedí que sea mi novia, me dijo que sí.
Espero verte antes de que te vayas de viaje, saludos a Any. Cuídate, te quiero 》.
Minerva: 《Hola señorita doctora, sólo quería saber si aún sigue en pie nuestra salida para despedirnos antes de que viaje a Florida.
Quedo en espera de tu mensaje, te quiero》.
– Sólo leí los mensajes, no respondí a ninguno.
Me sentía desorientada por aquel sueño, quería de alguna manera interpretarlo y seguía sin entender.
Me serví una taza de café, miré hacia la habitación y Any seguía dormida.
Aun no podía creer que estaba con ella, que tenía la dicha de verla dormir en mis brazos.
Me pregunté qué había hecho para tener tanta dicha, pues mi corazón estaba feliz de tener a mi lado a una hermosa mujer.

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