Las mentiras del amor Capítulo 2

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Las mentiras del amor
Capítulo 2

Al salir de su habitación, me detuve a observarles y pude notar que se sentía frustrada por la situación.
Avancé al módulo de enfermería y fui por mis reportes para comenzar mi jornada.
Enfermera: — Doctora, buenos días. ¿Ya pasó a la cama 33?
Verónica: — Buenos días, estuve ahí hace un momento ¿Necesita algo?
Enfermera: — Sí, que firme la orden para los estudios.
Verónica: — De acuerdo, le entregas la orden a la trabajadora social y que también firme el familiar responsable.
Enfermera: — Pero no tiene familiares la paciente.
Verónica: — Es cierto, haré anotaciones en la orden para la autorización.
– Comenzaba a realizar acciones que me unían a ella, definitivamente ya había cruzado la línea de paciente y doctora.
Me enfoqué en mi área de trabajo, llevaba unos meses de apoyo en medicina interna; prefería pasar más tiempo ahí, que tener vida social.
Mi especialidad es cardiovascular, pasión que me heredó mi padre.
Roberto: — ¡Por fin te encuentro, te estuve llamando! ¿Estás bien?
– Exclamaba al acercarse, mi mejor amigo me protegía demasiado, y a veces sólo necesitaba mi espacio.
Verónica: — Hola, pensé que ya te habías ido.
Estoy bien, disculpa por no responder tus mensajes pero me he ocupado.
Roberto: — Me iré en un par de horas, tengo una cirugía pendiente.
Verónica: — Es cierto, el paciente de la cama 22.
Roberto: — Así es, hermosa. ¿Ya me dirás por qué te quedaste ayer, fuera de tu jornada?
Verónica: — Estuve con una paciente.
Roberto: — ¿Algún caso en específico?
Verónica: — Digamos que sí, ¿Recuerdas a la chica de la cafetería?
Roberto: — ¿Cuál de todas?
Verónica: — Que tonto eres, aquella chica que dejó caer un sobre y se lo entregué.
Roberto: — Claro, ya recuerdo. ¿Qué pasó con ella?
Verónica: — Ayer la volví a ver, llegó de urgencias por un accidente. El doctor Simón le realizó cirugía, pero... No tiene familiares aquí en la ciudad.
Roberto: — ¿Está estable?
Verónica: — Sí, aún se le realizarán estudios.
Roberto: — Y al estar sin familiares, decidiste quedarte para ver por ella. ¿Cierto?
Verónica: — Exacto.
– Doctor Espino, se le solicita en área de terapia intensiva.
— Esa era la voz atrapada en la bocina, módulo de enfermería –
Roberto: — Debo irme, te busco en cuánto termine y hablamos del tema.
– Me abrazó y comenzó a correr al elevador —
Continúe con mis labores, el día estuvo tranquilo y tuve tiempo para estar en el módulo de trabajo social.
Verónica: — Señoritas, ¿Qué tanto platican sin mí? – Me acercaba para saludarlas –
Trabajadora social: — Doctora, que milagro que nos visita. ¿Gusta café?
Verónica: — Claro, gracias. ¿Cómo han estado?
– Se acercaba una de las chicas de nuevo ingreso –
— Doctora Téllez, ¿Qué tal? – Colocó su mano sobre mi cintura –
Verónica: — Carolina, días sin verte. Estoy bien, ¿Cómo van tus prácticas?
– Me retiré un poco de ella –
Carolina: — Bien, muy bien... La semana entrante estaré en su área.
– Podía percatar su coqueteo hacia a mí –
Verónica: — Excelente, prepárate porque no será nada fácil.
— Respondí en forma seria –
Trabajadora social: — Agradece que te está avisando con tiempo, la doctora Téllez es especialista en hacer llorar a los que realizan prácticas.
– Carolina se quedó callada y sonrió –
Trabajadora social: — Tranquila, no te asustes, sólo te molestaba.
Verónica: — Jajaja, bienvenida a la clínica del norte. Lo peor que puede pasar, es que el primer día termines exhausta.
— Doctora Téllez... – Voz baja –
– Giré y era la amiga de Any.
Verónica: — Ya regreso chicas. — Comenté en el módulo y me dirigí hacia el pasillo –
Verónica: — ¿En qué te puedo ayudar?
— Disculpe que la interrumpa, quería hacerle una pregunta, soy amiga de Any.
Verónica: — Claro, vamos a mi consultorio para hablar con calma, ¿Cuál es tu nombre?
— Me llamo Yessenia, disculpe por no presentarme en la habitación.
Verónica: — No te preocupes, ya nos estamos presentando. Ahora sí, dime en que te puedo ayudar.
Yessenia: — ¿Qué tiempo estará hospitalizada mi amiga?
Victoria: — Eh, depende mucho de su evolución a la cirugía, el doctor Simón será quien le esté valorando y el que le podrá dar de alta.
Yessenia: — Eso quiere decir que usted ya no llevará su reporte clínico.
Verónica: — Sí, yo estaré a cargo, pero el médico que realizó la cirugía es quien se encarga de su valoración. De hecho tiene estudios pendientes por realizarse.
Yessenia: — Comprendo...
– Se quedó en silencio –
Verónica: — ¿Pasa algo?
Yessenia: — No, bueno sí, es que me preocupa que no puedo cuidarla en su totalidad.
Yo sólo podría venir al salir del trabajo, y luego irme temprano.
Verónica: — Eso no es problema, yo puedo estar al pendiente de ella mientras llegas.
Incluso puedo ocupar turno de noche y así descansas.
Yessenia: — ¿En serio? Pero sería abusar de usted.
Verónica: — Háblame de tú, y claro que hablo en serio. Si gustas yo me quedo hoy en la noche y así descansas.
Yessenia: — Que linda, en verdad gracias. Te tomo la palabra, así me organizo mejor.
Verónica: — Perfecto, puedes ir tranquila. Sólo ocupo dejes tu número telefónico en trabajo social, por cualquier detalle.
Yessenia: — Sí, claro. Igual dejaré mis datos para el cobro de hospitalización.
Verónica: — De eso yo me encargo, así que no te preocupes por el pago.
Yessenia: — No, mi amiga no lo permitiría.
Verónica: — Ya hablaré con ella, ahora ve a descansar.
Yessenia: — Ok, me llama sin importar la hora.
Verónica: — Así será, sólo una pregunta...
Yessenia: — ¿Si?
Verónica: — ¿Any tiene alguna relación? Pregunto sólo por si alguien se presenta...
– Sonrío al escucharme –
Yessenia: — Mi amiga está soltera, y creo no le eres indiferente.
— Se despidió de mí, y salió del consultorio —
Aquella respuesta era suficiente motivo para acercarme más a Any.
Después de unas horas me dirigí a su habitación, pero se encontraba dormida.
Así que decidí terminar mi recorrido, esa tarde el área de urgencias estuvo de modo normal, así que tenía tiempo libre.
Ya casi terminaba mi jornada, y debía notificar que me quedaría en la guardia nocturna.
Enfermera: — Doctora, la paciente de la cama 33 pregunta por usted.
Verónica: — Gracias por avisarme doña Martha.
Enfermera: — ¿Ya se retira? Le invito un chocolate caliente en mi casa.
Verónica: — Muchas gracias, usted tan linda como siempre. Discúlpeme, me voy a quedar en la guardia.
Enfermera: — Pero si casi no ha descansado, no se exceda. Me preocupa que pasa más tiempo de lo normal aquí en la clínica.
Verónica: — Gracias por preocuparse, estaré bien. Vaya a descansar y se toma el chocolate a gusto.
Enfermera: — Mañana le traeré chocolate, para que lo pruebe.
– Nos despedimos, Martha fue la enfermera de mi padre por muchos años, ahora estaba en área general conmigo.
Me fui a los vestidores, me di una ducha y me dejé el cabello suelto.
Quería verme diferente al ir a visitar a Any, me emocionaba el saber que había preguntado por mí.
Después de anotar mi guardia, me dirigí a su habitación, me detuve en la ventana y ella estaba concentrada leyendo.
Se veía tan hermosa, perfecta al natural, que no quise interrumpirla.
La observé detenidamente, no ingresé a saludarla; los nervios me habían ganado.
Así qué, opté por realizar mis actividades y regresar para acompañarla al terminar mis pendientes.
11:00 pm
– Me dirigí a su habitación, suponía que se había dormido ya que había demorado más de lo que pensaba; pero me sorprendió verla despierta aún.
Verónica: — Hola, buenas noches...¿Preguntabas por mí?
– Ella sonrió al verme, e hizo aún lado el libro que leía –
Any: — Sí, pensé que ya te habías ido, es muy tarde...
Verónica: — Realizo guardia, así que me verás toda la noche, ¿Cómo te sientes?
Any: — El medicamento hace su aportación, quiero darte las gracias por la atención que me brindas.
Verónica: — Lo hago con mucho gusto, ya verás que pronto estarás muy bien.
Any: — Con tus atenciones claro que sí...
— Ambas nos miramos a los ojos y sonreímos al sentirnos nerviosas —
Verónica: — Y cuéntame, ¿Cómo se llama el libro que lees?
Any: — Se llama así fue como me enamoré, ¿Lo has leído?
Verónica: — No, pero suena interesante.
Any: — Lo es, te gustará leerlo.
Verónica: — ¿De qué trata?
Any: — Sobre el amor verdadero, que con el paso de los años y los obstáculos, sigue siendo como la primera vez, pero no te la contaré para que tú la disfrutes al leerla.
Verónica: — Me hiciste recordar aquella película de Adam Sandler...
Any: — ¿Cómo si fuera la primera vez?
Verónica: — ¡Exacto!
— Es una de mis favoritas. — Exclamamos al mismo tiempo y sonreímos —
Any: — Entonces te encantará el libro, ya estoy por el final, así que te lo voy a ceder, claro, si gustas.
Verónica: — Por su puesto, yo encantada.
— Me acerqué a su cama y me tomé la libertad de sentarme a su lado, tomé su mano y le sonreí —
Verónica: — Quiero que estés tranquila, ya verás que tu recuperación será muy pronto y podrás irte a casa corriendo.
— Sonreímos —
Su mirada fue fija, y apretó mi mano.
Any: — ¿Por qué te preocupas por mí, sin conocerme?
— Me puse nerviosa y solté su mano —

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Finita Chávez
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