Las mentiras del amor Capítulo 26

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Las mentiras del amor
Capítulo 26

Se quedaba en silencio por momentos, y yo seguía detrás de la puerta.

Any: — Posiblemente, ¿pero si la respuesta es lo contrario? No es tan fácil como lo piensas...
–Hubo silencio por varios minutos y decidí entrar, giraba la manija de la puerta pero me detuve cuando la escuché decir:
Any: — No puedo con esto, en algún momento ella saldrá y no es conveniente decirle lo que está pasando aquí.
Le debo la vida, no la puedo dejar así...
– Silencio –
Any: — La amo a mi manera, o tal vez sea agradecimiento, no lo sé...
– Silencio –
Any: — Quiero decirle pero...
– Al escucharla decir que amaba a alguien, me hizo doblar el pliego y guardarlo.
Decidí entrar...
Verónica: — Hola, buen día... Disculpa la interrupción.
– Se sorprendió al verme entrar a su habitación.
Any: — Te llamo más tarde...
– Finalizó la llamada –
Any: — Doctora Téllez, creí que ya no vendría a verme.
Verónica: — ¿Por qué?
Any: — Salió de la habitación por la madrugada, y no se despidió de mí.
¿Tan mal la pasaste conmigo?
Verónica: — Estabas dormida, no quise despertarte a esa hora.
Te tengo buenas noticias...
Any: — ¿Por qué estás así?
Verónica: – ¿Así, cómo?
Any: — Tan seria, fría, tu mirada es fulminante.
Verónica: — Claro que no, sólo estoy estresada.
Te comentaba que tengo buenas noticias para tí...
– Me quedé frente a ella –
Any: — Te escucho...
Verónica: — Tu recuperación la podrás concluir en tu casa, te darán de alta mañana.
Any: — ¿De verdad? No sabes como deseaba escuchar eso...
Verónica: — Lo es, el doctor Osorio me lo comentó hace un momento.
Any: — Es la mejor noticia que he recibido, en verdad deseo estar fuera de aquí.
Verónica: — A partir de mañana serás libre de esta clínica.
Por la tarde se realizará la orden para dar el alta, y así te puedas ir a primera hora.
Any: — ¿Me irás a visitar?
Verónica: — Claro, cuando tú gustes.
Any: — Te siento diferente, ¿Qué sucede?
Verónica: — Nada, todo bien...
Any: — Acércate, por favor.
– Me senté a su lado –
Any: — ¿Qué tienes?
Verónica: — ¿Necesitas decirme algo, antes de que salgas de aquí?
Any: — ¿Sobre qué?
Verónica: — Sólo pregunto.
Any: — Entonces debo decirte que extrañaré a la doctora más hermosa de esta clínica.
Verónica: — ¿Algo más? ¿Sobre nosotros, nada?
Any: — Estamos bien, supongo. Anoche hablamos sobre esto y ...
Verónica: — Tranquila, ya entendí. Debo irme, tengo pendientes todavía y sólo quise darte la noticia.
– Me puse de pie y ella tomó mi mano –
Any: — Espera, necesito saber que pasa.
No entiendo por qué estás así, si no me lo dices no puedo adivinar.
Verónica: — Estamos bien... Debo irme, te veo luego.
Any: — Verónica...
– Salí de la habitación, me limpié la mejilla al sentir las primeras lágrimas correr sobre ella.
Avancé en dirección a mi consultorio, me sentía molesta y triste a la vez.
Al entrar azoté la puerta, y lo primero que hice fue tomar el lienzo e intentar hacerlo pedazos.
Patricia: — ¡Hey, detente! No lo hagas...
– Exclamó al entrar al consultorio justo cuando comenzaba a romper el papel –
Patricia: — Sea lo que haya pasado, esta no es la forma de arreglar las cosas o sacar tu enojo.
– Tomó el papel y lo dejó sobre mi escritorio –
Patricia: — Respira, eso, ahora cuenta... 1, 2, 3, inhala, reten el aire, exhala...
Toma asiento, repite el conteo...
– Le obedecí
Verónica: — Gracias...
Patricia: — Tranquila, hay que saber controlarse ante cualquier situación.
Ahora sí, ¿Qué fue lo que pasó?
Verónica: — Fui a la habitación de Any, pero la escuché hablar por teléfono y me detuve a escuchar.
Patricia: — ¿Y que alcanzaste a escuchar?
Verónica: — Ella se refería a alguien, es como si existiera una persona a la cual ama y no quiere dejar.
Eso me hizo sentir mal y entre a la habitación para darle la noticia de que mañana será su alta.
Intenté disimular que estaba diferente por lo que sucedió en la noche, y luego la llamada, pero soy pésima para eso.
Patricia: — ¿Esto tú lo hiciste?
– Veía el dibujo –
Verónica: — Sí, se lo iba a dar pero ya no tiene caso.
Patricia: — Pero no te puedes quedar con algo que sólo escuchaste mediante una llamada, no sabes sobre qué hablaba o sobre quién.
Verónica: — Es lo mismo, cuando entré se puso nerviosa y luego cuando le pregunté si me tenía que decir algo antes de irse; me respondió que no había nada que contar, que todo estaba bien.
Patricia: — Vaya, si es confuso... Aún así, debes esperar y no crear ideas en tu mente.
Muchas veces mal interpretamos las cosas y por no ser claras, las otras personas no tienen idea de lo que habita en nuestra mente.
– Me quedé en silencio por un momento, pues tenía razón –
Patricia: — Esto, conservalo. Sea la situación que sea, debes tener presente que ha marcado tu vida y que lo tuyo es sincero.
Quizás ya no se lo entregues, sólo guárdalo y en su momento podrás saber que hacer con él.
Verónica: — Gracias por ayudarme a controlar mi coraje, por escucharme y aconsejarme.
Hace poco te conozco y mira todo lo que has hecho, no cabe duda que Roberto tiene mucha suerte de tenerte en su vida.
Patricia: — Las cosas se van dando poco a poco, y tu amigo es un poco testarudo pero tengo fe en que cambiará.
Verónica: — Ja, ja, ja... Yo te ayudaré, lo prometo.
Patricia: — Al menos ya te hice reír, así que tranquila. Vine a buscarte para ir a almorzar con Roberto, nos espera en la cafetería.
Verónica: — De acuerdo, vamos...
– Salimos del consultorio y nos dirigimos a la cafetería que estaba en la esquina de la clínica.
Verónica: — Sabes, en este lugar fue donde la conocí...
– Suspiré al contarle –
Patricia: — Supongo me hablas de Any.
Verónica: — Sí, sobre ella.
Patricia: — ¿Y cómo fue?
Verónica: — Hace meses la vi entrar a la cafetería, fue como un hechizo, sabes...
Roberto: — ¡Pensé que no llegarían!
– Nos dijo al vernos entrar –
Verónica: — Que exagerado...
Roberto: — Llevo tiempo aquí y ustedes no aparecían.
Patricia: — Ya estamos aquí...
Verónica: — ¿Ya pediste algo?
Roberto: — Claro, pedí la cuenta para que tú la pagues...
Verónica: — Ja, ja, ja... Eres un tonto.
Roberto: — Pero así me quieres, pedí ensalada mixta, debemos guardar la línea.
Patricia: — ¿Es en serio? Moriré de hambre, pediré una hamburguesa...
Verónica: — Esa es mi chica...
– Chocamos puños –
Roberto: — Dios las hace, ustedes se juntan...
Presiento que no me irá bien, con ustedes dos juntas.
Verónica: — No exageres, sólo tenemos hambre.
Roberto: — De acuerdo, que sean tres hamburguesas y papitas...
Verónica: — Sabía que no habías ordenado nada, te conozco...
Roberto: — Sólo quería que sacaran su lado feroz, ja, ja, ja...
Patricia: — A mí me encanta comer, no suelo llevar dietas...
Verónica: — Igual a mí, pero hago un poco de ejercicio.
Patricia: — Yo no soy muy buena en ello, hago dos semanas ejercicio y un año no, ja, ja, ja...
Roberto: — Y estas hermosa...
– Le besó la mano –
Verónica: — Cursilerias, ahora no, por favor...
Roberto: — La envidia te corroe.
Verónica: — Para nada, querido...
Roberto: — ¿Ya hablaste con Any?
Verónica: — Sí, pasé un mal momento de hecho.
Roberto: — ¿Por qué? ¿Hablaron sobre lo de anoche?
Verónica: — Primero sufrí un chantaje con el doctor Osorio, me solicitó ir a su consultorio para decirme que le dará de alta a Any, pero que quería mi opinión...
Roberto: — Eso quiere decir que ya sabía lo de ustedes.
Verónica: — Así es, al ser directa y decirle que necesitaba, me respondió que a su sobrino le fue negado el ingreso para hacer su internado.
Roberto: — Dime que no aceptaste...
Verónica: — Ya lo hice.
Roberto: — Cediste a su chantaje y no se arreglan las cosas así, y tú ahora serás responsable de lo que haga el sobrino.
Verónica: — Lo sé, ya no hay vuelta atrás.
Patricia: — ¿Por qué tendría problemas?
Roberto: — Por el hecho de ser recomendado, estará bajo observación especial y una falla se la harán llegar a dirección, e irán contra Verónica.
Verónica: — Hablaré con él, y haré que me tenga miedo...
Roberto: — ¿Más? Todos los internos sufren cuando están en tu área.
Verónica: — Haré que tiemble, para que Osorio se arrepienta de su chantaje.
Roberto: — Te creo, pero cuéntame que pasó...
Verónica: — Escuché a Any en una conversación telefónica; le comentaba a Pati, que la escuché decir que amaba a alguien pero que no sabía como alejarse, o algo así.
Roberto: — Sabía que algo ocultaba, tantas reglas para un free, se me hacía raro.
Patricia: — Pero no pueden hacer especulaciones, puede que lo estamos mal interpretando.
Roberto: — Lamento decirles que mi instinto femenino, nunca falla...
– Patricia y yo, nos quedamos viendo y soltamos carcajadas –
Verónica: — Se me olvidaba que detrás de ese macho alfa, hay una niña en tu interior.
Patricia: — Ja, ja, ja... Me encanta la amistad que tienen.
Roberto: — A esta mujer la adoro, y lo único que quiero es que sea feliz. No te imaginas lo que me costó para que saliera de la cueva, se había aislado por completo.
Patricia: — ¿Puedo saber el motivo?
Verónica: — Mi padre falleció hace un año, y a las semanas de eso, mi ex prometida canceló la boda y terminó la relación.
Me deprimí, me encerré en mi trabajo y departamento, no quería saber nada del exterior.
Roberto: — Hasta hace poco que decidió salir con Fernanda, y al mismo tiempo con Any.
Patricia: — ¿A quien conociste primero?
Verónica: — A Any...
Roberto: — Pero solo fue de vista, nunca hablaste con ella hasta que la encontraste de nuevo en la clínica.
Verónica: — Lo sé, pero desde ese día yo pensaba en ella.
A Fernanda la conocí después, cuando se mudó al departamento de a lado.
Coincidíamos en el parque cuando salimos a correr, y poco a poco se fue dando la amistad.
Patricia: — Pero Fernanda quiere que se conozcan más para poder iniciar una relació, ¿Cierto?
Verónica: — Así es, aunque ahora está muy cariñosa.
Roberto: — Sigo firme en que prefiero que estés con Fernanda.
Patricia: — Sé trata de lo que ella sienta...
Roberto: — Lo sé, pero es obvio que Any le oculta algo y no quiere nada serio con ella, y Fernanda si quiere algo, simplemente desea hacer las cosas bien.
Patricia: — Tienes las diferencias muy claras, al final es tu decisión.
Sé que es muy difícil hacer que la razón y el corazón, trabajen juntos, pero lo puedes intentar.
Roberto: — Sólo quiero que estés bien, muy independiente de mi opinión respecto a Any, sabes que siempre contarás conmigo.
Verónica: — Gracias chicos, he estado pensando mucho y creo que todo se ha acomodado para que tome una decisión.
Hoy tengo una cita con Fer, y hoy es el último día de Any en la clínica.
Así qué, todo se decide hoy...
Patricia: — Ten presente algo, todo lo que fácil llega, fácil se va. Y todo lo bueno, tarda en llegar...
– Ambos tomaron mi mano –
Verónica: — Esto fue algo como: Todos para uno, y uno para todos.
– Reíamos –
Roberto: — Hora de comer, quien termina a lo último, paga la cuenta...
Verónica: — Querido, no tienes idea de que mujeres tienes a tu lado.
Roberto: — ¿Por qué lo dices?
Patricia: — Y me trae unas papitas toreadas por favor...
– Ella realizaba otra orden –
Patricia: — ¿Decían algo?
Verónica: — Que me invitarás de tus papas...
– Al menos en el almuerzo me sentía mejor al estar en compañía de mis amigos.
Al terminar de almorzar nos dirigimos a la clínica, Roberto se dirigió a su consultorio y Patricia se quedó conmigo pues debíamos hablar sobre las modificaciones que se harían a nuestro consultorio.
Patricia: — ¿Qué piensas de mis ideas?
Verónica: — Me parece bien lo que diseñaste, pero siento que no es necesario colocar una división total.
Podríamos colocar una puerta, y aquí quedaría como pasillo que conecta a ambas.
Patricia: — Tienes razón, así figuran dos consultorios en uno y no se vería tan mal.
Verónica: —  Entonces manos a la obra, podemos comenzar desde ya...
Patricia: — ¿Vamos con el director?
Verónica: — Sí, de igual forma necesito hablar con él.
– Salimos hacia la oficina del director –
Verónica: — ¿Está ocupado el director?
Trabajadora social: — No, de hecho la estaba esperando, pueden pasar.
Verónica: — Gracias...
– Cedí el paso a Patricia, e ingresamos a la oficina –
Doctor Esteban: — Chicas, que gusto verlas juntas, me alegra que se lleven bien.
Verónica: — Así es, padrino.
Doctor Esteban: — Tomen asiento, por favor.
Patricia: — Gracias, doctor. Le entrego la lista de las cosas que necesito para el consultorio y la idea acerca de la división.
Doctor Esteban: — Que bien que ya trabajaron en ello, pediré al equipo de mantenimiento que comiencen a realizar los cambios.
Verónica: — El consultorio ya está libre, pueden empezar desde hoy.
Doctor Esteban: — Sí, estoy pensando en que se organicen y laboren turno de noche para poder avanzar y así esta semana comiences a dar consultas Patricia.
Patricia: — Perfecto, ocuparé estos días para conseguir departamento y traer mis cosas.
Verónica: — Podemos checar si en el edificio donde estoy, hay algún departamento disponible.
Patricia: — Claro, me parece bien.
Doctor Esteban: — Bien, cualquier cosa que necesites, no dudes en decirme.
Verónica: — ¿Ves? Es el mejor director...
Doctor Esteban: — Lo dices por que eres mi ahijada, por cierto señorita...
Noté que tu diferencia con la Abogada, cada vez es más grande. ¿Pasó algo ahí?
Verónica: — De hecho no, simplemente no coincidimos, su modo arrogante no lo tolero.
Doctor Esteban: — Entiendo, procuraré que no coincidan.
– Tuvo una llamada telefónica y la atendió –
Verónica: — ¿Quieres ir al edificio?
Patricia: — Sí, en cuánto se pueda, necesito establecerme lo más pronto.
Verónica: — Ok, vamos entonces.
– Nos salimos de la oficina –
Patricia: — No le dijimos al doctor que saldríamos...
Verónica: — Tranquila, esa llamada que atendió va a durar más de una hora.
Así que aprovechemos que estamos libres y vamos por Roberto.
Patricia: — Ok...
– Tomamos el elevador y nos dirigimos al consultorio de Roberto –
Verónica: — Doctor, ¿Estás libre?
Roberto: — Ustedes juntas son peligrosas eh...
Verónica: — Si te portas bien, no te haremos nada.
Roberto: — Ya me dieron miedo, ¿Se aprovecharan de mí?
Patricia: — ¿Nos acompañas a ver un departamento al edificio donde vive Verónica?
Roberto: — ¿Ahora?
Verónica: — Sí...
Roberto: — Todavía tengo consultas, ¿Me esperan?
Verónica: — Nos adelantamos y en cuanto termines nos alcanzas.
Roberto: — De acuerdo, allá les veo. Supongo ya no regresarán a la clínica.
Verónica: — No, así que allá te vemos.
– Patricia se despidió de él y salimos de su consultorio –
Patricia: — ¿Irás a ver a Any, antes de irnos?
Verónica: — Creo que es mejor no ir, mañana hablaré con ella antes de su salida.
Patricia: — No dejes para mañana, lo que puedes hacer hoy.
Verónica: — Tienes razón, ¿Me esperas en el auto?
– Le di las llaves –
Patricia: — Toma tu tiempo...
– Caminé hasta llegar a la habitación de Any, toqué antes de entrar –
Any: — Hola, creí que ya no vendrías.
Verónica: — ¿Cómo te sientes?
– Me senté a su lado –
Any: — Estoy bien, ansiosa por salir de aquí.
Verónica: — Lo sé, ya sólo faltan unas horas para que puedas salir de aquí.
Any: — ¿Puedo saber por qué estabas molesta en la mañana?
Verónica: — Discúlpame por eso, no pude evitar sentir celos y antes de que me repitas que eso no es parte del trato, yo me detuve en la puerta cuando estabas en llamada.
Any: — Ahora entiendo tu pregunta...
Verónica: — Mira, sé que acepté tus reglas y que no las puedo cambiar, así que no te voy a seguir presionando con lo mismo.
Any: — ¿Eso que significa?
Verónica: — Que ahora que te vas de la clínica, las cosas cambian y que  podrás ser tú, sin que yo te cuestione o en su caso te insista en formalizar.
Any: — No quiero que lo veas de esa manera, tampoco quiero que te alejes.
Sé que tienes muchas dudas, te prometo que las aclararé fuera de aquí.
Verónica: — No te preocupes, ya dejemos las cosas así. Me tengo que ir, que pases buenas noches, te veo mañana para tu salida.
Any: — Cuídate mucho...
– Le di un beso en la frente y salí de la habitación –
Al menos me sentía tranquila al haberle dicho lo que sentía, estaba segura que a partir de ese día las cosas cambiarían pues ya tenía clara mi decisión.
Verónica: — Listo, vamos...
– Comenté al subir al auto –
Patricia: — ¿Cómo te fue?
Verónica: — Le dije a Any que escuché su llamada, y que no le insistiría.
Patricia: — ¿Y que respondió?
Verónica: — Que mis dudas las aclarará cuando este fuera de la clínica, pero sé muy bien que eso no sucederá, al salir de aquí, ella hará su vida y yo no estoy incluida.
Patricia: — Sus motivos tiene para no decirte ahora, ten calma.
Verónica: — No espero que lo haga, Roberto tiene razón, mejor debo alejarme y darle la oportunidad a Fernanda.
– Nos dirigimos al edificio para preguntar por algún departamento disponible –
Patricia: — ¿En este edificio vives?
Verónica: — Sí, ¿Te gusta?
Patricia: — Hasta ahora, sí...
Verónica: — En cuánto veas mi departamento, te encantará.
Patricia: — No lo dudo, me gusta la zona en la que está.
– Salimos del elevador, al acercarme a abrir la puerta, Fernanda salía de su departamento –

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