Psique
Es jueves por la tarde, las clases ya han terminado y camino de regreso a casa, saco unos audífonos de uno de los bolsillos del saco del uniforme y me los pongo en los oídos para escuchar música mientras camino a casa, pero mis planes se ven interrumpidos. Levanto la vista y lo primero que veo es a un grupo de chicas reunidas aun lado de la puerta del conductor de nada más y nada menos que de la camioneta de Heracles Abreu, él hermano de Eros. Ellos son todo una dinastía, son la familia más rica de todo este lugar pero a pesar de eso todos tienen los pies bien plantados en la tierra. No es que me moleste que ellas estén ahí con él, si algo me quedo muy claro es que los Abreu ven el amor como una debilidad. Eso los incluye a todos, todos son tan perfectos que resulta preocupante, los hermanos Abreu tiene unos genes perfectos, digo hermanos pero en realidad hay un chica entre esos tres monstruos de belleza y no para menos Atenea es muy hermosa y tiene un cuerpo envidiable, los chicos se caracterizan por esa cabellera corta de color negro, tan negro como la misma oscuridad, y eso ojos cafés que penetran hasta el alma, parecen un acopia uno del otro pero en realidad es que cada hermano tiene lo suyo, la razón por la que todas esas chicas están ahí es porque quieren ser folladas por Heracles. El enredarte con un Abreu es casi como si salieras en televisión. Todas quieren conocer esos buenos dotes que los caracterizan, y si. también tienen la esperanza que después de cogérselas alguno de ellos terminen flechados por ellas. pero eso nunca va a pasar, las chicas de mi clase no dejan de hablar a mis espaldas «que si me tirado a algún Abreu» murmuran por los pasillos y solo para que lo sepan podría tirarme a los Abreu de esas familia sin problemas pero no lo hago. porque no quiero.
Algo dentro de mí se siente plenamente excitada al recordar el hermoso abdomen de Heracles, así que me quito los audífonos y los guardo de nuevo en mi saco, camino con decisión dando pasos firmes hasta llegar a la camioneta de Heracles.
—¡Largo zorras! —les gritos a todas entrando en el rango de visión de Heracles
—¡Qué diablos psique! ¿Qué te pasa? —golpea el volente con ambas manos mientras se dibuja en su rostro una sonrisa engreída.
Lo señalo con el dedo acusatorio —¡Tus hermanos pueden llegar en cualquier momento! ¿Qué pensaran si ven a todas esas mojando sus pantis aun lado de su auto? —le digo como si fuera una figura autoritaria para él —Nos vemos —paso mis manos por mi cintura para provocarlo.
—¿Qué? ¿no quieres que te lleve?
—En eso —encierro su auto en un círculo invisible —Donde subes a todas con las que te besas. No gracias —le digo con ironía y claro que si, burlándome un poco también.
—Ahí no solo las beso —hace una pausa para darle drama —También las follo.
—¡Qué asco me das! —le grito enseñándole el dedo medio mientras me alejo lo mas que puedo.
Llego a casa y para mi sorpresa no hay nadie, soy hija única así que no tengo un ejército de hermanos como mis vecinos, dejo la mochila en sillón y me dirijo a toda prisa a la nevera que está en la cocina por un vaso de agua bien fría, gusto encuentro una nota de mamá que dice:
Me toco turno nocturno, y papá tendrá horas extras. Así que calienta la cena que está en la estufa.
Arrugo la hoja haciéndola una bolita y la aviento al cesto de basura creyéndome una basquetbolista, ¡cae dentro! Mi teléfono suena desde dentro de mi mochila así que voy de inmediato por él, es un mensaje de Atenea:
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A UN BESO me rindo ante ti
Teen Fictionenamorarte de alguien implica abrir tu corazón de par en par para mostrar lo mas perturbador de tu ser, enseñarle lo mas frágil y débil de tu persona