5. Estoy acabada

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No se que es lo que será de mi. ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Por qué de la nada vienes aparecer haciendo como si nada pasara? ¿Qué es lo que esperas que haga que me comporte como si no me hubieras dañado? ¿Por qué juegas conmigo? yo te di todo y tu me diste nada, ¿Por qué de la nada vuelves a parecer fingiendo que me amas?

Sus manos abiertas agarrándome del trasero, sus labios moviéndose como un experto sobre los míos, esto nunca terminará, no quiero que te vayas... no esta vez, parece que hablé demasiado rápido ya que sus labios lentamente se separan de los míos y ambos respiramos apresurados, nuestros alientos mezclándose calentando el rostro de ambos.

—¿Dirás que aún no me deseas? —me pregunta lamiendo sus labios. esos labios que por fin bese y no fue un beso a labios cerrados fue un beso de verdad con todo lo que conlleva un beso.

—Ni un poco —limpio mi labio inferior con mi pulgar con desprecio.

Podría jurar que lo que acabo de decir lo hirió aunque sea un poco

—Bien —sube sus manos hasta mi cintura y yo bajo las piernas

Asiento con la cabeza quitando mis manos de su cuello, y ahora la que está herida soy yo.

¿Así de fácil se acabó?

¿Te rendirás?

¿Acaba de jugar conmigo otra vez?

Me rehúso a ser el juguete. No esta vez, no en mi historia, quiero cortar la distancia que hay entre nosotros y no hablo de una distancia literal, porque estamos a escasos centímetros. Hablo de esta distancia de desconocimiento que existe entre ambos, la diferencia entre lo que es amar y desear que te amen, y supongo que Eros es al que le toque que lo amen, siempre ha sido así ¿o no? como cuando éramos pequeños y en la escuela armaban los equipos mixtos, Eros nunca escogía, siempre era él el primero en ser escogido, esa es la diferencia, está acostumbrado a que siempre le digan que si, tan acostumbrado a que lo deseen.

Eros camina hacia mi cama y yo voy detrás de él como un perro fiel.

—¿Recuerdas cuando veíamos películas? —en su voz se escucha una melancolía contagiosa pero su expresión es todo lo contrario, su rostro es serio y su mirada es penetrante

—Si, siempre escogías de terror y yo no dejaba de gritar durante toda la película —me cruzo de brazos y me siento en la orilla de los pies de la cama

—Eran buenos momentos —Eros abre mis piernas con su pie, dando un golpecito sobre mis pies descalzos, por inercia las abro dando espacio para que pase lo que tenga que pasar.

Se aclara la garganta mientras deja salir el aire por su nariz —¿Aún te asustan las películas de terror?

—Si... por algo se llaman películas de terror, creo que el punto es que den miedo

Eros mueve la cabeza diciendo que si mientras jala un poco su pantalón —si, bueno. ¿por qué no vemos una película? ¿Cómo antes? —se agacha acomodándose para sentarse en el suelo, su cabeza queda justo entre mis piernas, siento un calor que sube por todo mi cuerpo, antes nos sentábamos así pero bueno eso era antes de que mi vecino se pusiera tan jodidamente bueno, ¿por qué dios? ¿Por qué me mandas esto? no me estoy quejando... solo quiero saber.

—¿Me pasas el control? —inclina la cabeza hacia atrás

Me estiro un poco dándome la vuelta para tomar el control de la televisión que está en el buro al lado de mi cama.

Me acomodo como estaba antes —Aquí tienes

—Gracias

Eros está en la búsqueda de una película de terror, yo solo guardo silencio e intento controlarme, el tenerlo cerca ya era intimidante. Ahora que su cabeza esté tan cerca de mi cuerpo es mucho más espeluznante, estoy tan nerviosa que no puedo controlarlos, mis piernas están temblando y mi cabeza está pensando en el beso de hace un rato. Sus labios, su respiración, ese jodido beso provocó tantas cosas dentro de mi. pero se que para él fue tan ordinario como cualquier otro, lo que lo hace ordinario para mí también, no fue nada fuera del otro mundo como me lo llegue imaginar en mis sueños, este era mi momento de resistir de hacerme la dura y sin corazón pero no. Lo único que ocasionó tu estúpido beso es que sea una maldita sumisa. ¿Por qué me besas si sabes que no me amas? esa pregunta no deja de rondar por cada rincón de mi mente perdida. el haberme besado sin sentirlo es lo que lo hizo ser como cualquier otro maldito beso, si en mi cuerpo puedo haber hecho estragos pero en mi mente solo se quedo como un beso más.

A UN BESO me rindo ante tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora