21. La propuesta

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Una vez dentro enciendo la luz de la sala

—¿Por que no dejaste que Kevin te trajera a casa?

Ari se queda de pie en la entrada —¿Quieres pasar de una vez? tengo que cerrar la puerta

—¿Por qué no me llamaste? —él permanece de pie, su pecho subiendo y bajando, su cabello alocado y pequeños mechones cayendo sobre su cara cubriéndole los ojos —quieres contestarme —insiste

—¿Por que vienes a buscarme? —paso saliva pero siento como esta pasa por mi garganta de una manera tan apretada que me lastima.

Ari por fin se digna a entrar cerrando la puerta detrás de él —porque —dice seguro de si pero esa seguridad se va esfumando —No lo se —dice acojonad tumbándose sobre el sofá de la sala, me acerco hacia el apretando los labios mordisqueándolos un poco.

Me siento justo a su lado, pasando mi manos por encima de la suya —Yo si lo se —susurro mirándolo directo a los ojos —Porque me amas —musito recostando mi cabeza por debajo de su mandíbula acurrucándome a su lado, aspirando su aroma.

—Que jodido ¿no?

—¿Qué es lo jodido? —pregunto acomodándome.

Ari caricia mi cabello con lentitud, lleva mechones hacia arriba para luego dejarlos caer —Estoy tatuado casi de cuerpo entero, me mato en el Gym, tengo una banda, he ganado concursos de música, salí en la portada de muchas revistas, soy el segundo mejor tocando el violín en el club de música clásica.

—Presumido —lo interrumpo de prisa

Él me hace un gesto de «cállate» y yo me callo —Mido 1.88, y las chicas dejan sus números de teléfono pegados en mi casillero pero a pesar de todo eso, me dejo dominar por una niña berrinchuda, testaruda y mandona de metro y medio. —termina con una risita muy linda en sus labios.

Me giro tan rápido que le entierro el codo en el abdomen a Ari sin querer —1.65 —lo corrijo llena de orgullo. Él solo ríe a carcajadas toando mi cara entre sus manos, abalanzándose sobre mi para hacerme cosquillas en las costillas, yo solo me rio sin parar, quiero pedirle que pare pero no puedo, la risa no me deja ni siquiera respirar, las fuertes risas que se esparcen por toda la casa nos dejan sordos, riendo sin par tumbada sobre el sofá de la sala con mi mejor amigo conmigo, creo que es perfecto.

Ari y yo pasamos una parte de la noche hablando sobre un sin fin de cosas, me disculpe por como me comporte el también lo hizo, le pedí que me contara un poco más de él y me conto un par de cositas bastante interesantes, aunque me dijo que las mantuviera en secreto, no son cosas malas o fuera de lo normal pero aun así hare lo que él me pida, es temprano por la mañana mamá esta en la cocina preparando el desayuno, esta vez si llego a dormir, al final no se quedo todo el turno completo así que pudo regresar un poco mas temprano de la noche, la casa esta inundada de el exquisito aroma de Hotcakes recién hechos, estoy en el baño desenredando mi cabello mientras Ari se esta bañando a un lado mío, lo único que nos separa es la fina cortina de la regadera, el baño es una combinación de aromas, huele a frutas por mi shampoo, pero igual a jabón neutro y al aroma de los Hotcakes de la cocina.

—Psique, ¿sigues ahí? —pregunta Ari quedándose quito.

—Si, ¿por que? —dejo que el cepillo se resbale por el hueco del lavamanos, mientras tomo un par de donitas de color negro. Planeo hacerme unas trenzas en la parte de arriba, y dejar el resto del cabello suelto.

Ari cierra la llave de la regadera haciendo que todo quede en silencio —¿Podrías prestarme una toalla? —asoma la cabeza por una esquina de la cortina. su cabello revuelto echado sobre su cara escurriendo agua, pequeñas de esas gotas escurren hasta el suelo.

A UN BESO me rindo ante tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora