La noche es muy fría y las luces de los carros me deslumbran y me aterran, me siento encrespada como un gato. Aun tengo la incompetencia y la culpa a flor de piel, deje a Ari, él jamás lo abría hecho, él jamás me abandonaría, y el hecho de molestar a Heracles a estas horas no e hace sentir muy bien, a pesar que no es media noche, pero tampoco son las seis de la tarde, él dijo que vendrá por mi y yo lo espero paciente dibujando monitos en la arena con una rama puntiaguda que recogí mientras caminaba. Levanto la cabeza en dirección al cielo, los recuerdos empapan mi mente desorientada y tonta.
Las destellantes luces de los faros de un coche me ciegan por un momento, cubro mis ojos soltando la rama que me había hecho compañía, paso el dorso de la mano por mis ojos manteniendo una distancia considerable como para que atraviesen unos rayos de luz, las pisadas aceleradas se pierden con el ruido de los carros pasando velozmente a mi lado, las ráfagas de aire que salen de ellos, revolotea mi cabello.
—¿Estas bien?—Heracles me pregunta a la vez que se arrodilla para estar a mi estatura.—¿Te has hecho daño? ¿Cómo terminaste aquí? —sus preguntas son seguidas y a pesar de que solo han sido dos las sentí como una ráfaga de preguntas atacándome.
Levanto unos centímetros más la vista para poder observarlo, sus ojos llenos de angustia, su nariz tan perfecta, esa piel intacta, sin una sola marca de acné, el tenerlo aquí no me permite hablar así que solo me limito asentir, el verlo de nuevo y saber que Heracles no esta solo para follar sino también es incondicional... me hace sentir un hueco en el corazón.
—Vamos, te llevo a casa —por alguna extraña razón su voz que me es tan familiar me orilla a llorar. No puedo hablar solo llorar, en silencio, sus manos me toman de los muslos se deslizan hasta mi cintura para levantarme, mis pies se despegan del suelo, Heracles me carga con cuidado para dejarme sobre el asiento del copiloto, después cierra la puerta con cuidado.
—Toma, esto es para ti. —dice dándome un termo de color plata, de esos que son resistentes y guardan las temperaturas.
Ya mas clamada, y rumbo a casa la situación a mejorado un poco. Heracles paso por mis hombros barias chaquetas muy calienticas, también me obligo a ponerme guantes ya que dijo que mis manos estaban demasiado frías. me bebí todo el café que él me ofreció, estamos en silencio pero no es incomodo, es... solo silencio, reviso la hora y veo que son las 10:30 pm, dejo mi teléfono sobre el tablero del coche, las luces naranja de la calle destellan al ser reflejadas por los cristales de las ventanas de las casas, respiro profundo el aire que entra por la ventanilla.
—Gracias por venir a recogerme.
Heracles bufa —No tienes que agradecer, no podía dejarte sola —dice poniendo esa cara tierna que me derrite el corazón.
—¿Por que? —inquiero muy curiosa.
—No lo se, solo no podía hacerlo —admite. Su voz es lenta, tranquila pero tajante, penetra en mi piel, en mi cabeza, y en mi memoria —Creo que incluso podría enamorarme de ti. —Heracles hace una pausa pero de inmediato suelta carcajadas. —No,no,no. No te ofendas pero no eres mi tipo. —dice sonriendo pero las comisura de sus labios se van hacia abajo aunque él lucha para enderezarlas y mantenerlas arriba.
Relincho —No te ofendas pero tampoco eres mi tipo —le regreso el golpe bajo, con unas notas de supremacía.
—¿Ah no?
—No. —le respondo con un tono de suficiencia.
—¿Entonces por que vienes a buscarme cuando quieres echar un polvo? —levanta una ceja hundiendo la otra.
Tomo el aire suficiente como para protestar pero decido no hacerlo en el ultimo minuto.
—¡¡¡Venga ya!!! ¡A que follo bien! —se regocija Heracles mientras acaricia mi cabello con la punta de sus dedos.
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A UN BESO me rindo ante ti
Teen Fictionenamorarte de alguien implica abrir tu corazón de par en par para mostrar lo mas perturbador de tu ser, enseñarle lo mas frágil y débil de tu persona