-La bienvenida de los inadaptados-

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El primer día de clases, en otras escuelas seria un día para no hacer nada o adaptarse a la nueva vida escolar, pero en mi escuela no. aquí es todo lo contrario, las clases no comienzan como normalmente lo harían, aquí comienzan en la noche y para destacar entre las demás universidades  nos dan la bienvenida con una gran y lujosa fiesta, como esos bailes de graduación pero de inicio de curso, además aprovechan para dar la bienvenida  a los tres becados o los inadaptados como les dicen por los pasillos, la vida no será fácil para ellos, pero tampoco lo es para nosotros.

La noche es linda, el cielo está despejado lleno de estrellas por todos lados, la luna es inmensa y preciosa,  mis piernas dobladas una sobre otra, mis codos recargados sobre el cojín que está encima de mis piernas, la habitación de atenea es enorme fácil a de ser como el doble de la mía, su decoración es muy minimalista clores grises y decoraciones sobre las paredes, hay un retrato en particular que me llama mucho la atención, un cuadro pintado con acuarelas una chica dándose la vuelta el cabello dando vuelta junto con ella, de fondo un  atardecer con colores morados, naranjas, rosados y marrillos, es preciosos, la chica de la pintura se mira feliz y muy emocionada, sus ojos cerrados su boca con una sonrisa que muestra los dientes y los hombros echado un poco hacia adelante, su vestido blanco se olea junto con ella. ¿La chica será Atenea?

—¡Hey!  aquí estas, te estaba buscando —Hermes asoma la punta de la nariz y unos  mechones de su cabello negro se asoman con ella.

—Si, estoy buscando mi vestido —le responde Atenea sin voltear a míralo 

Hermes voltea  para mirarme, solo le sonrío y le digo «hola» con la mano

—Hea —la voz de Heracles atraviesa paredes —Bueno, bueno, ¿Qué pasa aquí? ¿reunión familiar y no me han invitado? —entra chochándole el hombro a Hermes quien hace un gesto de dolor y se soba suavemente el hombro —Peroo buenooo. Hermanita, tu cuarto es más grande que el mío —se da una media vuelta con estilo mirando al techo. Su cabello está mojado y lo único que lleva puesto es una toalla atada a su  cadera

—¡Hey! ¡que esta psique! ¡no puedes entrar así frente a ella! —le grita Atenea de inmediato empujando del pecho obligándolo a salir de espaldas, arrasando con el pobre de Hermes que estaba de pie junto a la puerta. Estando los dos fuera Atenea azota la puerta sin piedad.

Ay Atenea si supieras que eso es lo mas decente que lo he visto hacer.

Después de recordar lo que a pasado entre Heracles y yo es inevitable el no colorarme en la mejillas así que de inmediato pongo mis manos sobre ellas para ocultar lo sonrojada que estoy.

—Perdón perdón que no la he visto —balbucea Heracles sin detenerse pegado al marco de la puerta —Como sea, ya vendrás a buscarme para que te lleve —le advierte  a Atenea caminando hacia su cuarto supongo, sus pisadas se escuchan  atreves de las delgadas paredes.

—¡Heracles! ¡estas mojando el piso! —lo regaña Raquel. quien es la señorita de la  limpieza —Anda, apresúrate o te pondré a trapear a ti 

—Vale, ya voy Raquel tampoco te pongas así 

Atenea y yo nos comenzamos a reír de escuchar lo que están hablando aquellos dos.

Dos toquecitos casi inaudibles nos hacen voltear —chicas, ¿puedo pasar? —la voz de Hermes me llena de ternura por lo que sin pensarlo le respondo: 

—Pasa guapo —apenas como esas palabras dejan mis labios Atenea voltea a mirarme con unos ojos enormes 

—¿Guapo? 

—Si, si guapo, ya sabes de cariño —le respondo quitada de la pena —haber llevamos muchos años de conocernos yo lo veo normal.

—¿Qué vestido llevaras tu psique? —me pregunta Hermes aun detrás de la puerta.

A UN BESO me rindo ante tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora