Cómo Enamorarse En 31 Días FLUFFTOBER 2021 [Free!] [SouMako]

Día 26: Perfume

Había aparecido entre sus cosas, pero no era suya. La extendió por los hombros y se aseguró de que aquella sudadera no era de su propiedad. De hecho, la identificó perfectamente. Hace unos día se la había visto a Makoto y seguramente la había olvidado allí. Iba a doblarla cuando identificó el aroma dulce y frutal, también de Tachibana, y sintió un hormigueo en su estómago. Sousuke la miró por un segundo y relamió sus labios sabiendo que no iba a resistirse.

Inspiró fuertemente su perfume.

Y soltó un suspiro desde el fondo. Si cerraba los ojos, parecía que estaba junto a él. Envolviéndolo. Como si acariciara cada parte de su cuerpo. Sobre él.

Sousuke se dejó caer sobre la cama. Su mano viajó de forma natural esquivando la goma de sus pantalones y sumergiéndose en ellos. Estaba totalmente erecto. Se acarició suavemente por encima del bóxer mientras retenía la respiración. Poco a poco, mientras sus dedos paseaban por la tela, inspiró de nuevo el aroma de Makoto.

El recuerdo de él en la bañera rozando su cuerpo con el suyo, frente a frente, dejando su aliento sobre él, gimiendo, sudando, lo inundó. Sousuke liberó su miembro mientras revivía aquella sensación con su mano. El corazón se le aceleraba, el cuerpo se le prendía lanzando calor hasta cada recoveco. Aumentaba la temperatura, aumentaban el ritmo. Sus caderas embestían involuntariamente deseando chocar contra el cuerpo que sus fosas nasales identificaban como cerca. Hasta sentir el frenesí.

Con la imagen de Makoto desnudo sobre él corrió al mismo tiempo que escuchaba su timbre. Sousuke se sintió sucio y totalmente avergonzado. Se adecentó y corriendo fue a abrir la puerta. Lo invitó a pasar con un gesto sin mirarlo a los ojos.

—D-Dame un momento tengo que ducharme. —carraspeó.

Makoto parpadeó, sus ojos fueron directos a las manos antes de sentarse cómodamente en el sofá.

—¿Esa es mi sudadera?

Sousuke la escondió tras su espalda.

—Te la daré una vez la lave. —dijo y se aclaró la garganta.

—No hace falta yo lo haré.

—¡No! —apretó sus manos sobre la tela y sintió el semen sobre ella. El bochorno lo inundó hasta el punto de sentir un calor terrible en la sala.

—¿La quieres? Pero no parece de tu estilo. —Makoto no imaginaba lo que pasaba ante sus ojos.

—Es... —suspiró pero no podía acabar de sentirse tranquilo. —Es porque tiene tu olor.

Makoto se tiñó de rojo, pero no más que Sousuke.