🎪Chapitre XIII🎪

1.1K 187 69
                                    

Estaba dentro de una habitación oscura, amarrada a una silla y con una mordaza en la boca impidiéndome el habla. Miro a mis lados en busca de ayuda y pataleo en un vano intento de escapar. Él se detiene frente a mí y me mira con aquellos ojos verdes que brillaban como dos bombillas en medio de la oscuridad. Me pidió silencio y las lágrimas bajan por las esquinas de mis ojos mientras los sollozos eran ahogados por la mordaza. La persona frente a mí susurra en voz baja que me calme y yo negaba con la cabeza sufriendo una batalla interna.

—Anstasia, cálmate—me pide y lloro con más fuerza rogando por auxilio—si quieres salir viva de aquí deberás llenar tus manos de sangre.

Niego de nuevo y la figura de la persona retrocede frente a mí posándose en el pequeño y único rayo de luz que había en la habitación permitiéndome ver su rostro.

—Las cosas no son tan fáciles en este circo, principessa—enuncia Morgan y mis ojos lagrimean.

De pronto, me levanto de golpe sobre mi cama y observo a mis lados totalmente atemorizada. Analizo mi alrededor y me doy cuenta de que aún estoy en mi habitación.

Me toco el pecho mientras que éste subía y bajaba sin parar, y siento mi corazón latir de forma apresurada. Suspiro entrecortada y encuentro frente a mí un maletín con la palabra traje escrita en todo el medio.

Hoy había un evento en la noche con la mitad de la mercancía y debía volver a pararme frente al gran ojo de toro. Esa cosa del demonio que me atormenta día y noche.

Un poco más calmada, me empiezo a bajar de la litera tomando mi maletín para cambiarme en el baño.

Entro cerrando la puerta detrás a mis espaldas y mi vista viaja directamente hacia el lugar en donde escondí mi cuerda, reviso la zona y por suerte todo está como lo dejé. Tenía una gran ventaja en este caso; Annie no utilizaba este baño, solo usaba el de la habitación de María, ya que según ella no compartiría nunca en su vida el baño con un cebo como yo. Y la verdad no le tomaba demasiada importancia, en realidad me hacia un gran favor indirectamente.

Saco el plano del circo que dejé en la bolsa en donde escondía la soga y remarque algunos puntos sobre los enmascarados y sus horarios de turno.

Cuando termino de agregar los detalles, me levanto del suelo guardando todo como estaba antes, dentro de la cajuela oculta debajo del jacuzzi, y me pongo el traje de ángel que había dentro.

Esto era una verdadera idiotez, no encontraba la necesidad de disfrazarme, ni siquiera era Halloween. Pero por el tipo de trajes, tomaría en cuenta de que toda esta ropa en realidad parecen ser trajes sexuales hechos para la sumisión.

El traje estaba complementado por un corset de color blanco muy ajustado, obligando a que mis pechos quedaran muy justos. También tenía una pequeña falda corta de satén, y si me doblaba con esta falda, la gente definitivamente vería mis bragas. Mis alas de ángel eran pequeñas, hechas de plumas blancas y recortadas en la parte posterior del corset.

Me miré en el espejo por última vez evitando hacer un rotamiento de ojos por esta gran estupidez y salí del baño cuando oí los golpes en la puerta, me acerqué a ésta y la abrí sin ganas para toparme con la figura imponente de Isaac del otro lado.

Él vestía un traje hecho a la medida de color gris con camisa de fondo negra y una máscara de color negro le cubría la mitad de su rostro.

Isaac sonrió al verme y me analizó de arriba a abajo con una expresión lobuna.

—Por lo que veo hoy tú serás mi guardia—comento y él por fin me mira a los ojos desde que abrí la puerta.

—Y no me arrepiento de haber aceptado—murmura mordiéndose el labio inferior.

The Circus of the Forest  [Bilogía Circus #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora