🎪Chapitre XXI🎪

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Era de madrugada y estaba caminando hacia el bosque pensativa.

Morgan no ha querido ni verme a la cara por lo ocurrido hace unas horas y ni siquiera me deja explicarle las cosas. Harry también intentó hablar con él, pero en cuanto lo hizo, le cerró la puerta en la cara.

Iba camino hacia mis prácticas nocturnas con J, pero no me sentía del todo animada hoy.

Lo arruine y mucho.

J estaba sentado sobre el tronco de un árbol cortado y al oír mis pasos levantó la cara para verme. 

—Llega tarde—es lo primero que dice y mis labios se aplanan en una fina línea.

—Tuve un percance—murmure sintiendo una horrorosa punzada en mi pecho.

—Ya veo—no le da vueltas al tema—será mejor iniciar, vamos muy retrasados—me mira y asiento con desánimo.

Nos pusimos a practicar, pero me sentía demasiado desconcentrada haciéndolo.

El remordimiento me carcome por dentro y no me permite hacer mis actividades con fluidez. Y no debería sentirme así y menos por Morgan, si lo rechacé fue por algo. No creo que deba seguir culpándome, pero es imposible no hacerlo. La expresión decepcionada en su rostro se proyectaba en mi memoria como un disco rayado y repetitivo.

Quiero mentirme, en serio quiero hacerlo, pero a veces pienso que lo que siento por Morgan es más que un simple deseo fantasioso.

Suelto la flecha que tengo en mi mano y ésta se clava en el tronco espantando al venado que intentaba cazar. Suspiro y saco otra flecha de la bolsa que colgaba en mi espalda.

J me miraba como una madre decepcionada de su hijo rebelde, y sabía que lo estaba arruinando todo, pero el chip del problema no me lo puedo sacar de la cabeza.

Acomodo la flecha en el arco y la vuelvo a soltar haciendo que se clave más arriba de la anterior que había lanzado. J se levanta del tronco en el que reposaba y se acerca a mí viendo como me levantaba del suelo con la cabeza gacha.

—Ha fallado cinco veces—reprochó—hemos estado practicando por horas, al menos podría darle con una al blanco.

—Mi mente no está en donde debería estar—confieso pateando una roca.

—De eso ya me di cuenta—me mira e inflo mis mejillas—Estamos sobre el tiempo, y al menos ya para mañana deberá saber asesinar o mínimo, hacer una buena herida.

—Pero aún tenemos mucho tiempo para hacerlo—replico.

—Mañana será el último día que le podré enseñar, seré trasladado a otra cede del circo.

—¿Qué? ¿Por qué?—me exalto.

—Morgan lo ha decidido así esta tarde, ha dicho que necesita mi ayuda con los niños del otro lado.

—No podré aprender en tan poco tiempo—espeto desesperada.

—Confío en usted—admite.

—¡Tú no lo entiendes!—exclame temiendo por todo.

—Podrá practicar por su cuenta, pero al menos necesita saber lo básico.

—Esto es una estupidez—murmuro.

—Debemos aprovechar el poco tiempo que nos queda, y ya mañana al fin le podré decir que quiero de usted.

No quería seguir discutiendo, así que lo mejor era callar y seguir para ahorrar tiempo.

Tan confiada estaba que pensé que lograríamos llegar al día del evento, pero al parecer volví a subestimar al destino.

Seguimos con la práctica e intento hacer mi mejor esfuerzo para sacar a Morgan de mi cabeza y ponerle empeño a mis estrategias, pero sin importar que, termino viendo su imagen reflejada en mis pensamientos.

The Circus of the Forest  [Bilogía Circus #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora