🎪Epílogo🎪

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Mis pies se arrastraban por el frío y vacío pasillo, detrás de mí estaba mi supervisor a unos metros de distancia.

Camino con aburrimiento y aflicción mientras agito mis brazos tratando de acoplar el horroroso uniforme del psiquiátrico a mi anatomía.

Esto parecía una prisión, con uniformes naranjas, habitaciones rodeadas de guardias y cámaras, y a veces, a los que tienen su trastorno muy severo, los encierran en una habitación anti sonido con una camisa de fuerza.

Levanto mis ojos topándome con el guardia que se encarga de llevarme a mi circulo de confianza. Esto es una estupidez realmente.

Mis padres optaron por meterme a un psiquiátrico cerca de París, cerda de un pequeño bosque en donde literalmente el hospital acapara todo el terreno. No se podía escapar de esta prisión, estábamos rodeados de puro mar, tierra y árboles.

Tanto mis amigos como familia terminaron denominándome como loca después de decirles que fui secuestrada por un circo corrupto y de allí me trajeron a este infierno para convertirme en una paciente con esquizofrenia desorganizada.

—Oye, Ned, ¿No podrías dejarme volver a mi habitación esta vez?—miro al guardia que me acompaña.

—Ha faltado a todos los círculos de confianza, la directora del psiquiátrico a exigido su presencia al menos una vez en el salón—explica y ruedo los ojos cruzándome de brazos resignada.

—Al menos podrías dejarme ir sola—chisté y él se mantiene firme.

—Ya conoce las normas.

—Ya conoce las normas—imite su voz de manera chillona y él me fulminó con la mirada.

Ned me ignora y como buena paciente que soy me callo conteniendo las ganas de empujarlo por las escaleras.

El pasillo empieza a dejar de ser desolado cuando en una de las puertas de los tantos salones se abre, y me muestra a un chico de cabello rubio con una gran sonrisa en el rostro.

Se me hace muy familiar.

—Estoy completamente bien—le dice a su doctora carismático y ella lo analiza severa.

—La depresión es algo muy grave, señor Chaniel—le reprocha y en mi mente una bombilla de color naranja se enciende.

El payaso de Chaniel Hardy.

Siento una punzada en la cabeza y atisbo con ilusión como su doctora lo arrastra al salón junto a ella.

Me toco el pecho sin creerlo y otra vez se oye desde otra de las puertas una voz.

Diviso una cabellera blanca a lo lejos; era complemento de un chico que sentía que también conocía.

—¿Con quién estoy hablando a ahora? ¿Con Jules o con Peter?—inquiere el doctor con voz autoritaria.

—Con ambos—me asustó al oír dos voces distorsionadas en un mismo cuerpo.

—Necesito que entren—ordena el doctor.

—No estamos locos—repite.

—El trastorno de identidad disociativo no es una locura, es una condición—lo mete a la habitación.

Gemelos del trapecio volador, Jules y Peter Leotard.

Dos bombillas blancas ahora iluminan mi cabeza junto con la naranja en tanto otra fila de estos objetos yacían en el suelo de mi memoria.

Otra escena llama mi atención.

—Debemos tratar con tu trastorno neurocognitivo Rory, solo déjame ayudarte—pide una psiquiatra frente a una puerta de metal.

The Circus of the Forest  [Bilogía Circus #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora