🎪Chapitre XXIX🎪

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Las ventanas polarizadas no me permitían ver el exterior, pero ya a este punto lo menos que me interesaba era escapar, ahora solo quería volver a ver a los chicos y estar en el circo junto a ellos y Morgan.

Miré de reojo el semental junto a mí que chequeaba unas cuantas cosas por su teléfono, Morgan siente mi mirada pesada y levanta el rostro para verme a los ojos y me es imposible que los míos no se inundan de lágrimas. Desvío mi vista al suelo y la clavo en mis pies sucios y descalzos.

No quería que me viera llorar, no me gustaba que conociera este lado débil de mí.

La camioneta se detuvo y un montón de enmascarados rodearon el vehículo con un anillo de seguridad. Nos abren la puerta a los dos y Morgan es el primero en bajar, rodea el auto y trata de ayudarme a salir. Me niego un poco cortante con la cabeza gacha y me aferro a la chaqueta de él para sentirme más segura.

Caminamos juntos hasta el interior del circo y me impresione al ver el lugar lleno de autos de lujos y más guardias de lo normal. Entramos y me di cuenta de que estaban en medio de una subasta para la mercancía. Me muerdo el interior de mi mejilla y no me atrevo a voltear para mirar el telón.

Se oyen un montón de aplausos y cruzamos en una esquina para que entráramos en la habitación de Morgan, la cual tenía la persiana abierta y dejaba que la luz de la noche llenara el sitio.

Me ayudan a sentarme y el mismo doctor que me ha auxiliado durante mi estadía me estaba chequeando. No objeto y me limito en solo fijarme en la pared blanca frente a mí que poseía un cuadro de un hombre alto y fornido junto a un niño de cabello azabache y ojos verdes. Se me hacia familiar a alguien.

Terminan con el chequeo mientras que el doctor le citaba algunas cosas a Morgan en tanto yo estaba sumergida en mi mundo.

Todos se van y la habitación queda sola con Morgan y yo nada más dentro de ella. El silencio era asfixiante para él, pero a mí me transmitía paz.

Mi acompañante se acerca y se sienta a un metro de distancia a mi lado sobre la cama en la que estaba. No lo ojeo, ya que no tengo la suficiente valentía como para hacerlo.

Siento sus ojos sobre mí en espera de una palabra, pero la única respuesta que obtuvo de mi parte fue un leve sollozo al recordar todo lo que pasé y tuvieron que pasar las chicas en aquel lugar.

—Principessa....—Morgan baja las cejas.

Oírlo decir aquello me hacia sentir más tranquila, me hacia sentir más a salvo.

Él trata de acariciarme el cabello, pero inconscientemente me separo con pavor al recordar las manos de Erick sobre mi cuerpo.

Lo miro arrepentida y lloro cubriéndome la cara para recostarme en su pecho. Mis manos hacen puños sobre su camisa mientras ésta se moja y él no se aparta dejando que me desahogue.

—No me vuelvas a dejar sola, por favor—ruego con voz débil.

—No lo haré—susurra dando suaves caricias en mi cabellera.

—Tenía mucho miedo.

—Lo sé—su voz sonaba tan tranquila y pacífica que me relajaba—puedes dormir aquí si quieres, yo puedo dormir en mi oficina o con los chicos mientras tú te recuperas—sugiere.

—Quiero que te quedes conmigo—rodeo mis brazos por su cuello y puedo percibir como mis palabras lo tomaron por sorpresa.

—Está bien—me besa la cabeza.

—¿Cómo lo supiste?—murmuro jugando con sus dedos más tranquila.

Él deja salir un cansado suspiro y fija sus ojos en el retrato al que yo antes miraba.

The Circus of the Forest  [Bilogía Circus #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora