🎪Extra Morgan Hampson🎪

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Nota de la autora: Este es un extra narrado por Morgan, en donde ya han pasado días desde el secuestro de Anastasia.

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—Ya estoy cansado de tu actitud de mierda.

El hombre se levanta y gruño ignorándolo mientras bebo un largo trago de whisky, éste me quema la garganta y arrugo las cejas dejando el vaso sobre la mesa de mi oficina.

—Me importa un carajo—rechisto con el típico acento que los borrachos solían poseer.

Me estoy pasando de copas.

—Quiero ver todo preparado, Morgan—exige saliendo para ir con los demás del circo.

Puto.

Me despeino con las manos y veo mi reflejo a través del vaso contemplando mis ojos enrojecidos por el exceso de alcohol.

Todo es culpa de ella...

—Morgan, debes dejar de actuar así y cumplir bien con tu papel de líder—reprende Katie de pie frente a mi mesa.

—Que lo haga él—espeto refiriéndome al hombre que hace poco se había retirado.

—Es tu circo—demanda y emito un sonido de negación.

—Mío no, sí de él—recordé volviendo a empinarme otro vaso.

—Estás mal—se preocupa.

—Vete y déjame solo—ordeno irritado.

Ella me penetra con la mirada, pero yo no tengo ni la más mínima paciencia para lidear con estupideces como estas.

—No te das cuenta del daño que te haces—cierra la puerta de un portazo enfadada.

Claro que me doy cuenta de todo el daño que me hago, pero desde que ella no está aquí para mí ningún dolor se compara al que abarca en mi corazón desde que oí la noticia de su partida.

No he dormido, ni comido, ni he podido realizar mi trabajo como se debe. Todos esperan mucho de mí, pero sin ella yo no puedo hacer nada.

Cuando Katie me dijo que se escapó, algo en mí se quebró, sentí que mi corazón dejó de latir, pero aún seguía con vida. Me dolió el hecho de que después de lo mucho que me esforcé para aprenderla a amar, ella se marchó. Y lo hizo justo al convertirse en alguien tan imprescindible en mi vida.

Tomaba y tomaba para olvidar por un momento la agonía que dejaba el vacío que en mi pecho no desaparecía. La extrañaba tanto que me sentía un patético dependiente de su amor.

Estoy muy enojado con ella y no solo porque escapó de mí, sino por enamorarme de tal manera. Todo en su persona me encantaba. Sus besos, sus caricias, sus risas, sus pataletas, su cuerpo, sus sentimientos, su alma, sus ojos.... Simplemente todo.

Apuesto a que se fue solo por su noviecito ese, ¿Cómo era que se llamaba? ¿Mony? ¿Mafi? ¿Millo? Ahhhh, ya me acordé, el imbécil de Matt. Hijo de perra.

Siento que ardo por los celos con tan solo imaginarlos juntos como en aquella foto que siempre llevaba con ella. Tuve que reprimir tanto este sentimiento que ahora me aniquila por dentro. ¿Qué tiene él que no tenga yo? Tal vez yo no sea suficiente, tal vez no logré entrar en su corazón como debí hacerlo.

Lo detesto tanto.

Con las demás chicas nunca experimenté un sentimiento más allá que el deseo y la ambición por el dinero. Cuando realmente no me importaba dejarme llevar por las circunstancias, pero con Anastasia todo fue diferente. Con ella no sabía cómo reaccionar o que hacer ante su cercanía, sus caricias, sus besos y sus palabras. Era algo nuevo que me hacia sentir nervioso, me ponía a sudar y a actuar como un idiota.

Ahora que se fue nada tiene sentido, todo lo que me rodea lo siento vacío, como si algo o alguien faltara.

Luego de que Katie me dijo que ella nos dejó, me dolió y mucho. Las palabras se estancaron en mi garganta y no podía decir nada coherente.

—Tú.... No me abandonaras como ella, ¿Verdad?

El borroso fragmento del día en el que me emborrache en mi habitación me carcome. Recuerdo que ella me dijo que nunca me abandonaría, que no me dejaría como mi madre lo hizo hace muchos años, y Anastasia prometió estar para mí.

Tanto que luché por su bienestar, porque se pudiera quedar y no la asesinaran. Todo lo que hice por ella se fue al caño.

Anastasia se convirtió en el agua que calmaba mi sed. Di todo por ella, di cosas que jamás le otorgue a otro ser humano en este minúsculo universo. Pero terminó dejándome solo cuando más la necesité.

En el circo ahora solo hay un hueco en donde ella pertenece. Su ausencia no se pasa por alto. Su risa contagiaba a todos de alegría, su intento de ser ruda provocaba ternura, su rostro al no comprender de que hablamos se asimila al de una inocente niña, su diminuto cuerpo vagando por la carpa sin saber que hacer, todo.... Pero absolutamente todo, ya no está.

Abren la puerta de mi oficina y gruño al ver que no tocaron al entrar. J aparece cabizbajo arrastrando sus pies, llevaba días viéndolo bastante decaído y desanimado, y podría decir que mucho más afectado que yo.

Él se detiene frente a mi mesa y se quita la máscara dejándola sobre el escritorio,  provocando que la madera tiemble, mostrándome la verdadera identidad que se oculta tras la sonrisa del payaso.

Jean-Jacques, al chico que rescaté hace nueve años de un contrabando con la mafia.

Él posee los ojos llorosos y me sorprendo al verlo en ese estado.

—Señor...—suena quebrantado.

—¿Ocurre algo J?—pregunto tratando de no sonar tan ebrio.

—Ya no lo soporto más—solloza y dejo mi botella a un lado para ponerle más atención a la plática.

—¿Qué cosa? ¿El trabajo?—interrogo juntando mis manos y niega con la cabeza—¿entonces es por nuestro invitado?

—No señor, nada de eso—se calma y toma una gran bocana de aire antes de seguir—necesito hablar de algo muy importante con usted—me mira severamente serio.

Entorno mis ojos y me siento mejor en mi silla apoyando mis codos sobre la mesa en espera de sus palabras.

—Habla—exijo al notar la seriedad de su voz—¿de qué se trata?

—De Anastasia, señor.

The Circus of the Forest  [Bilogía Circus #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora