Salí del circo caminando con dificultad y con la mano sobre la venda de mi herida. Cuando llegué a las gradas exteriores, me encontré con todos los enmascarados situados en una línea lateral, hombro a hombro. Frente a ellos, en otra fila, estaba el grupo del circo observando a Morgan caminar de un lado a otro entre ambas hileras. Él tenía sus manos detrás de la espalda y no llevaba puesto su sombrero de copa, permitiendo que su cabello volara con la fuerte brisa de la noche. Morgan tenía el entrecejo hundido y movía sus labios de arriba a abajo siguiendo con su sermón. Después, se detuvo de golpe y miró a los enmascarados hastiado.
—¿¡Cuántas veces debo repetir la misma mierda?!—rechista encolerizado—¿Cómo pudieron permitir que uno de nuestros invitados pasara la valla de limitación? Saben muy bien que está sumamente prohibido que un invitado pueda pasar a este circo.
Nadie dijo nada.
El silencio era realmente sepulcral y ensordecedor.
—Necesito saber si realmente tienen problemas auditivos, porque dejé muy en claro al momento en el que esos autos se estacionaron aquí afuera, que vigilaran la valla de límite. Nadie podía pasar el maldito y estúpido telón—replica con cansancio—¿Por qué permitieron semejante idiotez?
La mayoría de los enmascarados bajaron la cabeza y solo uno fue el valiente de responder.
—Fueron órdenes de la señorita Katie—murmura y puedo jurar que el cabello de Morgan estaba a punto de encenderse en llamas por la ira e indignación.
—¿Sabías de esto J?—preguntó Morgan a uno de sus hombres que estaba en el centro de la fila.
—No—responde y veo como el contrario suelta una risa amarga.
—Por lo que veo todos ustedes se están ganando un puto disparo en medio del cráneo—recalca con una sonrisa forzada—¡Yo soy el que mando en este circo, carajo! Y no les pago para que anden obedeciendo órdenes que no sean mías. No puedo seguir permitiendo que sigan pasándose mi cargo por el culo—reprocha echo ira—¡Si no fuera por mí, todos ustedes estuvieran mendigando en la calle ahora! ¡O aún peor, estarían muertos!—los mira a cada uno decepcionado—por sus negligencias, una de nuestras miembros iba a ser violada, y si no fuera porque ella no hubiera tenido los cojones para matarlo, en estos momentos ya estuviéramos recogiendo un segundo cadáver.
—Señor, de parte de todo mi grupo le ofrezco mis más sinceras disculpas. Yo no estaba al tanto de todo esto, y haré que reciban el castigo debido por romper las reglas—dice el enmascarado con el que antes Morgan se dirigía. Y para ser honestos, su voz se me hacia bastante familiar.
—Eso espero J. Porque si algo similar vuelve a ocurrir, será mejor que empiecen a cavar sus tumbas—advierte y todos asienten con la cabeza—pueden retirarse.
Los enmascarados se dieron media vuelta y se alejaron como en una fila de soldados.
Morgan se acarició el puente de la nariz de manera cansina y suspiró con pesadez. Sus ojos verdosos arrojaban destellos brillantes de luz, y sus abundantes cejas se fruncían tanto que parecía Calamardo de Bob Esponja.
Caminé hasta donde los miembros del circo se encontraban e hice una mueca al sentir una punzada de dolor en mi herida. Morgan oyó mis pasos y alzó su cabeza para verme, y acercarse a mí para ayudarme.
—Puedo caminar sola, no perdí una pierna—musité y él negó con la cabeza.
—¿Qué haces aquí?—inquiere preocupado—deberías estar descansando para que te mejores pronto.
—¿Y qué ganaría con eso? De todas formas volveré a plantarme frente a ese ojo de toro y terminaré igual o peor—me quejé y él no contestó nada al respecto.
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The Circus of the Forest [Bilogía Circus #1]
Mystery / ThrillerAnastasia O'Day, una chica de 23 años que vuelve de sus vacaciones en Estrasburgo en automóvil, de nuevo a su ciudad natal, París. Cuando viaja por la carretera de Francia, un neumático se desinfla dejándola varada en la nada, sin señal telefónica...