🎪Chapitre XXVII🎪

815 134 41
                                    

Me empecé a acostumbrar a que me llevaran arrastrada por todos lados como si fuera una prisionera de la cárcel más grande del mundo. Ya no ponía quejas ni objeciones cuando me llamaban, porque de qué me serviría, solo empeoraría todo y yo tengo la certeza de que lograré salir, no importa que tanto me cueste. Y conmigo me llevaré a todas esas chicas que esperan por su héroe.

Ya estoy agotada de seguir resistiendo contra sus ataques, pero ahora solo me toca sacrificarme contra ellos.

Mi aspecto era muy lamentable, llena de hematomas y vendas, con ropa desgastada, cara pálida y con ojeras muy marcadas, más delgada de lo normal, y con un horroroso cansancio mental y físico.

Me lanzan a la habitación sin nada de sutileza y gruño al caerme de cara contra el suelo provocando que algo de sangre bajara por mi nariz.

Me limpio la cara con brusquedad y me mantengo firme en espera de lo me depara.

Me encuentro en la misma habitación morada en donde por primera vez encare al pelele que me tiene secuestrada.

Todos los mismo invitados que estaban en la primera cena se encontraban detrás de la pared de cristal mirándome con expresiones de superioridad. Entre ellos estaba Erick, con el rostro vendado y con un yeso minerva debajo de su ropa. Sonreí de forma lánguida viendo a cada uno.

Por un momento creí que se pondrían a cantar la canción de el Rey León Él no pertenece al clan, ya que la forma tan decepcionada en la que me miraban dejaba mucho que decir.

—Es una deshonra tu esclava—brama una mujer con voz afinada que me observaba a través de sus lentes de ópera.

—Solo necesita una lección—habló con dificultad Erick mientras se movía como si estuviera embarrado de cemento.

Jamás creí que podía ser una gran poseyente de fuerza bruta, pero mírenme aquí presenciando con orgullo uno de mis malos actos. Quizás pasar mucho tiempo con Morgan me haya dejado un tanto afectada.

Erick oprime un botón negro y de pronto, siento como dos grilletes me llevan contra la pared provocando que golpee mi cabeza contra el mármol, como si éstos fueran imanes de cargas opuestas que se atraen. Trato de separarme, pero estos pedazos de metal están muy unidos.

Hago una mueca y mis pupilas se dilatan al ver como pisa otro botón del panel y las paredes de cristal se abren dándole el paso a las sanguijuelas millonarias.

Erick no se mueve de su lugar, y por él es mejor estar así antes de que le propine otro golpe.

No podía negar que gracias a J aprendí muchas cosas de autodefensa, y apuesto a que si no me hubiera traicionado habríamos sido grandes amigos.

Todos tienen sus ojos puestos en mí y unos que otros se pasan la punta de la lengua por los labios viéndome como si fuera un apetitoso manjar al cual devorarán de un solo bocado.

—Lo único que la ayuda a seguir viva es que es muy hermosa—dice un hombre con barba y acento inglés.

—beag go leor—habla una chica un poco mayor que yo.

《beag go leor: Linda pequeña (Irlandés)》

—Algo bueno tenía que tener—responde el mismo hombre regordete que se sentó frente a mí en la cena.

—¡Dejen de hablar!—espeta Erick—solo quiero verla sufrir, pero no la maten. No hasta que sea mía.

—Tranquilo Erick—le dice el hombre con barba que tenía una apariencia muy similar a la de Chris Evans—solo jugaremos un rato con ella.

—Entonces dejen de hablar y comiencen—exige el menor de todos—enciendan la cámara—le ordena a sus guardias—vendere este vídeo por una millonada.

The Circus of the Forest  [Bilogía Circus #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora