Capítulo 2

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Pavel observaba a Kao atizar el fuego de la chimenea.

Sus hombros seguían decaídos, y la miseria que irradiaba desde que había regresado junto con Gulf de la vieja cabaña de los Kanawut, seguía brotando de él como un veneno.

Más tarde tendría que hacer a Kao a un lado, y decirle lo importante que era que encontrara una manera de ser feliz, apoyara a Gulf, y le mantuviera la confianza y actitud a pesar de sus propios temores.

-Mi mayor preocupación en este momento, es mantener la calma de Gulf

-dijo Pavel

-. Luego, digamos en unas semanas, será la próxima temporada de gripe. Ya ha empezado, lo cual es una mala señal, y ya ha habido varias muertes relacionadas con la gripe en los distritos más pobres.

Dicen que este virus no responde a los tónicos y medicamentos habituales. Valdría la pena el considerar salir de la ciudad.

-Como ya he dicho antes, Gulf tomará otra licencia para ausentarse de su trabajo

-dijo Kao con firmeza

-. No habrá ninguna discusión sobre eso, ¿entendido?

Gulf se encogió de hombros.

-No ha sido tan agradable dar clases este año sin ti en el campus. No me importaría el dejarte mimarme aquí en casa.

-Aunque Pavel conocía a Gulf lo suficientemente bien, como para ver que estaba tratando de apaciguar a Kao, más que ansiando el reposar durante los siguientes meses.

-Bien. ¿Debería contratar betas para que cuiden de él mientras estoy en la oficina? -preguntó Kao.

-Estoy embarazado, no enfermo. Por el amor de Dios Lobo, no exageres.

-Él tiene razón. Todavía no hay necesidad de prepararle un catre en la planta baja de la casa

-bromeó Pavel

-. Puede subir y bajar las escaleras por sí mismo.

Siempre y cuando ese animal demoníaco no trate de hacerlo tropezar.

Los ojos de Kaoa se centraron en Ava, quien estaba sentada en el amplio escritorio de Gulf, lamiéndose el trasero con su áspera lengua, ajena a toda la atención sobre ella.

-Tal vez deberíamos mover la cama a esta habitación. Si mantengo el fuego encendido, se conservara lo suficientemente caliente para nosotros.

-Estás siendo ridículo

-murmuró Gulf, y luego bostezó.

-Necesitas tomar una siesta

-dijo Kao, dejando el atizador junto a la chimenea para ir y tirar de Gulf hasta ponerlo en pie, como si ya estuviera pesado por el embarazo. Lo guió hacia el sofá de cuero y lo instó a estirarse.

Gulf cruzó su mirada con la de Pavel y entornó los ojos, pero hizo lo que Kao le indicó.

-Me vendría bien un poco de té de manzanilla

-dijo Gulf una vez que se acomodó

-. ¿Me traerías un poco?

Kao le besó la cara una media docena de veces y le pidió a Pavel que se asegurara de que Gulf descansara hasta que él regresara.

-Tengo unas cuantas anotaciones más que me gustaría tomar

-dijo Pavel, haciéndole un gesto de desdén con su mano

-. Así como algunas mediciones.

Kao vaciló. Siempre insistía en estar en la habitación cuando Pavel examinaba el ano de Gulf, pasaje y útero.

Amor Entre AlfasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora