Capítulo 7

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Ohm estaba parado afuera de la puerta de la impresionante casa de Pavel, con las rodillas temblorosas y unas crecientes ansias por macharse sin tocar y en su lugar dirigirse hacia varias calles lejos, a la casa de Suppasit, para otra probada de lo monstruoso que él realmente podría ser.

Pasando saliva, se aferró a su decisión y golpeó con la aldaba de bronce dos veces a medida que el ruido hacía eco en la gran casa, se preguntó por qué un hombre tan adinerado como Pavel no tenía un timbre.

Probablemente porque los consideraba demasiado modernos, siendo tan anticuado y estricto como lo era un alto sirviente beta de mediana edad le preguntó su nombre y lo condujo a una habitación cerca del final del pasillo, junto a un conjunto de escaleras que daban a la segunda planta.

-Póngase cómodo.

Voy a avisarle al doctor Phoom que está usted aquí -dijo el beta con una pequeña sonrisa en sus labios.

Ohm asintió y observó la habitación en general, sorprendido al ver que había sido llevado a la biblioteca, la cual era más grande que la sala en su casa.

Las cuatro paredes estaban cubiertas de libros hasta el techo, con lomos de todos los colores, desde rojo rubí hasta verde pasto. A media habitación, frente a una chimenea, había un sofá y dos sillas de cuero con una larga pero baja mesa entre ellos.

Ohm se puso detrás de una de las sillas, apoyando ambas manos en el largo respaldo para tener estabilidad, y esperó por el sonido de los pasos de Pavel.

Pero no había habido advertencia, antes de que la puerta se abriera y Pavel entrara sin zapatos, sólo calcetines sus pantalones estaban arrugados al igual que su camisa.

Su cabello estaba todo por ningún lado, como si él hubiera estado dormido y todavía no se hubiera arreglado sus entrecanos rizos.

Nunca había visto al generalmente pulcro y estirado Pavel, con un aspecto tan desaliñado.

-Viniste -dijo Pavel, y su voz sonaba como si se hubiera dedicado a fumar desde la última vez que se vieron

-. ¿Estás bien? ¿Empeoraron tus lesiones?

Ohm volvió a pasar saliva, con la garganta cerrada -En realidad me siento mejor. Gracias por la medicina y la ayuda del otro día sé que debió de haber parecido como si no la quisiera.

Pavel se le quedó viendo, como si no pudiera creer que Ohm estaba allí en su biblioteca finalmente, sacudiéndose, hizo un gesto hacia los muebles.

-Toma asiento donde tú gustes.

Ohm caminó por alrededor para sentarse en la silla de cuero, recargándose y tratando de aplacar el temblor en sus manos y piernas.

Pavel se sentó en el sofá frente a él y se pasó los dedos por el pelo sus ojos enrojecidos revisaron la habitación -Jennor traerá un poco de té.

Ohm asintió y la puerta fue abierta por el mismo sirviente beta, quien llevaba un juego de té de cerámica y un plato de galletas en una bandeja grande.

La dejó frente a ellos y luego cuando Pavel asintió, salió de la habitación sin decir una palabra.

-Toma lo que gustes -dijo Pavel, señalando a las galletas antes de verter té en las pequeñas tazas rojas

-. Todas las que quieras te ves como si hubieras perdido peso desde que te vi.

Ohm se quedó pensando era cierto que no había estado comiendo bien; entre el dolor físico y su vergüenza, no había tenido apetito en los últimos días.

Aun así, no podía haber perdido tanto peso para que alguien realmente lo notara su hermano Phu no le había dicho nada, y tampoco Singto ¿Así de obvio era para Pavel?

Amor Entre AlfasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora